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La Fe Perfecta en Dios - Salmo 46 Salmos 46 Dios, nuestro amparo y fortaleza Para el director del coro. Salmo de los hijos de Coré, compuesto para Alamot[a]. Cántico. 46 Dios es nuestro refugio y …More
La Fe Perfecta en Dios - Salmo 46
Salmos 46
Dios, nuestro amparo y fortaleza
Para el director del coro. Salmo de los hijos de Coré, compuesto para Alamot[a]. Cántico.
46 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
nuestro pronto auxilio[b] en las tribulaciones[c].
2 Por tanto, no temeremos aunque la tierra sufra cambios,
y aunque los montes se deslicen al fondo[d] de los mares; 3 aunque bramen y se agiten[e] sus aguas, aunque tiemblen los montes con creciente enojo[f]. (Selah[g]) 4 Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, las moradas santas del Altísimo. 5 Dios está en medio de ella, no será sacudida; Dios la ayudará al romper el alba[h]. 6 Bramaron las naciones[i], se tambalearon[j] los reinos; dio[k] El su voz, y la tierra se derritió. 7 El Señor de los ejércitos está con nosotros; nuestro baluarte es el Dios de Jacob. (Selah) 8 Venid, contemplad las obras del Señor, que ha hecho asolamientos[l] en la tierra; 9 que hace cesar las guerras hasta los confines de la tierra; …More
Knights4Christ
Salmos 137:1-6
Junto a los ríos de Babilonia
Sentados junto a los ríos de Babilonia,
llorábamos al acordarnos de Sión.
En los álamos que hay en la ciudad
colgábamos nuestras arpas.
Allí, los que nos habían llevado cautivos,
los que todo nos lo habían arrebatado,
nos pedían que cantáramos con alegría;
¡que les cantáramos canciones de Sión!
¿Cantar nosotros canciones del Señor
en tierra extraña? …More
Salmos 137:1-6
Junto a los ríos de Babilonia

Sentados junto a los ríos de Babilonia,
llorábamos al acordarnos de Sión.
En los álamos que hay en la ciudad
colgábamos nuestras arpas.
Allí, los que nos habían llevado cautivos,
los que todo nos lo habían arrebatado,
nos pedían que cantáramos con alegría;
¡que les cantáramos canciones de Sión!

¿Cantar nosotros canciones del Señor
en tierra extraña?
¡Si llego a olvidarte, Jerusalén,
que se me seque la mano derecha!
¡Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no te pongo, Jerusalén,
por encima de mi propia alegría!