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Recuperando el Libro de la Vida - E.S. Marino Restrepo. 1 Y en aquel tiempo se levantará Miguel, príncipe grande, que es el defensor de los hijos de tu pueblo; porque vendrá un tiempo tal, cual nunca …Más
Recuperando el Libro de la Vida - E.S. Marino Restrepo.

1 Y en aquel tiempo se levantará Miguel, príncipe grande, que es el defensor de los hijos de tu pueblo; porque vendrá un tiempo tal, cual nunca se ha visto desde que comenzaron a existir las naciones hasta aquel día. Y en aquel tiempo tu pueblo será salvado; lo será todo aquel que se hallare escrito en el libro. 2 Y la muchedumbre de aquellos que duermen o descansan en el polvo de la tierra, despertará; unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, la cual tendrán siempre delante de sí. 3 Mas los que hubieren sido sabios brillarán como la luz del firmamento; y como estrellas por toda la eternidad aquellos que hubieren enseñado a muchos la justicia o la virtud.
4 Pero tú, ¡oh Daniel!, ten guardadas estas palabras, y sella el libro hasta el tiempo determinado, muchos lo recorrerán y sacarán de él mucha doctrina.
5 Y yo Daniel observé, y vi como otros dos ángeles que estaban en pie uno de esta parte de la orilla del río y el otro de la otra parte. 6 Entonces dije a aquel varón que estaba con las vestiduras de lino y en pie sobre las aguas del río: ¿Cuándo se cumplirán estos portentos? 7 Y oí a aquel varón de las vestiduras de lino, que estaba en pie sobre las aguas del río, el cual habiendo alzado su diestra y su izquierda hacia el cielo, juró por aquel Señor que siempre vive, y dijo: En un tiempo, y en dos tiempos, y en la mitad de un tiempo. Y cuando se haya cumplido la dispersión de la muchedumbre del pueblo santo, entonces tendrán efecto todas estas co-sas.
8 Yo oí esto, mas no lo comprendí. Y dije: ¡Oh Señor mío!, ¿qué es lo que sucederá después de estas cosas?
9 Mas él me dijo: Anda, Daniel, que estas son cosas recónditas y selladas hasta el tiempo determinado. 10 Muchos serán escogidos y blanqueados, y purificados como por fuego. Los impíos obrarán impíamente; ninguno de los impíos lo entenderá; mas los sabios o prudentes lo comprenderán. 11 Y desde el tiempo en que sea quitado el sacrificio perpetuo, y sea entronizada en el templo la abominación de la desolación, pasarán mil doscientos noventa días. 12 Bienaventurado el que espero y llegue a mil trescientos treinta y cinco días. 13 Mas tú, Daniel, anda hasta el término señalado; y después reposarás y te levantarás, y gozarás de tu suerte al fin de los días. 1. Había un varón, que habitaba en Babilonia, llamado Joakim; 2. el cual casó con una mujer llamada Susana, hija de Helcías, hermosa en extremo, y temerosa de Dios, 3. porque sus padres, que eran virtuosos, instruyeron a su hija según la ley de Moisés. 4. Era Joakim un hombre muy rico, y tenía un jardín junto a su casa, al cual concurrían muchos judíos, por ser Joakim el más respetable de todos ellos. 5. Y en aquel año fueron elegidos jueces del pueblo de los judíos dos ancianos de aquellos de quienes dijo el Señor que la iniquidad había salido en Babilonia de los ancianos que eran jueces, los cuales parecía que gobernaban al pueblo. 6. Frecuentaban éstos la casa de Joakim, donde acudían a ellos todos cuantos tenían algún pleito. 7. Y cuando al mediodía se iba la gente, entraba Susana a pasearse en el jardín de su marido. 8. La veían los viejos cada día cómo entraba a pasearse; y se inflamaron en malos deseos hacia ella; 9. y perdieron el juicio, y desviaron sus ojos para no mirar al cielo, y para no acordarse de sus justos juicios. 10. Quedaron, pues, ambos ciegos por ella, pero no se comunicaron el uno al otro su pasión; 11. pues se avergonzaban de descubrir su concupiscencia y deseos de pecar con ella. 12. Y buscaban cada día con mayor solicitud poderla ver. Y una vez dijo el uno al otro: 13. Vámonos a casa, que ya es hora de comer; y salieron y se separaron el uno del otro. 14. Mas volviendo cada cual otra vez, se encontraron en un mismo puesto; y preguntándose mutuamente el motivo, confesaron su pasión, y entonces acordaron el tiempo en que podrían hallarla sola. 15. Y mientras estaban aguardando una ocasión oportuna, entró ella en el jardín, como solía todos los días, acompañada solamente de dos doncellas, y quiso bañarse en el jardín, pues hacía mucho calor. 16. Y no había en él nadie sino los dos viejos, que se habían escondido, y la estaban acechando. 17. Dijo, pues, ella a sus doncellas: Traedme la confección aromática y los perfumes, y cerrad las puertas del jardín; pues quiero bañarme. 18. Lo hicieron como lo mandaba, y cerraron las puertas del jardín; y salieron por una puerta excusada para traer lo que había pedido; sin saber ellas que los viejos estaban dentro escondidos. 19. Así que se hubieron ido las criadas, salieron los dos viejos, y corriendo hacia ella, le dijeron: 20. Mira, las puertas del jardín están cerradas, nadie nos ve, y nosotros estamos enamorados de ti, condesciende, pues, con nosotros, y cede a nuestros deseos. 21. Porque si te resistieres a ello, testificaremos contra ti, diciendo que estaba contigo un joven, que por eso despachaste tus doncellas. 22. Prorrumpió Susana en gemidos, y …