Leemos en las Revelaciones de Santa Brigida EL JUICIO DE DIOS contra el clero apostata y sus cómplices laicos y sacerdotes apostatas:
De la misma forma que yo, en una ocasión, incluí a todo el pueblo israelita en el nombre de Israel en la Ley, ahora mediante estos cinco hombres me refiero a todos en el mundo. El primer hombre representa al líder de la Iglesia y sus sacerdotes; el segundo, a los …Más
Leemos en las Revelaciones de Santa Brigida EL JUICIO DE DIOS contra el clero apostata y sus cómplices laicos y sacerdotes apostatas:
De la misma forma que yo, en una ocasión, incluí a todo el pueblo israelita en el nombre de Israel en la Ley, ahora mediante estos cinco hombres me refiero a todos en el mundo. El primer hombre representa al líder de la Iglesia y sus sacerdotes; el segundo, a los laicos corruptos, el tercero a los judíos, el cuarto a los paganos y el quinto a mis amigos. En lo que a ti respecta, judío, he hecho una excepción con todos los judíos que son cristianos en secreto y que me sirven en caridad sincera, conforme a la fe y en sus trabajos perfectos en secreto. En relación a ti, pagano, he hecho una excepción con todos aquellos que con gusto caminarían por la senda de mis mandamientos si tan solo supieran cómo y si fueran instruidos, los que tratan de poner en práctica todo lo que pueden y de lo que son capaces. Éstos, no serán de ninguna manera sentenciados con vosotros.
Ahora declaro mi disgusto contigo, cabeza de mi Iglesia, tú que te sientas en mi asiento. Le concedí este asiento a Pedro y a sus sucesores para que se sentaran con una triple dignidad y autoridad: primero, para que pudieran tener el poder de atar y desatar a las almas del pecado; segundo, para que pudieran abrirle el Cielo a los penitentes; tercero, para que cerraran el Cielo a los condenados y a aquellos que me desprecian. Pero tú, que deberías estar absolviendo almas y presentándomelas, eres realmente un asesino de almas. Designé a Pedro como el pastor y el sirviente de mis ovejas, pero tú las disipas y las hieres, eres peor que Lucifer.
Él tenía envidia de mí y no persiguió matar a nadie más que a mí, de forma que pudiera él gobernar en mi lugar. Pero tú eres lo peor en que, no sólo me matas al apartarme de ti por tu mal trabajo sino que, también, matas a las almas debido a tu mal ejemplo. Yo redimí almas con mi sangre y te las encomendé como a un amigo fiable. Pero tú se las devuelvas al enemigo del que yo las redimí. Eres más injusto que Pilatos. Él tan sólo me condenó a muerte. Pero tú no sólo me condenas como si yo fuese un pobre hombre indigno, sino que también condenas a las almas de mis elegidos y dejas libres a los culpables. Mereces menos misericordia que Judas. Él tan solo me vendió. Pero tú, no solo me vendes a mí, sino que también vendes a las almas de mis elegidos en base a tu propio provecho y vana reputación. Tú eres más abominable que los judíos. Ellos tan sólo crucificaron mi cuerpo, pero tú crucificaste y castigaste a las almas de mis elegidos para quienes tu maldad y trasgresión son más afiladas que una espada.
Así, puesto que eres como Lucifer, más injusto que Pilatos, menos digno de misericordia que Judas y más abominable que los judíos, mi enfado contigo está justificado. El Señor dijo al segundo hombre, es decir, al que representa a los laicos: “Yo creé todas las cosas para tu uso. Tú me diste tu consentimiento a mí y Yo a ti. Tú me prometiste tu fe y me juraste que me servirías. Ahora, sin embargo, te has apartado de mí como alguien que no conoce a Dios. Te refieres a mis palabras como mentiras y a mis trabajos como carentes de sentido. Tú dices que mi voluntad y mis mandamientos son muy duros. Has violado la fe que prometiste. Has roto tu juramento y has abandonado mi Nombre.
Te has disociado a ti mismo de la compañía de mis santos y te has integrado en la compañía de los demonios, haciéndote socio suyo. Tú no crees que ninguno merezca alabanza y honor salvo tú mismo. Consideras difícil todo lo que tiene que ver conmigo y lo que estás obligado a hacer por mí, mientras que las cosas que te gusta hacer son fáciles para ti. Es por esto que mi enfado contigo está justificado, porque tú has quebrado la fe que me prometiste en el bautismo y en adelante. Encima, me acusas de mentir sobre el amor que te he mostrado de palabra y de hecho. Dices que yo era un loco por sufrir”. ….Pedro contestó: “¡Gloria y honor para Ti, Señor, por el amor que has demostrado a la tierra! ¡Que toda tu Corte te bendiga, porque Tú nos haces ver y saber en Ti todo lo que es y lo que será! Vemos y sabemos todo en Ti. Es verdaderamente justo que el primer hombre, el que se sienta en tu asiento mientras que realiza los hechos de Lucifer, vergonzosamente deba renunciar a ese asiento en el que presumió sentarse y compartir el castigo de Lucifer. La sentencia del segundo hombre es que aquél que haya abandonado la fe debe descender al infierno con la cabeza abajo y los pies arriba, por haberte despreciado a Ti, que deberías ser su cabeza y por haberse amado a sí mismo.