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¿Por qué es necesaria la educación sexual?

La educación sexual forma parte de la educación integral de la persona, en todas sus dimensiones. Implica un trabajo en tres ámbitos: la responsabilidad, la conciencia y la aspiración al valor.

También en este ámbito, es necesario educar las conciencias para que los adolescentes sepan descubrir el sentido y el valor de las cosas y de los propios actos.

La educación para la sexualidad implica un trabajo en tres ámbitos: la responsabilidad, la conciencia y la aspiración al valor. La responsabilidad es una característica fundamental del hombre. Incluso un niño puede presuponer el valor de una acción.

Educar las conciencias se convierte hoy en un imperativo para que los adolescentes sepan descubrir el sentido y el valor de las cosas y de los propios actos. De lo contrario, los medios de comunicación, las pseudociencias u otras instancias mediadoras de la cultura – o de la subcultura – se convierten en el criterio ético de la conducta.

Ante la cascada de informaciones y mensajes contradictorios y desorientadores, el gran desafío para la educación esaprender a discernir – saber lo que es o no es importante, lo que es o no es esencial – en una palabra: lo que tiene sentido y lo que no lo tiene.

La dinámica de la educación en su aspecto formativo no es un proceso de fuera hacia adentro; al contrario: tiene lugar en un espacio existencial entre el ser quesoy y el ser que debo ser o que aspiro a ser.

Los fundamentos de la disposición pedagógica del hombre son: la responsabilidad, la conciencia y laaspiración al valor.

La educación siempre supone libertad, más concretamente libertad para transformarse, para ser-de-otra-forma. Y esto no se da por voluntad de los padres o profesores, sino por una intuición del deber vivido por el niño como algo proprio.

Así, si el estado adulto se caracteriza por la autonomía y por la capacidad de ser responsable, presupone ya en la infancia esta capacidad. Esto no significa que el niño sea un ser incompleto y no deba ser respetado por ser él mismo, es decir, un niño; al contrario, el hecho de ser un ser completo es lo que le posibilita para ser lo que es – un ser responsable.

En esta visión, si la finalidad de la educación sexual es llegar a vivir una sexualidad madura, plena, ésta presupone un camino a recorrer, pues el estado adulto no llega de una: se va estructurando en correspondencia con cada una de las etapas del desarrollo, sobre la base infantil.

El proceso de “adolecer” (crecer) tampoco se da como un mero desarrollo de un potencial ya presente, o por simple influencia del medio, sino que trae consigo una exigencia: es un proceso de decisión responsable – parte de una instancia espiritual que es un ser que decide (persona) y asume el proyecto de convertirse en una personalidad adulta y responsable de su propia existencia.

Fuentes / referencias:

Documento vaticano sobre sexualidad humana
Documento vaticano sobre educación sexual

Además de la responsabilidad, la conciencia es otro elemento estructurador de la disposición pedagógica del hombre. La conciencia es una capacidad intuitiva, pre-lógica, pues tiene su raíz en el “inconsciente espiritual”.

Desde pequeño el niño puede tener una conciencia pre-lógica de si mismo (intuir quién es, percibirse como alguien único) y una conciencia pre-moral del valor (intuir lo que vale en determinada situación o lo que tiene sentido para él en ese momento).

Las influencias educativas externas, por tanto, además de ser reales, son también necesarias, pero no deben tener una función coactiva. Son, al contrario, representaciones de un “orden” vivido como tal por el niño desde pequeño, que le van dando la seguridad necesaria para pasar de una “conciencia heterónoma” a una “conciencia autónoma” (Piaget).

Hay que rescatar el legítimo sentido de la autoridad que contribuye a dar este paso. El ejercicio de la autoridad que busca la independencia creadora del otro tiene esas características: está abierta a la complejidad de la realidad, promueve una libertad responsable, permite un clima de permisividad participativa, se funda en la relación afectiva y en el respeto mutuo, se ejerce en la convivencia, no en el enfrentamiento.

Hoy, más que nunca, los principios de la autoridad y de la responsabilidad en la educación tienen una primordial importancia, pero nunca fue tan difícil implementarlos en esta cultura que preconiza la emancipación del niño en relación al adulto. Corresponde a la educación fortalecer esa noción de que la persona no madura espontáneamente, sino que necesita de su propia intervención a través de la mediación de un adulto.

No es posible que el ser humano alcance una vida llena de sentido si no consigue despedirse del paraíso de la infancia. Educar para la emergencia de la conciencia, por tanto, supone: fortalecer la voluntad infantil; activar impulsos, conocimientos y experiencias sin esperar recompensas inmediatas; generar fuerzas para confrontar de forma crítica la visión del mundo propia y ajena; ayudar a entender la necesidad de tolerar críticas, elaborar fracasos y superar culpas; despertar la disposición para asumir responsabilidades. “Más que nunca”, escribe Viktor Frankl, “la educación es educación para la responsabilidad”.

Fuentes / referencias: un artículo del sacerdote Gotzon Santamaría

La aspiración al valor es un tercer elemento a tener en consideración. El ser humano no está necesariamente impulsado por el instinto; como ser espiritual es “atraído” por lo valioso, y solamente en esta perspectiva puede ser educado. El niño y el adolescente están mucho más próximos a los valores de lo que el adulto imagina o cree llevarles; esto se debe a que su conciencia tiene la capacidad pre-lógica de captar el sentido, o de captar lo valioso presente en cada situación.

La aspiración al valor (o la voluntad de sentido) no entra en juego solamente cuando está relacionada con los valores universales – lo bello, lo bueno y lo verdadero –, sino que se extiende a todas las instancias de la vida humana. Los valores surgen con las exigencias del día a día y con las tareas personales. Como sucede con la responsabilidad, la capacidad de percibir y realizar valores se va delineando gradualmente, en cada fase de la vida.

Por el camino de la adquisición del lenguaje, el niño empieza ya a familiarizarse con el mundo de los contenidos, significados y símbolos; y se va abriendo así a un universo axiológico.

Gradualmente, el ser del hombre va apuntando hacia más allá de sí mismo, hacia un sentido que no reside en el mismo, sino en aquello que le lleva a autotranscenderse: salir de sí mismo y proyectarse hacia el otro y realizar los valores.

No existe la posibilidad de una educación a la sexualidad si ésta no abarca toda la persona, todas sus dimensiones; y a no ser que esté inserta en un estilo de vida que, partiendo de la realidad presente de la persona, esté dirigida a la meta a la que ésta desea llegar.

Algunos aspectos educativos son fundamentales:

información adecuada a la capacidad de comprensión del niño; vigilancia y orientación oportuna en el juego; valoración positiva de las diferencias sexuales en la reciprocidad hombre-mujer; demostraciones de afecto, respeto y amor entre los padres y en la relación adulto-niño; evitar la tolerancia y la condescendencia con los caprichos infantiles que llevan a actitudes egoístas y antisociales; evitar las excesivas exigencias y la inflexibilidad que paralizan la voluntad del niño; perseverancia en el cumplimiento de las exigencias fundamentales; evitar actitudes permisivas y actitudes punitivas y negativas; distinguir el momento en que hay que dejar actuar libremente y en el momento de imponer límites.

La educación sexual presupone un educador (padres, profesores) con un papel activo y corresponsable, porque apunta y remite a los valores. Él es “portador-testigo de los valores”, el que debe garantizar la no arbitrariedad de sus acciones.

Se espera de él una actitud de confianza que va más allá de la complicidad, sino que se apoye, sobre todo, en el hecho de ver al niño o al adolescente en su deber-ser, y que por ello no minimiza la tensión que le mueve, sino que al contrario, propone, instiga, provoca el encuentro con los valores.

Una educación sexual humanizada e integradora tiene como objetivo promover el protagonismo del adolescente en su proceso de descubrimiento y maduración afectivo-sexual, de cara a la plenitud del amor.

Dicha educación sexual debe, por tanto, presentar las siguientes directrices básicas:

– El desarrollo y la madurez sexual forman parte del desarrollo y de la madurez de la personalidad en su conjunto. Es imposible tratar la sexualidad como un asunto único, independiente de los demás.

– El tema de la prevención de las enfermedades de transmisión sexual, del Sida y del embarazo no deseado debe abordarse a partir del sentido amplio de la propia sexualidad.

– La prevención debe ser trabajada como una capacidad específicamente humana de tomar decisiones saludables ante situaciones de vulnerabilidad, mediante la movilización de dos recursos fundamentales: el autodistanciamiento y la autotrascendencia.

– Propuesta de integración del deseo genital en una escala de valores dada por la sexualidad total, ontológicamente fundada, que reconoce en la genitalidad el valor de ser el signo de algo propiamente humano.

– El cuerpo necesita ser reintegrado en la unidad antropológica que caracteriza a la persona y redimensionado como referencia ontológica para la distinción entre masculinidad y feminidad.

– Desarrollo de una conciencia crítica para tomar decisiones responsables respecto de la propia sexualidad, buscando el sentido profundo de la misma, dentro de una visión integral de la persona.

Este artículo fue realizado con pasajes del artículo “Sexualidade: fundamentos antropológicos e o papel da educação”, de Eloisa Marques Miguez, especialista en Logoterapia aplicada a la Educación y miembro de la Comunidad “Senhor da Vida” (Jacareí, São Paulo). El artículo se encuentra en el libro “Sexualidade, gênero e desafios bioéticos” (São Paulo, Difusão Editora, 2011, org. Dra. Elizabeth Kipman Cerqueira). Por Alexandre Ribeiro, Editor de la sección portuguesa de Aleteia

¿Qué dice la Iglesia sobre la sexualidad?

www.aleteia.org/…/por-que-es-nece…
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MI FE EN CRISTO.
Doy gracias a Dios por encontrar esta pagina hermosa, la cual me reenforza mi fe en la Santa Iglesia Catolica.Más
MI FE EN CRISTO.

Doy gracias a Dios por encontrar esta pagina hermosa, la cual me reenforza mi fe en la Santa Iglesia Catolica.