Gottlob
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Los siete domingos al señor San José – Tercer domingo

Para preparar su gran fiesta del 19 de marzo

Esta maravillosa tradición, cuyo origen se remonta al siglo XVI, consiste en dedicar los siete domingos anteriores a la fiesta de San José a acudir con especial detenimiento al Esposo de María Virgen, para expresarle cariño y pedirle mercedes.

Indulgencias

El Sumo Pontífice Gregorio XVI en 22 de enero de 1836 concedió á todos los fieles que, á lo menos con corazón contrito, recen devotamente las oraciones de los Gozos y Dolores en siete domingos continuos, las siguientes Indulgencias: 300 días en cada uno de los seis primeros domingos; plenaria en el séptimo confesando y comulgando.

Su Santidad Pío IX, en 1 de febrero de 1847, se dignó conceder una indulgencia plenaria para cada uno de los siete domingos de San José, si se observan las condiciones de confesión, comunión y visita en cualquier templo, rogando por las necesidades del Sumo Pontífice y de la santa Iglesia.

Se pueden rezar también en cualquier época del año; pero se exige que sean siete domingos seguidos, sin interrupción, y que en cada domingo se recen todos los Dolores y Gozos de San José; y quien no sabe leer rece siete veces el Padrenuestro, Avemaria y Gloria. Se recomienda a la piedad de los fíeles que en cada domingo lean una de las meditaciones que van a continuación.

Las indulgencias son aplicables por las benditas almas del purgatorio, con las condiciones acostumbradas.

TERCER DOMINGO
El dolor:
cuando la sangre del niño Salvador fue derramada en su circuncisión.
La alegría: dada con el nombre de Jesús.

ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DOMINGOS

¡Dios y Señor mió, en quien creo, en quien espero y a quien amo sobre todas las cosas! al pensar en lo mucho que habéis hecho por mí y lo ingrato que he sido yo a vuestros favores, mi corazón se confunde y me obliga a exclamar: ¡Piedad, Señor, para este hijo rebeldeyi perdonadle sus extravíos, que le pesa de haberos ofendido, y desea antes morir que volver a pecar. Confieso que soy indigno de esta gracia; pero os la pido por los méritos de vuestro padre nutricio San José. Y Vos, gloriosísimo abogado mío, recibidme bajo vuestra protección, y dadme el fervor necesario para emplear bien este rato en obsequio vuestro y utilidad de mi alma. Amén.

MEDITACIÓN
Habiendo venido el Mesías para dar cumplimiento á la ley, quiso someterse humildemente al martirio de la circuncisión; Terminada la ceremonia, impuso al Niño Dios el adorable nombre de Jesús, según mandato que de lo alto había recibido. Y ¡ con qué dulzura, con qué amor, con qué afectos de confianza, con qué reverencia pronunciaría José, por vez primera, este nombre de salud, consuelo de nuestra vida y esperanza de nuestra muerte! Jesús, nombre dulcísimo, nombre sobre todo nombré, por el cual nos será concedido todo lo que pidamos; nombre obrador de milagros, que al oírlo, se postran en adoración los cielos, salta de júbilo y esperanza la tierra, tiemblan de pavor los infiernos. Jesús, nombre del que brota leche suavísima y casto vino para las almas puras, pan de fortaleza para los débiles, manantial de delicias infinitas para los santos, y esperanza y amor y salud de todos. Grábese este nombre en nuestras almas, palpite en nuestros corazones, sea la miel de nuestros labios, el adiós de nuestra despedida del 'mundo, y el saludo y principio de nuestra glorificación perdurable. ¡ Oh Patriarca, Señor San José! por este dolor y gozo vuestro, alcanzadnos la gracia de cumplir en todo con nuestros deberes, por grandes que sean los sacrificios que en ello hayamos de hacer; y otorgadnos también el favor dé pronunciar siempre con mérito el santísimo y dulcísimo nombre de Jesús. Amén.

ORACIÓN FINAL

Oh bienaventurado patriarca, glorioso San José, escogido para ser padre adoptivo del Hijo de Dios hecho hombre: el dolor que sentisteis viendo nacer al niño Jesús en tan gran pobreza se cambió de pronto en alegría celestial al oír el armonioso concierto de los ángeles y al contemplar las maravillas de aquella noche tan resplandeciente.
Por este dolor y gozo alcanzadnos que después del camino de esta vida vayamos a escuchar las alabanzas de los ángeles y a gozar de los resplandores de la gloria celestial.
Pater, Ave y Gloria.

GOZOS DEL GLORIOSO PATRIARCA Y ESPOSO DE MARÍA, SAN JOSÉ

Pues sois santo sin igual

y de Dios el más honrado:

sed, José, nuestro abogado

en esta vida mortal.

Antes que hubieseis nacido,

ya fuisteis santificado,

y ab eterno destinado

para ser favorecido:

nacisteis de esclarecido

linaje y sangre real.

Sed, José…

Vuestra vida fue tan pura

que en todo sois sin segundo:

después de María, el mundo

no vio más santa criatura;

y así fue vuestra ventura

entre todos sin igual.

Sed, José…

Vuestra santidad declara

aquel caso soberano,

cuando en vuestra santa mano

floreció la seca vara;

y porque nadie dudara,

hizo el cielo esta señal.

Sed, José…

A vista de este portento,

todo el mundo os respetaba,

y parabienes os daba

con alegría y contento;

publicando el casamiento

con la Reina celestial.

Sed, José…

Con júbilo recibisteis

a María por esposa,

Virgen pura, santa, hermosa,

con la cual feliz vivisteis,

y por ella conseguisteis

dones y luz celestial.

Sed, José..

Oficio de carpintero

ejercitasteis en vida,

para ganar la comida

a Jesús, Dios verdadero,

y a vuestra Esposa, lucero,

compañera virginal.

Sed, José…

Vos y Dios con tierno amor

daba el uno al otro vida,

Vos a El con la comida,

y El a Vos con su sabor:

Vos le disteis el sudor,

y Él os dio vida inmortal.

Sed, José…

Vos fuisteis la concha fina,

en donde con entereza

se conservo la pureza

de aquella Perla divina,

vuestra Esposa y Madre digna,

la que nos sacó de mal.

Sed, José…

Cuando la visteis en Cinta,

fue grande vuestra tristeza; sin condenar su pureza,

tratabais vuestra jornada;

estorbóla la embajada

de aquel Nuncio celestial.

Sed, José…

No tengáis ¡oh José! espanto,

el Paraninfo decía:

lo que ha nacido en María,

es del Espíritu Santo:

vuestro consuelo fue tanto,

cual pedía caso tal.

Sed, José…

Vos sois el hombre primero

que visteis a Dios nacido;

en vuestros brazos dormido tuvisteis aquel Lucero,

siendo vos el tesorero

de aquel inmenso caudal.

Sed, José…

Por treinta años nos guardasteis

aquel Tesoro infinito

en Judea, y en Egipto

a donde lo retirasteis;

entero nos conservasteis

aquel rico mineral.

Sed, José…

Cuidado, cuando perdido,

os causó y gran sentimiento

que se os volvió en contento

del cielo restituido;

de quien siempre obedecido

sois con amor filial.

Sed, José…

A vuestra muerte dichosa,

estuvo siempre con Vos

el mismo humanado Dios,

con María vuestra Esposa:

y para ser muy gloriosa,

vino un coro angelical.

Sed, José…

Con Cristo resucitasteis

en cuerpo y alma glorioso,

y a los cielos victorioso

vuestro Rey acompañasteis,

a su derecha os sentasteis

haciendo coro especial.

Sed, José…

Allá estáis como abogado

de todos los pecadores,

alcanzando mil favores

al que os llama atribulado:

ninguno desconsolado

salió de este tribunal

Sed, José…

Los avisos que leemos

de Teresa nuestra madre,

por abogado y por padre

nos exhorta que os tomemos:

el alma y cuerpo sabemos

que libráis de todo mal

Sed, José…

Pues sois santo sin igual

y de Dios el más honrado,

sed, José, nuestro abogado en esta vida mortal.
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