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Libano
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LA ESPIRITUALIZACION DE LA MATERIA SEGUN PAVEL FLORENSKY _ 32 La función del sacramento y del organismo sacramental que constituye el culto es para Florenskij, como vimos ya, establecer la comunión de …Más
LA ESPIRITUALIZACION DE LA MATERIA SEGUN PAVEL FLORENSKY _ 32

La función del sacramento y del organismo sacramental que constituye el culto es para Florenskij, como vimos ya, establecer la comunión de los dos mundos. En este sentido, el sacramento participa de la misma misión de la Iglesia en general, de la que el sacramento es expresión y encarnación. Para estudiar el paralelismo entre el ser de la Iglesia y el del sacramento en la teología de Florenskij, acudimos a su estudio sobre la Iglesia en la Sagrada Escritura. Aquí vemos cómo la Iglesia posee una naturaleza doble:
«La Iglesia tiene como tarea instaurar en la creación el Reino de Dios, es decir, poner en comunicación lo finito y temporal con lo infinito y eterno. En la medida en que pretende dar la vida eterna e infinita, la Iglesia misma ha de poseerla; en cuanto que pretende aportar esta vida a las criaturas temporales y finitas, ella misma ha de encontrarse en medio de ellas, tener parte en su finitud y temporalidad. De aquí la duplicidad del ser de la Iglesia; la ausencia de uno de los aspectos señalados haría que la Iglesia no correspondiese a su finalidad».
Esta dualidad del ser de la Iglesia está basada en la duplicidad de la naturaleza de su Cabeza, y ésta determina también la estructura doble de los mismos misterios-sacramentos eclesiales;
«Inseparablemente unida con su Creador y su Fundador divino, e indisociable al mismo tiempo de su condición humana, la Iglesia, por su propio origen, tiene un carácter doble, y su dualidad constitutiva (...), o la duplicidad de su carácter (...) se da a conocer en cada movimiento del cuerpo eclesial (...). Es más: esta duplicidad de su naturaleza se extiende (aunque en otro aspecto) también al Fundador y Cabeza de la Iglesia, y, en último término, en la dúo-unidad de éste encuentra la Iglesia su explicación definitiva, del mismo modo que en Él encuentra también su explicación la naturaleza doble, terreno-divina de los misterios».
Una misma dúo-unidad reina, por tanto, en el plano de la economía de la Encarnación: del Misterio de Cristo al Misterio de la Iglesia, y de ésta a los misterios, un mismo carácter sobre- racional hace de estos ámbitos realidades complejas y pneumatológicas. Se comprende por qué la absolutización racional de uno de los dos principios constitutivos conduce a la herejía en ambos campos. El mero entendimiento, que separa como incompatibles los dos principios, conduce, lo mismo que en el caso de la cristología, a herejías eclesiológicas: un monofisismo eclesiológico que absolutizaría el principio divino, no dejando espacio a la fe, la ascesis y la voluntad de los creyentes; o un arrianismo que concebiría la Iglesia como un mero producto de la fe de los creyentes, de modo que éstos lo serían todo, y la Iglesia no sería nada; o, por último, un nestorianismo eclesiológico, representado por toda tendencia a disociar una “Iglesia invisible” o “Iglesia mística” de la “Iglesia visible” o “Iglesia empírica”.