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Viganò renuncia, pero no hay ningún pedido de disculpa a Benedicto XVI

Por Riccardo Cascioli

Después del escándalo de la carta de Benedicto XVI manipulada, monseñor Dario Viganò renuncia, pero el Papa le pide que acompañe al nuevo prefecto para la Comunicación. Entre tanto, el círculo mágico llega en auxilio disparando contra el papa Ratzinger.


Al final ha llegado la carta de renuncia de monseñor Darío Edoardo Viganò como Prefecto de la Secretaría para la Comunicación, pero después de haber acordado con el propio Papa una estrategia de salida (como se presume a partir de la carta de Viganò y la respuesta de Francisco). De hecho, el Papa ha creado ad hoc, para monseñor Viganò, el cargo de asesor para el Dicasterio de la Comunicación, para que el ahora ex prefecto pueda “dar su contribución humana y profesional al nuevo prefecto”, para llevar a término el proyecto de reforma de todo el sistema de medios de comunicación vaticanos que, dice el papa Francisco, “ahora ha llegado a la recta final”.

Así que debemos esperar el nombramiento del nuevo prefecto y sus primeros movimientos para entender mejor si se trata solamente de una salida "blanda" o un simple cambio para apaciguar las polémicas y remediar la metida de pata planetaria, pero dejando a monseñor Viganò para que dirija desde atrás del escenario. Por ahora, el tono de las dos cartas lleva a la segunda hipótesis. Para explicar su decisión de “hacerme aparte”, Viganò se refiere a las “muchas polémicas por lo que he hecho”, una síntesis decididamente benévola y auto absolutoria.

Sólo para resumir rápidamente, lo hecho en cuestión incluye de hecho: el intento de engaño contra el Papa emérito, el fraude respecto a la opinión pública, la violación de la intimidad mediante la difusión de una carta privada, la falsificación de la carta y de una foto, mintiendo reiteradamente. Frente a todo esto, decir que el problema son las polémicas es hacer un reduccionismo, tanto más que en la carta no hay señal de disculpa: sólo una larga alabanza al papa Francisco y a su proyecto de reforma que no debe ser detenido por contratiempos de este tipo.

La respuesta del papa Francisco está en perfecta sintonía, e inmediatamente deja claro que acepta la dimisión "no sin un cierto esfuerzo", una afirmación que se entiende por las alabanzas en exceso que reserva a monseñor Viganò. De ahí la invitación a permanecer a disposición del Dicasterio para la Comunicación en el nuevo cargo que mencionamos antes. En síntesis, el desorden creado había provocado en el mundo un daño tan grave a la imagen de la Santa Sede que había que hacer algo, pero evidentemente se eligió lo mínimo posible. Por otra parte, recordemos que nunca se dio a conocer la carta con la que Viganò había pedido a Benedicto XVI una contribución a la serie "La teologia di Francesco", lo que haría mucho más comprensible incluso la respuesta del Papa emérito.

Sin embargo, lo hecho personalmente por monseñor Viganò corre el riesgo de ocultar la verdadera cuestión en juego que este escándalo ha revelado claramente y que se refiere al Magisterio de la Iglesia. Y sobre todo tiene muchos otros protagonistas, además de Viganò.

¿De dónde nace de hecho todo el embrollo? Del intento de afirmar una lectura teológica del pontificado de Francisco en abierta oposición al magisterio de Benedicto XVI y Juan Pablo II, haciéndola patrocinar precisamente por el papa Ratzinger, en nombre de una presunta continuidad. Un proyecto perverso, que el Papa emérito desenmascaró inmediatamente, rechazando prestarse a la operación y haciendo clara referencia a uno de los protagonistas de los "opúsculos" incriminados, a ese Peter Hünermann, sobre cuyo pensamiento nos remitimos al artículo de Luisella Scrosati. Pero ciertamente no es el único: basta recordar que entre los autores convocados para celebrar el pontificado de Francisco está también el italiano Aristide Fumagalli, conocido por sus posiciones pro-género.

Todo había sido montado para poder anunciar al mundo que Benedicto XVI no es sólo el primer partidario del papa Francisco, sino que comparte las líneas teológicas según la interpretación dada por los teólogos llamados a dar vida a la serie de 11 opúsculos que están en el centro de la cuestión. Habría sido el crimen perfecto: Benedicto XVI que apoya una visión de la moral y los sacramentos en abierta contradicción con lo que había sostenido durante décadas, primero como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y luego como Papa. Si hubiese firmado un escrito según las intenciones de Viganò, Benedicto XVI se habría desacreditado él solo.

Fue una verdadera emboscada, tanta es la consideración y el respeto por el Papa emérito. De hecho, en la carta de renuncia de monseñor Viganò, no hay ni siquiera una palabra de disculpa hacia el papa Ratzinger, que ha sido vergonzosamente arrastrado contra su voluntad hacia esta tormenta mediática. Por el contrario, el "círculo mágico" bajó inmediatamente al campo para apoyar a monseñor Viganò y, sobre todo, a la operación que apunta a alterar la doctrina. Desde Alberto Melloni a Andrea Grillo (gran admirador de Hünermann) fue todo un disparar contra Benedicto XVI: las notas puntuales del Papa emérito a la actividad anti-magisterio de Hünermann reducidas a diatriba teológica, las mentiras de Viganò elevadas a acto de caridad hacia Benedicto XVI. Una mentira tras otra. El problema va mucho más allá de Viganò.

Publicado originalmente el 22 de marzo en italiano en: www.lanuovabq.it/it/vigano-si-dimet…

Traducción al español por: José Arturo Quarracino
adeste fideles
Dios bendiga a SS Benedicto XVI Pontifex Maximus ✍️
ferdinan2
Benedicto XVI salió fortalecido de todo este escándalo, mostrando, sin haberlo deseado, el altísimo nivel de su persona, su moral y su fidelidad al magisterio de Cristo.