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Francisco quita a Isquia lo que le regala a China

Por Sandro Magister

La diócesis de Isquia es tan pequeña como la isla que lleva este nombre, en el golfo de Nápoles, célebre desde la Antigüedad por sus aguas termales.

Pero curiosamente su historia se ha entrecruzado hace pocos días con la de China, el gigante asiático del cual el papa Francisco está enamorado. Tan enamorado está como para regalar a los gobernantes chinos – con el acuerdo provisorio y secreto firmado el 22 de setiembre del 2018 – el derecho de elegir ellos primero a cada futuro obispo católico, dejando a salvo la facultad del Papa de aceptar o rechazar el nombramiento, pero sólo en segundo lugar.

El “patronato” de las autoridades estatales sobre el nombramiento de los obispos ha pesado durante siglos sobre la historia de la Iglesia Católica, y sólo en el siglo XX se llegó fatigosamente a eliminarlo casi en todas partes, en nombre de esa “libertas ecclesiae” que el Concilio Vaticano II ha definido en definitiva como irrenunciable. Salvo para verlo reaparecer, justamente, en el acuerdo del 2018 con China.

Pero lo que Francisco ha concedido a las autoridades de Pequín no lo permite más, desde este verano, a los ciudadanos de dos pequeñas comunas de Isquia, que desde hace setecientos año tenían el privilegio de señalar ellos la terna de los sacerdotes, entre los cuales el obispo elegía el párroco.

Lo paradójico es precisamente esto. Lo que en China es magnificado por el Papa como un paso adelante positivo, ha sido eliminado en la diócesis de Isquia como “anacrónico” y “feudal”.

En síntesis, aquí las cosas se han desarrollado de esta manera.

El pasado 7 de enero el obispo de la diócesis de Isquia, Pietro Lagnese, de 58 años – nombrado el 23 de febrero del 2013 por Benedicto XVI en los últimos días de su pontificado, con la dimisión ya anunciada –, informó a los alcaldes de Casamicciola Terme y de Forio que tiene la intención de revocar el secular “patronato” de sus ciudadanos sobre el nombramiento de los párrocos de las respectivas iglesias parroquiales, una bajo la advocación de Santa María Magdalena y otra bajo la advocación de San Vito.

Las dos administraciones comunales protestaron, pero el obispo se echa para atrás y el 11 de abril del 2019, diez días antes de Pascua, emite dos los dos decretos de revocación del “patronato”.

El alcalde de Casamicciola Terme, Giovan Battista Castagna, pide por carta al obispo que retire el doble decreto, haciendo notar que el derecho de “patronato” sobre el nombramiento de los párrocos había sido reconfirmado a las dos comunas de Isquia “en el no lejano 2012” por la Congregación vaticana para el Clero y había sido ejercido siempre en las últimas décadas “en pleno respeto del ‘sensus fidei’ que nos pertenece como patrones de nuestra amada parroquia”.

En efecto, también en la otra comuna, la de Forio, todos recuerdan que en 1967 la elección del párroco don Giuseppe Regine – hoy con más de ochenta años y todavía a cargo hasta el final de este verano – tuvo un “patrono” ilustre en la persona del senador Maurizio Valenzi, miembro destacado del Partido Comunista italiano, en esa época consejero comunal y a continuación alcalde de Nápoles y parlamentario europeo.

Poco después de Pascua, entonces, ambas administraciones comunales, la de Casamicciola Terme y la de Forio, esta otra con el alcalde Francesco Del Deo, presentaron un recurso en Roma, a la Congregación para el Clero, pidiendo que se anule la decisión de su obispo.

Pero el recurso fracasa. La Congregación vaticana, cuyo prefecto es el cardenal Beniamino Stella, entre los consejeros más escuchados por Jorge Mario Bergoglio, confirma los decretos del obispo de Isquia y el 17 de julio “hace aprobar en forma específica” esa confirmación por el Papa, cerrando definitivamente la cuestión.

¿Por qué, entonces, lo que no se admite más no sólo en la pequeña diócesis de Isquia, sino prácticamente en todo el mundo, se hace valer de nuevo en China, y no para el nombramiento de párrocos, sino para el más importante, el de los obispos?

El pasado 28 de febrero, en un discurso en la Pontificia Universidad Gregoriana dedicado precisamente a los acuerdos de la Santa Sede con los Estados, desde el siglo XIX hasta hoy, el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, señaló al Concilio Vaticano II como el punto de no retorno del secular esfuerzo de la Iglesia Católica de asegurar “su independencia frente al deseo de los soberanos y de los gobiernos de interferir en su vida y organización”.

Pero al llegar a hablar del acuerdo del 2018 con China, Parolin se abstuvo de hacer una evaluación, limitándose a definirlo como “sui generis”.

Más bien lo ha equiparado a otro acuerdo estipulado hace pocos años por la Santa Sede, con el de Vietnam, también secreto y también referido al nombramiento de los obispos.
“A veces – dijo el cardenal – las materias más delicadas e importantes han sido reguladas en forma secreta entre soberanos o entre jefes de Estado” con un “gentlemen’s agreement”, es decir, con un “acuerdo informal entre dos partes, cuya característica esencial es que su realización se basa en el honor, en la buena fe y en el respeto de la palabra dada, y que no puede ser defendido judicialmente. Un caso concreto está representado por Vietnam, donde los nombramientos de los obispos se llevan a cabo según un procedimiento acordado en forma oral con el gobierno”.

Este procedimiento – pero Parolin no lo dijo – asigna a la Santa Sede la primera elección, permitiendo al gobierno vietnamita plantear eventualmente el veto sobre el nombre elegido.

Pero en China es lo contrario. La primera elección corresponde a las autoridades de Pequín. El “patronato” del Estado sobre la Iglesia ha resucitado y habla en idioma mandarín.

Publicado originalmente en italiano el 10 de agosto de 2019, en magister.blogautore.espresso.repubblica.it/…/francesco-togli…

Traducción al español por: José Arturo Quarracino
FranOrvich
Ahora que eres Dios para excomulgar a la gente ? que GRAN PENA me das.
FranOrvich
Que Dios te REPRENDA demonio inmundo, serpiente !! Odio tienes en tu corazon en ti no hay ninguna verdad , ay de tu pobre alma que pena me das ..