fac2011
255
Curas tercermundistas, los padres de la violencia. CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Mucho se ha hablado durante los últimos días sobre el cura tercermundista Carlos Mugica, a raíz …Más
Curas tercermundistas, los padres de la violencia.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Mucho se ha hablado durante los últimos días sobre el cura tercermundista Carlos Mugica, a raíz del mural que inauguró Cristina Kirchner en su homenaje. La versión oficial cuenta que Mugica fue muerto por la Triple A.

Otras campanas indican que el sacerdote fue en realidad asesinado por Montoneros, y pruebas empíricas para apoyar tal tesis no faltan: días antes de ser asesinado, el tercermundista dijo públicamente que “si en este momento recibo una bala, no sé si viene de algún grupo de derecha o de izquierda” 1.

Y como si ello fuera poco, Mugica había sido escrachado en la sección “Cárcel del Pueblo” de la revista Militancia (órgano de prensa montonera), lugar de la publicación dedicado a señalar próximas víctimas (Rucci también fue escrachado allí días antes de ser acribillado). Asimismo, el dirigente peronista Antonio Cafiero contará varios años más tarde que, dos días antes de su asesinato, Mugica le dijo: “A mi me van a matar los Montoneros”. 2

No obstante, desde estas líneas no nos proponemos ingresar en la discusión de quién mató a Mugica. Al contrario, preferimos reflexionar sobre quiénes fueron los sacerdotes tercermundistas a los que el kirchnerismo homenajea, y qué rol jugaron en los violentos años '70.

Los orígenes del llamado Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo encuentran su raíz en el Manifiesto de los Obispos para el Tercer Mundo (documento firmado por dieciocho obispos latinoamericanos en los años ´60) donde se adhería explícitamente al socialismo de carácter revolucionario: “Los cristianos tienen el deber de mostrar que el verdadero ‘socialismo’ es el cristianismo integralmente vivido, en el justo reparto de los bienes y la igualdad fundamental de todos. Muy lejos de mostrarnos hostiles sepamos adherir a él con alegría, como a una forma de vida social mejor adaptada a nuestro tiempo y más conforme con el espíritu del Evangelio”.

La infiltración del marxismo en el seno de la Iglesia latinoamericana terminó de concretarse a través de los documentos de la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, llevada a cabo en Medellín en 1968. Las conclusiones de la conferencia fueron desopilantes. Por ejemplo, en algunos pasajes se justificaba la violencia empleando argucias análogas a las del discurso comunista: “Que en la consideración del problema de la violencia en América Latina se evite por todos los medios equiparar o confundir la violencia injusta de los opresores que sostiene este ‘nefasto sistema’ con la justa violencia de los oprimidos, que se ven obligados a recurrir a ella para lograr su liberación”. 3

Nótese el lenguaje empleado y sus semejanzas con los recursos discursivos de la izquierda, mezclado con una suerte de justificación de orden evangélica omnipresente en las peroratas de estos sacerdotes desviados que influyeron en gran cantidad de fieles y los confundieron en su misión terrenal.

El Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo fue fundado en mayo de 1967. Desde su primera declaración pública, la organización manifestó la adhesión de sus miembros al socialismo armado: “[sostenemos] nuestra firme adhesión al proceso revolucionario, de cambio radical y urgente de sus estructuras y nuestro formal rechazo al sistema capitalista vigente […] para marchar en búsqueda de un socialismo latinoamericano que promueva el advenimiento del Hombre nuevo”. 4

El Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo descansaba, como es sabido, en la “Teología de la liberación”. De inequívoco espíritu marxista, la corriente de marras difundía ideas de corte clasista tales como “tomar conciencia de la lucha de clases optando siempre por los pobres”.

Entre sus objetivos explícitos, estos clérigos admitían trabajar por la “concientización de las masas acerca de sus verdaderos enemigos para transformar el sistema vigente”. Vale aclarar que este sector apoyó, promovió y hasta participó en fuerzas guerrilleras y terroristas en general como veremos.

Así las cosas, los servicios prestados por los sacerdotes tercermundistas a las organizaciones armadas, en rigor, fueron variados, y van desde el apoyo espiritual e ideológico, hasta el militar.

En el primer caso, cabe decir que los clérigos brindaron una especie de justificación moral a la violencia guerrillera, al tiempo que impregnaron de odio a un sinnúmero de jóvenes que luego tomarían las armas, matando y muriendo por las enseñanzas de estos verdaderos profesionales del lavado cerebral.


En efecto, la influencia que practicaban sobre la juventud era de tal envergadura, que el ensayista Lucas Lanusse afirma que “casi todos los jóvenes que durante 1970 confluyeron en la organización Montoneros, provenían del campo reformador de la Iglesia Católica”.

El ex guerrillero Luis Labraña por su parte confirma que “los curas tercermundistas estaban directamente vinculados a la guerrilla… adoctrinaron ideológicamente a muchos pibes que luego fueron montoneros”. 6. Para el profesor Roberto …