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San Juan Bautista de La Salle. Juan Bautista de La Salle Enseñar la virtud y el amor a Dios educar en la fe y la verdad transmitir los valores del Señor Jesús enseñando a vivir y a ser fiel , ser …Más
San Juan Bautista de La Salle.

Juan Bautista de La Salle
Enseñar la virtud y el amor a Dios
educar en la fe y la verdad
transmitir los valores del Señor Jesús enseñando a vivir y a ser fiel ,
ser ejemplo y modelo de Santidad infundiendo los ideales de Dios
La semilla de Cristo en el corazón de los niños sembrar con amor .
San Juan Bautista de la Salle Maestro , Pastor y embajador la obra que Dios en ti comenzó siga dando abundante fruto
San Juan Bautista de la Salle Sacerdote de Cristo el Señor
Para dar los frutos que Dios quiere
Hoy pedimos tu intercesión !.

Las escuelas Cristianas saber fundar sabiamente hacerlas crecer
para el bien de la iglesia y la sociedad
para un mundo mas noble y mejor
A los pueblos lejanos iré en misión
anunciar la palabra de Dios
Y a los mas alejados de Dios llevar la noticia de la Salvación
San Juan Bautista de la Salle Maestro , Pastor y embajador
la obra que Dios en ti comenzó
siga dando abundante fruto
San Juan Bautista de la Salle Sacerdote de Cristo El Señor
Para dar los frutos que Dios quiere
Hoy pedimos tu intercesión !
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Meditaciones para los días de retiro
Destinadas a todos aquellos que se dedican a la educación de la juventud, y particularmente a los Hermanos de las Escuelas Cristianas en los días de retiro que tienen durante las vacaciones
Por San Juan Bautista de la Salle
Doctor en Teología, Fundador de los
Hermanos de las Escuelas Cristianas
197 QUINTA MEDITACIÓN
Que los llamados por la Providencia a educar a los niños, deben ejercer con éstos las funciones de Ángeles Custodios
Puede decirse que, al nacer, son los niños a modo de una masa de carne; y que el espíritu se va despegando en ellos de la materia sólo a fuerza de tiempo, y afinándose sólo poquito a poco; síguese como consecuencia necesaria que, quienes de ordinario se educan en las escuelas, no están aún en condiciones de concebir fácilmente por sí mismos las verdades y máximas cristianas; de suerte que han menester guías expertos y ángeles visibles para descubrírselas.
Los Ángeles aventajan a los hombres en que, por hallarse desprovistos de cuerpo y de todas las funciones de los sentidos, sin las cuales de ordinario el entendimiento humano se actúa rara vez; tienen luces muy superiores a las del hombre y pueden, por tanto, contribuir en gran manera a que las ideas sean en éste mucho más nítidas de cuanto pudieran serlo por la sola capacidad de la mente humana; debido a que los Ángeles les hacen partícipes de sus luces y del conocimiento que poseen del verdadero bien.
Merced a esas luces comunicadas por los Ángeles custodios a los hombres, pueden éstos adquirir conocimiento más vívido de Dios y sus perfecciones, de todo cuanto a Dios se refiere y de los medios para llegarse a Él.
Si es verdadero cuanto precede hablando de los hombres en general, lo es incomparablemente con mayor razón tratándose de los niños; quienes, por tener el entendimiento más torpe, como menos desligado de los sentidos y la materia, necesitan que se les expliquen las verdades cristianas - ocultas de por sí al espíritu humano - de modo más sensible, y proporcionado a la cortedad de su mente.
Y, a falta de ello, permanecen en muchos casos durante toda su vida, rudos e insensibles a las cosas de Dios, e incapaces de percibirlas y gustarlas.
La bondad divina se ha dignado suplir ese inconveniente dando a los niños maestros que los instruyan en todos esos puntos.
Admirad cómo la misericordia de Dios pone remedio a todas las necesidades de sus criaturas, y da modo a los hombres de llegar al conocimiento del verdadero bien, que es el ordenado a la salvación de sus almas; y ofreceos a Él para ayudar en esto a los niños que tenéis a vuestro cargo, según lo exija Dios de vosotros.
No basta, para ser salvo, conocer las verdades cristianas puramente especulativas; pues, como ya hemos dicho, la fe sin obras está muerta (1), esto es, se asemeja a un cuerpo sin alma y, por tanto, no es suficiente por sí sola para ayudarnos a conseguir la salvación.
No basta, pues, procurar a los niños el espíritu del cristianismo y enseñarles los misterios y las verdades especulativas de nuestra religión. Se requiere, además, que les deis a conocer las máximas de vida práctica contenidas en el santo Evangelio.
Mas, como su inteligencia no tiene aún de por si vigor suficiente para poder comprenderlas y llevarlas a la práctica; debéis servirles vosotros de ángeles visibles en ambas cosas:
1.- dándoles a conocer dichas máximas, como se contienen en el santo Evangelio;
2.- dirigiendo sus pasos por la senda que los conduzca a ponerlas en práctica.
Ésa es la razón de que requieran los niños ángeles visibles, los cuales, tanto con sus instrucciones como con sus buenos ejemplos, los animen a gustarlas y ponerlas por obra, a fin de que, utilizando esos dos medios, tan santas máximas les produzcan impresión profunda, que las grabe en sus mentes y corazones.
Tal es la función que habéis de cumplir con los discípulos. Es obligación vuestra proceder de tal modo con ellos que, a semejanza de lo realizado con vosotros por los Ángeles custodios, los determinéis a conformar su vida con las normas del santo Evangelio, y les propongáis, para conseguirlo, medios fáciles y convenientes a sus años; de modo que, acostumbrados insensiblemente a ello en la infancia, puedan en edad más avanzada seguir practicándolas sin excesivo esfuerzo y como en virtud de cierto hábito.
Se tropieza en esta vida con tantos estorbos a la salvación, que es imposible evitarlos, fiando únicamente en las propias fuerzas y guiándose cada uno a sí mismo.
De ahí que os haya dado Dios Ángeles custodios los cuales, por una parte, cuiden de vosotros e impidan, como dice el Profeta, que " caigáis por haber dado contra alguna piedra " (2); es a saber, contra los obstáculos que se oponen a vuestra salvación; y, por otra, que os lo inspiren primero, y os ayuden después, a alejaros del camino donde pudierais hallar tales tropiezos.
Como es mucho más fácil que caigan los niños en algún precipicio, por ser tan débiles de espíritu como de cuerpo, y por contar con tan escasas luces para obrar el bien; necesitan para recorrer seguros la senda de su salvación, las luces de guías expertos, dotados de inteligencia suficiente en todo lo relacionado con la piedad, y conocedores de las faltas más ordinarias en los muchachos; de modo que puedan dárselas a conocer y preservarlos de ellas.
Dios ha provisto a esa necesidad dando a los niños maestros, a quienes confía ese cometido y a quienes ha dotado de la suficiente diligencia y solicitud, no sólo para no tolerar que se adueñe del corazón de sus educados cosa alguna que pueda ser nociva a su salvación, sino también para conducirlos con seguridad por entre todos los peligros que presenta el mundo; de suerte que, dirigidos por guías tan expertos, y amparados por Dios, tema el demonio acercarse a ellos.
Pedid hoy a Dios la gracia de velar en tal forma por los niños que os están confiados, que toméis todas las precauciones posibles para preservarlos de caídas importantes, y seáis tan excelentes conductores suyos que, merced a las luces obtenidas de Dios, y a la fidelidad en cumplir esmeradamente el empleo; descubráis con tanta claridad cuanto pudiera ser impedimento al bien de sus almas, que apartéis del camino de su salvación todo lo que fuere capaz de dañarlos.
Eso es lo que principalmente os debe preocupar respecto de ellos; ésa la razón primordial de que os encomiende Dios tan santo ministerio, y aquello de que en el día del juicio habréis de darle exactísima cuenta.