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Obedecer como Cristo

Obedecer como Cristo
Álvaro del Portillo considera en las escenas de la Pasión la virtud de la obediencia: "Ha de ser la obediencia de los católicos –la nuestra, por tanto (…)– una obediencia como la de Cristo, que nace del amor y al amor se ordena, que en todos los momentos se ve sostenida e impulsada por el amor".
NOTICIAS13 de Abril de 2014
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Mons. Álvaro del Portillo saluda a una niña.
“La consideración atenta de las escenas de la Pasión nos ayuda a valorar más y más la importancia de la obediencia en la economía de nuestra salvación. Por eso, si los cristianos debemos recorrer el mismo camino que Cristo –seguir sus huellas, como recomienda el Príncipe de los Apóstoles (I Pedro II, 21)–, también hemos de manifestar gran aprecio por esta virtud santa que nos injerta en el plan divino de la Redención y hace posible que, de verdad, seamos corredentores. Ha de ser la obediencia de los católicos –la nuestra, por tanto (…)– una obediencia como la de Cristo, que nace del amor y al amor se ordena, que en todos los momentos se ve sostenida e impulsada por el amor.
Como consecuencia del pecado original, de aquella primera desobediencia, todos llevamos dentro un germen de rebeldía y de engreimiento en la propia voluntad. Lo percibe la criatura claramente en su interior y, a la vez, se pone de relieve en tantos ambientes. Hay como un ataque generalizado contra todo lo que suponga autoridad, y en primer lugar contra la de Dios y la de la Iglesia. (…) Esta rebeldía de que os hablo no presenta en verdad algo nuevo: ha ocurrido siempre, y se correrá ese riesgo mientras el mundo dure; pero en estos momentos parece como si el eco de la primera rebeldía –el non serviam! pronunciado por Satanás y los ángeles apóstatas– se hiciera más persistente.
(…) El Señor espera que demos testimonio de Jesucristo, mostrando a los hombres y mujeres que nos rodean las maravillas de una conducta cristiana íntegra, en la que la obediencia reluce como una joya espléndida. Sujeción, por Dios, a la legítima autoridad en los diversos órdenes de la vida humana. Obediencia ante todo al Romano Pontífice y al Magisterio de la Iglesia.” (Carta, abril 1988, 359)
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