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Avergonzarse del propio pecado y ensanchar el corazón para ser misericordiosos, pide el Papa. "El hombre y la mujer misericordiosos tienen un corazón grande, grande: perdonan siempre a los demás y …Más
Avergonzarse del propio pecado y ensanchar el corazón para ser misericordiosos, pide el Papa.

"El hombre y la mujer misericordiosos tienen un corazón grande, grande: perdonan siempre a los demás y sólo piensan en sus pecados. '¿Has visto qué cosa ha hecho este?' '¡Tengo suficiente con aquello que he hecho yo y no me inmiscuyo!' Éste es el camino de la misericordia que debemos pedir. Si todos nosotros, si todos los pueblos, las personas, las familias, los barrios, tuviésemos esta actitud, ¡cuánta paz habría en el mundo, cuánta paz en nuestros corazones! Porque la misericordia nos conduce a la paz. Recuerden siempre: '¿Quién soy yo para juzgar?' Hay que avergonzarse y agrandar el corazón. Que el Señor nos dé esta gracia".