El lugar donde yace el cuerpo de San Francisco Javier

Muchos conocen la historia de San Francisco Javier, patrón de los misioneros, pero pocos conocen cómo fue el final de su vida y qué pasó con su cuerpo

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Que San Francisco Javier sea navarro es como tener al balón de oro jugando en tu equipo. Sin entrar en la santidad del pensamiento de orgullo al contar con este gran santo entre las filas españolas -a pesar de sus periplos rebeldes en el marco de la guerra entre la corona de Aragón y el Reino de Navarra, así lo ha querido la historia-, siempre es grato escucharlo. Lo que pocos saben, es qué ocurrió con él, cuando falleció allá por el año 1552 por lejanas tierras orientales. Un servidor, ha tenido la ocasión de viajar al lugar donde se halla el cuerpo de este santo que con gran orgullo lleva su nombre.

Francisco nació en Javier -he ahí su nombre- en un magnífico castillo de Navarra, rodeado de nobleza y en principio, pocas dificultades. Pero mientras estudiaba en París -un lujo reservado únicamente a las personas de su 'estatus'- conoce a un hombre que le cambió la vida. Un hombre totalmente distinto a los demás y compatriota: se llamaba... Ignacio de Loyola.

"¿De qué le vale a un hombre ganar el mundo, si se pierde a sí mismo?" Esta frase y el ejemplo y el testimonio de vida cristiana que daba San Ignacio de Loyola -otro que destaca entre nuestras filas- hicieron a Francisco tomar la decisión de su vida. Dejó toda la nobleza que había acompañado a su linaje desde tiempos inmemorables, para viajar a la India y entregar su vida a los demás. Decidió dejar todos los lujos y todas sus riquezas, para arriesgar su vida -esa que temía perder, aunque no de la forma que uno piensa- y predicar el evangelio en lugares donde nunca se había hecho.

Por tanto Francisco de Javier, formando ya parte de 'La Compañía de Jesús' viaja hasta la otra punta del mundo, para ofrecer a los que ahí vivían aquello que era tan grande y tan fuerte, que le había hecho dejarlo todo por ello. Años más tarde, después de viajes y aventuras que pocos sabrán, murió con 46 años de edad. Nunca volvió a ver su enorme castillo, pero se ganó el título de patrón de los misioneros.

Pues tras sus huellas se fue este humilde escritor, hasta ese lugar donde Francisco predicó y donde aún hoy se venera su cuerpo incorrupto. En la India en un lugar llamado 'Goa' se encuentra la Basílica del 'Bom Jesús' -'Buen Jesús' en portugués-. Un lugar que te transporta 500 años en el tiempo y que recuerda a una vieja ciudad colonial española - en este caso de nuestros vecinos lusos-. Diferentes iglesias de arquitectura jesuita, rodean la Basílica que guarda el cuerpo del santo, mientras son custodiadas por miles y miles de palmeras.

Personas de todas las razas y religiones se acercan -con mucho respeto para mi asombro- a rendir homenaje a este hombre que marcó la historia de la India. Cristianos, 'sijs', hindúes, musulmanes... todos se acercan a contemplar el milagro de un cuerpo que permanece 'incorrupto' -o que al menos lo estuvo-. Sin duda, todos los que entran en este lugar, saben que es un lugar sagrado y de esa manera se comportan.

Se permite hacer fotos dentro del templo, pero si pruebas a hacerte un 'selfie' de recuerdo, es probable que se acerque algún indio a decirte "No selfies, it's a holy place', con su más que característico acento. 'Old-Goa' -la ciudad antigua- no tiene prácticamente casas. Son únicamente una serie de templos cristianos -bastante bien cuidados para el lugar en el que se encuentran- que rodean la Iglesia principal donde se venera a San Francisco Javier. Unos kilómetros más hacia la costa -y unas cuantas decenas de chabolas más allá- se encuentra la 'Nueva goa', un lugar turístico y que destaca por su cuidado, limpieza y modernidad. Que para un europeo... es nulo.

Pero así se considera si valoramos los lugares sabiendo en qué estado se encuentra la India. Es un lugar bastante transitado por turistas rusos y ucranianos y ese turismo hace que se puedan permitir algún que otro 'lujo', como alguna carretera asfaltada, o un bar de copas que sí que recuerda a algún intento de pub cutre de Jávea. Eso sí, rodeado de calles mugrientas y de mucha pobreza.

Muchos han pasado por la India desde que Francisco murió. Portugueses, británicos... pero la sensación al encontrarse con este lugar es de una tremenda pobreza. Y no solo material, sino de cultura, de humanidad y de esperanza. Un pueblo que ha sido asediado por diferentes potencias y que siempre se ha visto obligado a cambiar, a evolucionar y a desprenderse de sus raíces. Un pueblo en el que la pobreza es el pan que no tienen de cada día, donde las mujeres son maltratadas por inercia y donde sus raíces -la naturaleza y una religión ancestral- han pasado a ser un intento de sacar algo de dinero para llevarse algo a la boca. Tigres drogados, elefantes maltratados, oxígeno irrespirable.... Un lugar donde solo se respira un signo de esperanza: y es aquella que dejo nuestro santo. San Francisco Javier. Ruega por nosotros.

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