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Homilía del Papa Francisco (Evangelio de San Lucas 19,1-10) Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. El quería ver …Más
Homilía del Papa Francisco (Evangelio de San Lucas 19,1-10)
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad.
Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos.
El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura.
Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa".
Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador". Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más". Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido".
Sergio Borge
Los niños tienen derecho a una familia con un padre y una madre, no a familia ideológica
Discurso del Papa a los participantes en el Coloquio Interreligioso sobre complementariedad entre el hombre y la mujer - AFP
17/11/2014 11:42
Los niños tienen derecho a una familia con un padre y una madre, capaces de crear un ambiente idóneo a su desarrollo y a su maduración afectiva: lo subrayó el Papa …Más
Los niños tienen derecho a una familia con un padre y una madre, no a familia ideológica

Discurso del Papa a los participantes en el Coloquio Interreligioso sobre complementariedad entre el hombre y la mujer - AFP
17/11/2014 11:42

Los niños tienen derecho a una familia con un padre y una madre, capaces de crear un ambiente idóneo a su desarrollo y a su maduración afectiva: lo subrayó el Papa Francisco a los participantes en el Coloquio Internacional sobre la complementariedad entre el hombre y la mujer, promovido en el Vaticano por la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El Papa ha recalcado que no hay que caer en la trampa de calificar la familia con conceptos de naturaleza ideológica que solamente tienen fuerza en un momento de la historia y luego decaen. La familia es un hecho antropológico, la familia es familia. La familia es en sí misma, tiene una fuerza en sí misma.
Reflexionando sobre el título del coloquio el Pontífice destacó que “complementariedad”, es una palabra preciosa, con múltiples valencias, que puede referirse a diversas situaciones, en las cuales, un elemento completa al otro o suple una carencia suya. No obstante, prosiguió el Santo Padre, la complementariedad es mucho más que esto.
"Reflexionar sobre la complementariedad - dijo - no es otra cosa que meditar sobre las armonías dinámicas que están al centro de toda la Creación. Ésta es la palabra clave: armonía. La complementariedad, es la base del matrimonio y la familia, primera escuela en donde aprendemos a apreciar nuestros dones y aquellos de los otros y en donde se aprende el arte de vivir juntos”.
Esta complementariedad entre hombre y mujer, continuó el Papa, asume muchas formas porque cada hombre y cada mujer aporta la propia contribución personal en el matrimonio y en la educación de los hijos. La propia riqueza personal, el propio carisma personal y la complementariedad se transforman así en una gran riqueza, y no sólo es un bien, sino también belleza.
Y observó que en nuestro tiempo, el matrimonio y la familia están en crisis. “Vivimos en una cultura de lo provisorio, en la cual tantas personas renuncian al matrimonio como compromiso público. Esta revolución en las costumbres y en la moral, que a menudo, ha hecho flamear la bandera de la libertad ‘entre comillas’, en realidad ha traído devastación espiritual y material a un sinnúmero de seres humanos, especialmente los más vulnerables”, constató.
Finalmente la exhortación del Pontífice a pensar en los jóvenes y a no dejar que se dejen envolver por la mentalidad dañina de lo provisorio. “Ir contracorriente, y no caer en la trampa de ser calificados con conceptos ideológicos. La familia es un hecho antropológico y en consecuencia un hecho social, cultural, afirmó el Papa. No podemos calificarla con conceptos de naturaleza ideológica que solamente tienen fuerza en un momento de la historia y luego decaen. Hoy no se puede hablar de familia conservadora y familia progresista, la familia es familia. La familia es en sí misma, tiene una fuerza en sí misma. No se dejen calificar así, por este u otros conceptos de naturaleza ideológica”.
Al concluir el discurso, la confirmación del Papa de su próxima visita a Filadelfia, en septiembre del 2015, en ocasión de octavo Encuentro Mundial de las Familias.
(MCM-RV)
Texto completo del Discurso del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas,
Los saludo cordialmente y agradezco al Cardenal Müller por las palabras con las cuales ha introducido este encuentro.
1. Ante todo, quisiera compartir una reflexión sobre el título de su Coloquio. “Complementariedad”: es una palabra preciosa, con múltiples valencias. Puede referirse a diversas situaciones en el cual un elemento completa al otro o lo sustituye en una carencia suya. Todavía, complementariedad es mucho más que esto. Los cristianos encuentran el significado en la Primera Carta de San Pablo a los Corintios, donde el apóstol dice que el Espíritu ha dado a cada uno diversos dones en modo que, como los miembros del cuerpo humano se complementan para el bien del entero organismo, los dones de cada uno pueden contribuir para el bien de todos (cfr 1 Cor 12). Reflexionar sobre la complementariedad no es otra cosa que meditar sobre las armonías dinámicas que están al centro de toda la Creación. Y esta es la palabra clave: armonía. Todas las complementariedades el Creador los ha hecho para que el Espíritu Santo, que es el autor de la armonía, haga esta armonía.
Oportunamente se han reunido en este Coloquio Internacional para profundizar el tema de la complementariedad entre el hombre y la mujer. De hecho, esta complementariedad está a la base del matrimonio y de la familia, que es la primera escuela donde aprendemos a apreciar nuestros dones y aquellos de los demás y donde comenzamos a aprender el arte del vivir juntos. Para la mayor parte de nosotros, la familia constituye el lugar principal en el cual iniciamos a “respirar” valores e ideales, como también a realizar nuestro potencial de virtudes y de caridad. Al mismo tiempo, como sabemos, las familias son lugares de tensiones: entre egoísmo y altruismo, entre razón y pasión, entre deseos inmediatos y objetivos a largo tiempo, etc. Pero las familias también proporcionan el ambiente en el cual se resuelven tales tensiones: y esto es importante. Cuando hablamos de complementariedad entre hombre y mujer en este contexto, no debemos confundir tales términos con la idea simplicista que todos los roles y las relaciones de ambos sexos están comprendidas en un modelo único y estático. La complementariedad asume muchas formas, porque cada hombre y cada mujer aportan su propia contribución personal al matrimonio y a la educación de los hijos. La propia riqueza personal, el propio carisma personal, y la complementariedad se convierten así en una grande riqueza. Y no sólo es un bien, sino también es belleza.
2. En nuestro tiempo el matrimonio y la familia están en crisis. Vivimos en una cultura de lo provisorio, en el cual siempre más personas renuncian al matrimonio como compromiso público. Esta revolución en las costumbres y en la moral muchas veces ha agitado la bandera de la libertad – entre comillas –, pero en realidad ha traído devastación espiritual y material a numerosos seres humanos, especialmente a los más vulnerables. Es siempre más evidente que el declino de la cultura del matrimonio está asociado a un aumento de la pobreza y a una serie de otros numerosos problemas sociales que hieren de manera desproporcionada a las mujeres, los niños y los ancianos. Y son siempre ellos los que sufren más, en esta crisis.
La crisis de la familia ha dado origen a una crisis de ecología humana, porque los ambientes sociales, como los ambientes naturales, tiene necesidad de ser protegidos. Si bien la humanidad ha comprendido ahora la necesidad de afrontar lo que constituye una amenaza para los ambientes naturales, somos lentos – pero somos lentos, ¿eh?, en nuestra cultura, también en nuestra cultura católica – somos lentos en reconocer que también nuestros ambientes sociales están en riesgo. Es pues indispensable promover una nueva ecología humana y hacerla caminar adelante.
3. Es necesario insistir sobre los pilares fundamentales que sostienen una nación: sus bienes inmateriales. La familia permanece en el fundamento de la convivencia y la garantía contra la exfoliación social. Los niños tienen el derecho de crecer en una familia, con un papá y una mamá, capaces de crear un ambiente idóneo a su desarrollo y a su maduración afectiva. Por esta razón, en la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, he puesto el acento sobre la contribución «indispensable» del matrimonio a la sociedad, contribución que «supera el nivel de la emotividad y de la necesidad contingente de la pareja» (n. 66). Por esto les estoy agradecido por el énfasis puesto por su Coloquio sobre los beneficios que el matrimonio puede aportar a los hijos, a los mismos esposos y a la sociedad.
En estos días, mientras reflexionaran sobre la complementariedad entre el hombre y la mujer, los exhorto a dar realce a otra verdad concerniente al matrimonio: que el compromiso definitivo en relación de la solidaridad, de la fidelidad y del amor responde a los deseos más profundos del corazón humano. Pensemos sobre todo a los jóvenes que representan el futuro: es importante que ellos no se dejen envolver por la mentalidad dañina de los provisional y sean revolucionarios con el coraje para buscar un amor fuerte y duradero, es decir de ir contracorriente: se debe hacer esto. Y sobre esto quisiera decir una cosa, ¿no? No debemos caer en la trampa de ser calificados con conceptos ideológicos. La familia es un hecho antropológico, y consecuentemente un hecho social, de cultura, etc. Y nosotros no podemos calificarla con conceptos de naturaleza ideológica que solamente tiene fuerza en un momento de la historia, y después caen. No se puede hablar hoy de familia conservadora o de familia progresista: la familia es familia. Pero no se dejen calificar así por esto o por otros conceptos, de naturaleza ideológica. La familia es en sí misma, tiene una fuerza en sí misma.
Pueda este Coloquio ser fuente de inspiración para todos aquellos que buscan sostener y reforzar la unión del hombre y de la mujer en el matrimonio como un bien único, natural, fundamental y bello para las personas, las familias, las comunidades y la sociedad.
En este contexto me gustaría confirmar que, a Dios rogando, en septiembre de 2015 iré a Philadelphia para el octavo Encuentro Mundial de las Familias.
Les agradezco por sus oraciones con las cuales acompañan mi servicio a la Iglesia. Yo también rezo por ustedes y los bendigo de corazón.
Muchas gracias.
Viva la Iglesia
Claro a Bergolio todo le da igual, mezclar lo verdadero con lo falso y lo bueno con lo malo, así ha sido su "pontificado", ¿acaso no entienden el mensaje detrás de sus palabras?
Contrario a lo que dice Francisco, LA FAMILIA DEBE SER CONSERVADORA, ya que si se hace progresista o liberal esa familia se empieza a hechar a perder, como hoy en día sucede.
Roberto Benavides
Francisco ha afirmado que "no se puede hablar hoy de familia conservadora o familia progresista: la familia es familia".
Sergio Borge
(RV).- Sucede en la Iglesia que los cristianos se sientan tentados de estar con Jesús sin querer estar con los pobres y los marginados, aislándose en un “microclima eclesiástico” que no tiene nada de auténticamente eclesial. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
Mirar a Jesús olvidándose de verlo en el pobre que pide …Más
(RV).- Sucede en la Iglesia que los cristianos se sientan tentados de estar con Jesús sin querer estar con los pobres y los marginados, aislándose en un “microclima eclesiástico” que no tiene nada de auténticamente eclesial. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
Mirar a Jesús olvidándose de verlo en el pobre que pide ayuda, en el marginado que causa repugnancia. Es la tentación que la Iglesia vive en toda época, la de cercarse a sí misma dentro de un “microclima eclesiástico”, como lo define el Papa, en lugar de abrir las puertas a los excluidos socialmente.
La homilía de Francisco forma parte de una de las páginas más intensas del Evangelio, en que el protagonista es el ciego de Jericó, del que el Papa observó que representa la “primera clase de personas” que puebla el relato del evangelista Lucas. Un hombre que no contaba nada, pero que “tenía ganas de salvación”, “ganas de ser curado”, y que, por lo tanto, grita por encima del muro de la indiferencia que lo circunda hasta que vence su apuesta y logra llamar a la “puerta del corazón de Jesús”. A este hombre se opone el círculo de los discípulos, que pretenden acallarlo para evitar que moleste y asiendo así – afirmó el Papa – alejan “al Señor de una periferia”:
“Esta periferia no podía llegar al Señor, porque este círculo – pero con tanta buena voluntad, ¡eh! – cerraba la puerta. Y esto sucede con frecuencia, entre nosotros los creyentes: cuando hemos encontrado al Señor, sin que nosotros nos demos cuenta, se crea este microclima eclesiástico. No sólo los sacerdotes, los obispos, también los fieles: ‘Pero nosotros somos aquellos que están con el Señor. Y de tanto mirar al Señor no vemos las necesidades del Señor: no miramos al Señor que tiene hambre, que tiene sed, que está en prisión, que está en el hospital. Aquel Señor, en el marginado. Y este clima hace tanto mal”.
El Papa describió asimismo al grupito que se siente elegido – “ahora somos elegidos, estamos con el Señor”, dijo – y añadió que quieren conservar “este pequeño mundo” alejando a quien “molestara al Señor”, incluso “los niños”. “Habían olvidado, habían abandonado – notó Francisco – su primer amor”:
“Cuando en la Iglesia los fieles, los ministros, se vuelven un grupo así… no eclesial, sino ‘eclesiástico’, de privilegio de cercanía al Señor, tienen la tentación de olvidar al primer amor, ese amor tan bello que todos nosotros hemos tenido cuando el Señor nos ha llamado, nos ha salvado, nos ha dicho: ‘Pero te quiero tanto’. Ésta es una tentación de los discípulos: olvidar el primer amor, o sea olvidar también a las periferias, donde yo estaba antes, incluso si debo avergonzarme”.
Después está el tercer grupo de la escena: el “pueblo simple”, el que alaba a Dios por la curación del ciego. “Cuántas veces – afirmó el Papa al respecto – encontramos gente sencilla, tantas viejitas que caminan y van” incluso con sacrificio “a rezar a un santuario de la Virgen”. “No piden privilegios, piden sólo la gracia”. Es el “pueblo fiel” – concluyó Francisco – aquel “que sabe seguir al Señor, sin pedir ningún privilegio”, capaz “de perder tiempo con el Señor” y, sobre todo, de no olvidar a la “Iglesia marginada” de los niños, de los enfermos, de los encarcelados:
“Pidamos al Señor la gracia que todos nosotros, que tenemos la gracia de haber sido llamados, jamás, jamás, jamás nos alejemos de esta Iglesia. Que jamás entremos en este microclima de los discípulos eclesiásticos, privilegiados, que se alejan de la Iglesia de Dios, que sufre, que pide salvación, que pide fe, que pide la Palabra de Dios. Pidamos la gracia de ser pueblo fiel de Dios, sin pedir al Señor ningún privilegio, que nos aleje del pueblo de Dios”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
es.radiovaticana.va/…/1111395http: