02:15
MARIANELLA ORAA. NUESTRA SEÑORA DE LA CORTEZA. PATRONA DE ACARIGUA..wmv. Nos dice Armas Alfonso, en su particular estilo, que en 1702, la mulata Margarita La Perla: ...había ido a Guanare a pagar una …Más
MARIANELLA ORAA. NUESTRA SEÑORA DE LA CORTEZA. PATRONA DE ACARIGUA..wmv.

Nos dice Armas Alfonso, en su particular estilo, que en 1702, la mulata Margarita La Perla: ...había ido a Guanare a pagar una promesa a la Virgen de Coromoto en acción de gracias por haberle devuelto la salud perdida al hijo que la acompañaba. De regreso días más tarde, se detuvieron a la orilla de una quebrada, conocida después como Quebrada de la Virgen, a semejanza del sitio de Coromoto. La mujer ató el macho a un árbol de tacamahaca y madre e hijo se pusieron a descansar. Colgaron una hamaca entre dos palos. Al rato el muchacho advirtió que el macho se espantaba, y buscando el origen de la novedad, dio con una luz vivísima en el tronco del tacamahaco. Se acercaron y notaron que en la corteza, perfectamente clara entre los resplandores, aparecía una imagen de la Virgen sosteniendo al Niño con sus manos. Margarita La Perla tajó la corteza con un cuchillo y la guardó bien envuelta en una tela. El día tenido como probable de la aparición es el 11 de febrero de 1702. Iban a seguir su camino, cuando el macho se echó a correr, por lo que debieron de hacer a pie la larga distancia hasta Acarigua. La bestia corrió hasta la puerta misma de la iglesia de Acarigua, y el párroco, el capuchino Miguel de Placencia, extrañado de aquello, mandó a un muchacho de su servicio que averiguara a quién le pertenecía el animal. El mensajero halló a Margarita La Perla aposentada en la Casa Real. La mujer fue por su cabalgadura. El macho entretanto se había echado a la puerta de la iglesia y Margarita no consiguió levantarlo por más varazos que le propinó. Fray Miguel tuvo curiosidad de saber qué contenía la pesada petaca que se suponía había derribado al animal. Margarita La Perla explicó que sólo cargaba su ropa y algunas cosas de viaje, además de una concha de tacamahaco muy extraña, y le contó al religioso cómo la había hallado en la quebrada. Fray Miguel advirtió la figura de la Virgen y devolvió el pedazo de corteza a Margarita La Perla que la guardó de nuevo entre la ropa. El macho, que se había levantado, volvió a echarse apenas se le cargó la petaca, y de nada valieron nuevos golpes. Fray Miguel intuyó de aquello que la santa aparecida expresaba su voluntad de quedarse en la iglesia, pero Margarita La Perla no consintió desprenderse del pedazo de corteza. El capuchino entonces se la cambió por un rosario y dos estampas religiosas de la Virgen del Rosario y de la Inmaculada Concepción. El capuchino colocó la imagen en el altar y empezó a propagarse el culto de Nuestra Señora de la Corteza, que tuvo la aprobación eclesiástica en 1757. El rústico pedazo de madera medía cincuenta y dos milímetros de alto y cuarenta y tres de ancho; la figura de la Virgen dieciocho milímetros.