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Libano
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LA CORPORALIDAD ESPIRITUAL SEGÚN PAVEL FLORENSKY _ 51 El cuerpo es el primer “dato” que encontramos en el hombre: «el hombre nos es “dado” ante todo como cuerpo. Lo que llamamos hombre es, en primer …Más
LA CORPORALIDAD ESPIRITUAL SEGÚN PAVEL FLORENSKY _ 51

El cuerpo es el primer “dato” que encontramos en el hombre: «el hombre nos es “dado” ante todo como cuerpo. Lo que llamamos hombre es, en primer lugar, el cuerpo humano». Pero la corporalidad misma es más que la mera suma empírica de los datos materiales, más también que el principio material; el cuerpo «no es la sustancia del organismo humano, entendida como la materia de los físicos, sino que es su forma; y no la forma de su contorno exterior, sino la organización de su conjunto». La corporalidad, por tanto, es la estructuración de una cierta materia, es un principio espiritual encarnado, una integridad. Nuestro autor procede, como es habitual en él, a un análisis etimológico de la palabra “cuerpo”. Este análisis mostrará que su idea está emparentada con la idea misma de la forma y de la integridad, que acabamos de exponer. El término ruso telo, cuerpo, es hecho derivar por Florenskij precisamente de la palabra celo, entero, intacto, íntegro. El concepto griego que, como vimos, estaba emparentado con esta idea eslava de la totalidad, el concepto de sano, entero, es precisamente la raíz de la que, en griego, deriva cuerpo.

Cuerpo, por tanto, designa «algo pasivo, un producto que posee la integridad». La idea del cuerpo es, pues, más compleja que la de una simple materia:

«El cuerpo es algo entero, individual, singular. No es aquí el lugar para demostrar que la individualidad penetra cada órgano del cuerpo y que existe, por consiguiente, una cierta relación, innegable, aunque quizás inalcanzable, para las fórmulas de la caracteriología como ciencia, que existe una vinculación entre las particularidades más finas de la estructura de los órganos y los más pequeños rasgos del carácter personal. Los rasgos del rostro, la estructura del cráneo (...) Detrás de la materia impersonal, hay en todo una personalidad única que nos mira. De este modo, cuanto más reflexionamos sobre la noción de “cuerpo humano”, más se muestra necesario pasar de su periferia ontológica hacia su centro ontológico, es decir, hacia el cuerpo que constituye la unidad de esta multiplicidad de órganos y de actividades, el cuerpo sin el cual no es posible aplicar a aquéllos más que la noción de homoiousía, de ningún modo la de homoousía».