El cardenal Becciu cambia la doctrina
Por Riccardo Cascioli
En una entrevista de hace algunos días el prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el cardenal Becciu, contradijo el magisterio y el buen sentido a propósito de la homosexualidad. Es el emblema de una situación de extrema confusión en la Iglesia.
La diferente y incluso opuesta actitud de los obispos y de los sacerdotes respecto a la homosexualidad es el emblema de la gran confusión que reina en la Iglesia. Al punto que un cardenal, muy cercano al papa Francisco, sobre los sacerdotes y la homosexualidad se permite contradecir tanto el magisterio tradicional de la Iglesia como las indicaciones específicas confirmadas por el papa Francisco, todo con la máxima naturalidad, como si estuviera diciendo la cosa más normal el mundo. Y todo pasa sin que a nadie en el Vaticano le venga a la mente como mínimo de pedir explicación al prelado de lo que ha dicho.
Estamos hablando del cardenal Angelo Becciu, una carrera fulminante en este pontificado, hombre de confianza del papa Francisco, que primero lo llamó para ser el número 2 de la Secretaría de Estado y después para desempeñar el rol de prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos. El domingo pasado Becciu ha sido entrevistado por Rep Idee (manifestación cultural organizada por el diario Repubblica), y entre otras cosas – entre ellas la habitual diatriba contra Salvini en el día de la votación – ha pontificado sobre los sacerdotes y la homosexualidad: “Ser homosexual no es un pecado – ha dicho Becciu -, pero más una aprobación del mundo homosexual se trata de respeto, se puede ser homosexual y vivir como sacerdote valiente. Lo importante es respetar el voto de castidad, porque ésta es la verdadera elección”.
Es desalentador notar como un cardenal, un representante de primer nivel en la Iglesia, un estrecho colaborador del Papa, puede usar un lenguaje mistificador y contradecir tan abiertamente el Magisterio. Respecto al uso del término homosexual: está bien la simplificación, pero el cardenal Becciu no puede ignorar que, a pesar de lo que dice el mundo, hablar del homosexual es muy diferente a hablar de una persona con tendencia homosexuales. La homosexualidad es la descripción de una orientación sexual que puede tener distintas causas psicológicas, por el contrario, homosexual una identidad sociopolítica, la afirmación de un estilo de vida. Usar las dos palabras como sinónimo es ya un sucumbir a la mentalidad homosexualista.
Pero lo peor viene después: “Se puede ser homosexual y vivir como sacerdote valiente”. Esto no es lo que enseña la Iglesia. El Catecismo habla de “inclinación objetivamente desordenada”, es decir, que hay un problema en la esfera afectiva que es mucho más profundo que la capacidad de mantenerse castos. No por nada la Ratio Fundamentalis Istitutionis Sacerdotalis, actualizada en el 2016 con el beneplácito del papa Francisco (hacer clic aquí), prescribe que es inconciliable una homosexualidad arraigada con la vocación sacerdotal. Y es también el papa Francisco, en el libro “La forza della vocazione”, publicado en el mes de diciembre pasado, quien confirma su no a los sacerdotes homosexuales: “es algo que me preocupa, porque quizás en un cierto punto no ha sido bien afrontado. Siempre en la línea de lo que estábamos diciendo, te diría que en la formación debemos cuidar mucho la madurez humana y afectiva. (…) La de la homosexualidad es una cuestión muy seria, que es necesario discernir adecuadamente desde el comienzo con los candidatos, si es el caso. Debemos ser exigentes. En nuestras sociedades para directamente que la homosexualidad está de moda y esta mentalidad, de alguna manera, influye también en la vida de la Iglesia”.
Al afirmar que no hay problema en ser sacerdote y también homosexual, está implícito también el reconocer a la homosexualidad como una variante natural, una de las tantas identidades sexuales posibles. Es la negación del proyecto creador de Dios que ha querido al hombre “masculino y femenino”, como nos lo ha recordado el documento publicado días pasados por la Congregación para la Educación Católica.
La pregunta surge espontáneamente: ¿Es tolerable que un cardenal de la Santa Iglesia Romana, un estrecho colaborador del Papa, se ponga a difundir errores, mistificando también las palabras del mismo Papa?
Publicado originalmente en italiano el 14 de junio, en www.lanuovabq.it/it/il-cardinale-be…
Traducción al español por: José Arturo Quarracino
En una entrevista de hace algunos días el prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el cardenal Becciu, contradijo el magisterio y el buen sentido a propósito de la homosexualidad. Es el emblema de una situación de extrema confusión en la Iglesia.
La diferente y incluso opuesta actitud de los obispos y de los sacerdotes respecto a la homosexualidad es el emblema de la gran confusión que reina en la Iglesia. Al punto que un cardenal, muy cercano al papa Francisco, sobre los sacerdotes y la homosexualidad se permite contradecir tanto el magisterio tradicional de la Iglesia como las indicaciones específicas confirmadas por el papa Francisco, todo con la máxima naturalidad, como si estuviera diciendo la cosa más normal el mundo. Y todo pasa sin que a nadie en el Vaticano le venga a la mente como mínimo de pedir explicación al prelado de lo que ha dicho.
Estamos hablando del cardenal Angelo Becciu, una carrera fulminante en este pontificado, hombre de confianza del papa Francisco, que primero lo llamó para ser el número 2 de la Secretaría de Estado y después para desempeñar el rol de prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos. El domingo pasado Becciu ha sido entrevistado por Rep Idee (manifestación cultural organizada por el diario Repubblica), y entre otras cosas – entre ellas la habitual diatriba contra Salvini en el día de la votación – ha pontificado sobre los sacerdotes y la homosexualidad: “Ser homosexual no es un pecado – ha dicho Becciu -, pero más una aprobación del mundo homosexual se trata de respeto, se puede ser homosexual y vivir como sacerdote valiente. Lo importante es respetar el voto de castidad, porque ésta es la verdadera elección”.
Es desalentador notar como un cardenal, un representante de primer nivel en la Iglesia, un estrecho colaborador del Papa, puede usar un lenguaje mistificador y contradecir tan abiertamente el Magisterio. Respecto al uso del término homosexual: está bien la simplificación, pero el cardenal Becciu no puede ignorar que, a pesar de lo que dice el mundo, hablar del homosexual es muy diferente a hablar de una persona con tendencia homosexuales. La homosexualidad es la descripción de una orientación sexual que puede tener distintas causas psicológicas, por el contrario, homosexual una identidad sociopolítica, la afirmación de un estilo de vida. Usar las dos palabras como sinónimo es ya un sucumbir a la mentalidad homosexualista.
Pero lo peor viene después: “Se puede ser homosexual y vivir como sacerdote valiente”. Esto no es lo que enseña la Iglesia. El Catecismo habla de “inclinación objetivamente desordenada”, es decir, que hay un problema en la esfera afectiva que es mucho más profundo que la capacidad de mantenerse castos. No por nada la Ratio Fundamentalis Istitutionis Sacerdotalis, actualizada en el 2016 con el beneplácito del papa Francisco (hacer clic aquí), prescribe que es inconciliable una homosexualidad arraigada con la vocación sacerdotal. Y es también el papa Francisco, en el libro “La forza della vocazione”, publicado en el mes de diciembre pasado, quien confirma su no a los sacerdotes homosexuales: “es algo que me preocupa, porque quizás en un cierto punto no ha sido bien afrontado. Siempre en la línea de lo que estábamos diciendo, te diría que en la formación debemos cuidar mucho la madurez humana y afectiva. (…) La de la homosexualidad es una cuestión muy seria, que es necesario discernir adecuadamente desde el comienzo con los candidatos, si es el caso. Debemos ser exigentes. En nuestras sociedades para directamente que la homosexualidad está de moda y esta mentalidad, de alguna manera, influye también en la vida de la Iglesia”.
Al afirmar que no hay problema en ser sacerdote y también homosexual, está implícito también el reconocer a la homosexualidad como una variante natural, una de las tantas identidades sexuales posibles. Es la negación del proyecto creador de Dios que ha querido al hombre “masculino y femenino”, como nos lo ha recordado el documento publicado días pasados por la Congregación para la Educación Católica.
La pregunta surge espontáneamente: ¿Es tolerable que un cardenal de la Santa Iglesia Romana, un estrecho colaborador del Papa, se ponga a difundir errores, mistificando también las palabras del mismo Papa?
Publicado originalmente en italiano el 14 de junio, en www.lanuovabq.it/it/il-cardinale-be…
Traducción al español por: José Arturo Quarracino