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Y de estos fieles, ¿quién se ocupa pastoralmente?

Y de estos fieles, ¿quién se ocupa pastoralmente?

Luis Fernando, el 8.10.15 a las 8:36 AM

En el último post de Bruno, una catequista hace una pregunta que me han hecho bastantes veces por email y por mensajes privados de redes sociales. Si no siempre de forma literal, sí muy aproximada:

Le pregunto a Luis Fernando o a quien me pueda ayudar: soy catequista; ¿qué debo enseñar? ¿ que hay que estar en estado de gracia para comulgar o que hay que hacer “un camino penitencial” (por ejemplo, hacer unos meses de oración y tener paciencia y luego sí, puedes comulgar) ¿Enseño que en pecado mortal no se puede comulgar, o digo que ya no hay pecados objetivamente malos, y que Dios es tan misericordioso que con tu “penitencia” subjetiva, ya basta?
Pido que me ayuden, porque estoy pensando en dejar de impartir la Catequesis. Muchas gracias.

En otro comentario añade:

Estoy super angustiada con estos posibles cambios porque veo cada vez más cerca la disociación entre doctrina y praxis, cosa que me parece tremendo a la hora de transmitir la fe. Tal vez me falta fe, fortaleza, alma martirial. Tal vez deba empezar a pensar seriamente en que estos cambios dramáticos me pedirán el testimonio de la propia vida. No sé si coinciden conmigo. Gracias, nuevamente.

Esta es mi respuesta:

Rosita, enseña la fe católica. Es más, si, Dios no lo quiera, cambian algo esencial de la misma, sigue enseñando lo que te ha sido transmitido. Que el mismo Dios que permitiera tal cosa sería el encargado de que, a su debido tiempo, vuelvan las aguas a su cauce.
Y, al menos mientras te dejen hacerlo, no dejes la catequesis. Los niños y los jóvenes no tienen culpa. Dios quiere y te concede que tú les protejas.

He dicho, digo y diré, que el mero hecho de que se discutan algunas de las cosas que se están discutiendo es un escándalo, causa grave daño espiritual a multitud de fieles y deja la Iglesia herida gravemente. Y ya no sé qué es peor. Si el daño que causan los malos intentando cargarse la fe de la Iglesia o el silencio y la tibieza de muchos de los supuestamente “buenos", que intentan vendernos la moto de que todo va muy bien, que hay buen rollete, espíritu de comunión, etc.

Mientras unos maquinan y los otros miran para otro lado, dándose palmadas en los hombros cual coleguillas de barrio, la fe de muchos fieles sufre, amenaza con resquebrajarse. Y no saben a quién acudir, porque aunque bien saben que el refugio seguro es Cristo, necesitan sentirse acompañados humanamente.

La Iglesia tiene el deber de ser columna y baluarte de la verdad, no fábrica de confusión y dudas. Los fieles no necesitan certezas basadas en la fe del carbonero -tan presente en cierto oficialismo ingenuo-, pero sí una seguridad arraigada en la Biblia, la Tradición y el Magisterio. Una seguridad que salta hecha pedazos cuando algunos cardenales y obispos cuestionan elementos fundamentales de esa fe, bajo mil excusas.

Tiempos recios. Tiempos de fe, oración, conversión personal, penitencia, mortificación, cruz. Solo la santidad salvará la Iglesia.

Exurge Domine et judica causam tuam.

Luis Fernando Pérez Bustamante

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