SU MATERNIDAD ABARCA TODOS LOS HOMBRES. La Santísima Virgen ejerce su función de Madre: velando por todos sus hijos para que nazcan, crezcan y perseveren en la caridad; intercediendo por todos y, …Más
SU MATERNIDAD ABARCA TODOS LOS HOMBRES.

La Santísima Virgen ejerce su función de Madre: velando por todos sus hijos para que nazcan, crezcan y perseveren en la caridad; intercediendo por todos y, distribuyendo a todos los hombres las gracias de su Hijo.

María es Madre de todo el género humano

María es Madre de todos los hombres, porque Ella nos ha dado al Salvador de todos y porque se unió a la oblación de su Hijo, que derramó su sangre para la remisión de los peca dos de todos los hombres.

"Por María, la misma Vida fue introducida en el mundo, de manera que al dar a luz al Viviente es Madre de los vivientes" (San Epifanio, Adv. haereses,78).

María es Madre de cada hombre

Respecto de cada uno de los hombres en particular, Santa María ejerce su maternidad del siguiente modo:

* Con relación a los infieles: es Madre porque está destina da a engendrarlos a la vida de la gracia, y obtiene para ellos las gracias actuales que los disponen a recibir la fe y la justificación.

* En relación con los fieles que están en gracia habitual o santificante: es su Madre en sentido pleno, puesto que han recibido por su intercesión la gracia santificante y la caridad, y vela por ellos con tierna y maternal solicitud para que per severen en ese estado y crezcan en caridad.

* De los fieles que están en pecado mortal: es su Madre en tanto que vela por ellos, obteniéndoles las gracias necesarias para hacer actos de fe y de esperanza que los dispongan a la conversión.

Respecto a los bienaventurados que en el cielo gozan de Dios: María es su Madre por excelencia, ya que los guió y condujo hasta su Hijo y no pueden ya perder la vida de la gracia gozando de la visión beatífica.

* Finalmente, con relación a aquellos que han muerto en la impenitencia final: ya no es su Madre, pero lo fue en el tiempo de su vida mortal. Son ellos quienes la han rechazado cerrándose a la gracia que se les ofrecía.

Desde hace muchos siglos la Iglesia pone en boca de sus hijos esta oración:

"Dios te salve, Reina y Madre de misericordia; vida, dulzura y esperanza nuestra... A ti clamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas... Después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre