Retrospectiva: "Los peones de Bergoglio" por De la Cigoña

Texto e imagen: Intereconomia
Publicado XII-2011
religión
por De la Cigoña.
Los peones de Bergoglio

Nueva comunicación de mi corresponsal romano

Esta es la segunda entrega que me envía mi amigo:

PEDACCHIO ESPÍA DEL CARDENAL BERGOGLIO
«De Roma viene lo que a Roma va». Roma depende en sus decisiones de la información que recibe y de cómo se prioriza la difusión y procesamiento de esa información. Lo sabe muy bien un gran ambicioso de poder, el Cardenal Arzobispo de Buenos Aires. El Cardenal Bergoglio sabe decir mentiras con verdades a medias –o infladas, o disimuladas, según convenga en cada caso. Pero no duda, cuando se hace necesario, en mentir pura y simplemente.
Lo cierto es que para tejer su red de poder e influencia sobre los obispos y sus nombramientos, así como sobre los sacerdotes y seminarios, sabe disparar difamaciones o calumnias y, por sobretodo, sabe direccionarlas arteramente. Lo hace a partir de adiestrados informantes quienes, violando la confidencialidad a la que los obliga el secreto pontificio, le informan acerca de todo lo que llega a Roma sobre los temas o personas que le interesan. Después, esos mismos informantes se encargan de «informar» o «cajonear la información» a las autoridades romanas, priorizando las agendas de manipulación del Cardenal –«El Jesuita», como lo llama el título de una obra comisionada para exaltarlo.
Uno de los pivotes más importantes en esta manipulación de información es un sacerdote argentino, «plantado» por el Cardenal en el servicio de la Congregación de Obispos, y adonde se maneja toda la información relacionada con los obispos del mundo entero –aunque lo que interesa de modo particular al Cardenal sea Latinoamérica y, por sobretodo, lo referente a los obispos argentinos. Las infidencias de este sacerdote de la arquidiócesis de Buenos Aires son conocidas ya por muchos, aunque al parecer no se hace nada al respecto. No es el único informante del Cardenal, pero es quizás el más notorio. Y dado su puesto de trabajo, uno de los más peligrosos.
Lo cierto es que alguien tiene en conciencia la obligación de expresar lo que tantos callan, por miedo, o por temor de ver arruinada su carrera. El adiestrado espía que obtiene y provee información a importantes contactos romanos es el sacerdote Fabián Pedacchio, no hace mucho hecho capellán de Su Santidad, y oficial de la Congregación para los Obispos. El Cardenal Bergoglio logró posicionarlo en este puesto clave en la Congregación que gobierna a los obispos cuando este Dicasterio estaba a cargo del Cardenal Re, que en su tiempo fue muy favorable a Bergoglio y hasta podría decirse un adicto. Que después haya cambiado de actitud porque Bergoglio «brucciava piazza» es otra historia que tal vez merezca ser contada antes del Juicio Final.
Quien quiera escuchar a los sacerdotes, ex-compañeros de Pedacchio, aprenderá pronto que no fueron precisamente sus méritos sacerdotales los que le ganaron tal promoción a la Congregación de los Obispos. Tampoco es necesario indagar mucho para enterarse que el presbítero Pedacchio habla por teléfono con frecuencia con su Cardenal y patrón, para informarlo de todas las cartas o misivas que llegan a la Congregación, incluso las reservadas bajo sigilo. Así es como Bergoglio se entera de todo lo que le resulta útil, pero en especial todo lo referente a las promociones episcopales. Y entonces instruye al informante Pedacchio para que aliente a favor de un candidato favorable a sus esquemas, o para que esparsa convenientemente suciedad, o al menos sugerencias denigratorias, contra otro que no le responde. Pero la cosa no queda sólo en llamadas teléfonicas. Llegado el caso, cuando el tema es realmente importante, el presbítero Pedacchio llega incluso a enviar faxes a su Arzobispo con los informes y la documentación secreta que su jefe le reclama.
Aunque en su momento Bergoglio aspiró a suceder como Papa a Juan Pablo II, ahora le interesa en particular América Latina. Por ello Pedacchio se interesa en particular, claro está, por Argentina, el Episcopado que Bergoglio busca controlar con celo paternal. Pedacchio no siempre puede acceder a esta información de vital importancia, a pesar de sus espionajes, porque la Argentina no es el territorio del que se ocupa oficialmente. Pero sí lo logra en el caso del Paraguay, que es la esfera de la que está encargado.
Pedacchio es un hombre de fina capacidad de observación. Y logra infiltrarse a veces en otros «territorios» episcopales. También es una persona atenta a todo lo que oye, incluso en los pasillos, y sabe llevar registro de qué obispos entran y salen de la Congregación. Tienen alguna notoriedad, por ejemplo, los relatos que envía a su Jefe cada vez que pasa por la Congregación para los Obispos algún «enemigo» como el arzobispo argentino Aguer, o cualquier otro que no le da al Cardenal el instrumento que él ambiciona y sabe manejar muy bien: «el voto cautivo» en la Conferencia Episcopal.
Claro que el Cardenal paga un precio por la labor de este informante. Porque, como todo informante, tiene la necesidad de parecer útil y de halagar a su patrón, por lo que no pocas veces debe agregar o incluso inventar en sus informes. Al parecer, ha recibido la orden de captar cuanto chismorreo o «pettegolezzo» llega por mail o correo electrónico, incluso cuando llega sin firma, como una denuncia anónima, e imprimirlo y presentarlo a las autoridades competentes para al menos ir sembrando las sospechas y la desconfianza hacia alguien al que quiere destruir o al menos congelar en su labor episcopal o sacerdotal.
La eficiente labor de Pedacchio es completada por otros informantes clave. Por ejemplo, «El Jesuita» se entera de quién entra y sale del Vaticano, gracias a otra «planta» en la Secretaría de Protocolo de la Secretaría de Estado. Se trata de otro sacerdote argentino, también de la archidiócesis de Buenos Aires, Guillermo Karcher.
La manipulación de la información a las autoridades de la Santa Sede no termina aquí. Porque Bergoglio quiere que esas mismas autoridades vean «confirmadas» estas informaciones de modo indirecto, vía Internet. El encargado de «ensuciar informáticamente» o de llevar a cabo el terrorismo informático es su Obispo Auxiliar Eduardo García. Es él quien se encarga de manejar la opiniología sobre obispos, prelados y sacerdotes en Internet.
Es así como Bergoglio va generando una red de mentira, intriga, espionaje, desconfianza y, más efectivo que nada, miedo. Es la opinión de un funcionario argentino que trabaja en el Vaticano y quien, lógicamente por miedo, prefiere no ser citado: Bergoglio «es alguien que por sobre sobre todo sabe infundir miedo». Por eso tiene una influencia en la Santa Sede que sorprende a muchos.
Pese a que cuiddadosamente trabaja por impresionar a todos con un aire de santón, austero y mortificado, es un hombre de mentalidad de poder. Y siempre lo fue.
Al Cardenal le interesa mucho América Latina. A lo largo de los años construyó poder en el CELAM, aunque recientemente éste se ha visto algo menguado porque el Cardenal Ouellet, justamente el nuevo Prefecto de la Congregación para los Obispos, ha llegado a ser Presidente de la Comisión para América Latina –y, ciertamente, este digno Prelado nada tiene que ver con las intrigas de «El Jesuita».
Pero le quedan a Bergoglio poderosos agentes en el CELAM. En especial, el obispo Lozano (Gualeguaychú, Argentina), y el arzobispo Andrés Stanovnic (Corrientes, Argentina), un «dócil» en extremo a las posiciones bergoglianas y durante años el candidato que le hubiera gustado al Cardenal Bergoglio imponer como Presidente del CELAM. Aunque no ha logrado este propósito, tiene la esperanza de que lo suceda como el futuro arzobispo de Buenos Aires.
El Cardenal sabe que sus horas de poder directo en este mundo están contadas. Pero trabaja ardua y astutamente para que incluso después de su retiro por edad, e incluso después de que el Señor lo haya llamado a rendir cuentas de su administración, sus «plantas» y herederos sigan reteniendo en la Iglesia lo que más le interesa: el Poder.

Leerlo en Intereconomía: archive.ph/qNSVv
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la verdad prevalece
Me llamó la atención ese comentario que el usuario acabo de escribir en Facebook porque concuerda con la descripción De la Cigoña Publicado XII-2011: "Lo sabe muy bien un gran ambicioso de poder, el Cardenal Arzobispo de Buenos Aires. El Cardenal Bergoglio sabe decir mentiras con verdades a medias –o infladas, o disimuladas, según convenga en cada caso...Pese a que cuidadosamente trabaja por …Más
Me llamó la atención ese comentario que el usuario acabo de escribir en Facebook porque concuerda con la descripción De la Cigoña Publicado XII-2011: "Lo sabe muy bien un gran ambicioso de poder, el Cardenal Arzobispo de Buenos Aires. El Cardenal Bergoglio sabe decir mentiras con verdades a medias –o infladas, o disimuladas, según convenga en cada caso...Pese a que cuidadosamente trabaja por impresionar a todos con un aire de santón, austero y mortificado, es un hombre de mentalidad de poder. Y siempre lo fue.... El Cardenal sabe que sus horas de poder directo en este mundo están contadas. Pero trabaja ardua y astutamente para que incluso después de su retiro por edad, e incluso después de que el Señor lo haya llamado a rendir cuentas de su administración, sus «plantas» y herederos sigan reteniendo en la Iglesia lo que más le interesa: el Poder."