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La pereza. Acedia: Pecado Capital. charla dada por el Sacerdote de la parroquia San León Magno de Murcia y Peniteciario de la S.I. Catedral de Santa María de Murcia, Don Fernando Colomer Ferrándiz (…Más
La pereza. Acedia: Pecado Capital.

charla dada por el Sacerdote de la parroquia San León Magno de Murcia y Peniteciario de la S.I. Catedral de Santa María de Murcia, Don Fernando Colomer Ferrándiz (Licenciado en Teología y Doctor en Filosofía

El pecado de acedia

La acedia es pecado. San Juan Damasceno definió la acedia como "una especie de tristeza deprimente"; Santo Tomás la describe como "tristeza mundana" San Gregorio Magno la denomina como la apatía en torno a los preceptos. Santo Tomás afirma que siempre es algo malo; ya sea por sí misma o por sus efectos. Es mala en sí misma cuando la tristeza es causada por un bien verdadero, pues el bien espiritual sólo debería alegrar. Es mala en sus efectos, cuando la tristeza es causada por algo que verdaderamente es un mal (y por tanto, tendría razón de entristecer) pero entristece al punto de abatir el ánimo y alejar de toda obra buena. En este sentido San Pablo, hablando del pecador, dice a los corintios: Perdonadlo y animadlo, no sea que se vea hundido en una excesiva tristeza (2 Cor 2,7)

La acedia es vicio especial cuando se opone al gozo que debería procurar el bien espiritual en cuanto bien divino. Este gozo es un efecto propio de la caridad; por eso, entristecerse del bien divino es un pecado contra la virtud teologal de la caridad: "entristecerse del bien divino, del cual goza la caridad, pertenece al vicio especial que es llamado acedia". Este "entristecerse" ha de entenderse como: descontentar, sentir hastío, pereza, aburrimiento, desgana, apatía, displicencia. Propiamente consiste en la repugnancia a la virtud cuando ésta no va acompañada de consuelo; antipatía a la "virtud crucificada". En la cuestión De malo explica más en detalle que la acidia, en cuanto pecado especial, "produce tristeza del bien interno y divino", así como "amar este bien lo hace la caridad como virtud específica". La acidia tiene su raíz en el desorden de la carne y domina cuando domina en el hombre el afecto carnal.

La acedia, pecado capital

La acedia no sólo es un pecado sino un pecado capital. "Pecado capital" significa etimológicamente el pecado que es principio, cabeza o madre de otros pecados. Los pecados capitales son origen de otros pecados en el género de la causalidad final, pues éste es el único modo de causalidad que entraña una influencia específica de ciertos pecados respecto de otros; las demás influencias causales son muy genéricas: "el pecado capital es aquel del que nacen otros vicios en razón de causa final". Esto quiere decir que el vicio capital tiene un fin intrínseco para cuya consecución engendra otros pecados; por ejemplo, la avaricia, que tiene como fin la indefinida acumulación de riquezas, engendra el fraude, el dolo, el robo, la dureza del corazón, la inmisericordia (sin estas actitudes difícilmente el avaro podría enriquecerse como apetece). Por eso dice Santo Tomás que "llamamos pecados capitales a aquellos cuyos fines poseen cierto predominio sobre los otros pecados para mover el apetito".
Magda Mares
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