Georg Gänswein: ser guapo no es pecado

Antes llevaba el pelo largo y le gustaba Pink Floyd. Descubrimos "George Clooney" del Vaticano, hasta hace poco secretario personal del Papa Benedicto XVI, que aparecerá cada vez menos, pero contará cada vez más.

En abril de 2005, cuando por primera vez atrajo la luz de los focos como secretario del nuevo Papa, Georg Gänswein causó sensación. Lo rebautizaron como "el George Clooney del Vaticano" , Donatella Versace le dedicó una colección masculina y nacieron páginas web dedicadas a él, además de varios clubs de fans en Facebook. Franca Ciampi (esposa del expresidente de la República Carlo Azeglio Ciampi) se refirió a él como su "jovencísimo secretario" durante la primera visita del papa Benedicto XVI al palacio del Quirinale. ** Georg no era tan joven en el momento de la elección de Ratzinger, aunque aparentaba menos de los 48 años que tenía.** Los paparazzi no le dieron tregua: uno de ellos lo fotografió en pantalones cortos mientras jugaba al tenis en un club deportivo romano y la instantánea saltó a las portadas.

Al cumplir 50 años fue entrevistado en el programa en alemán de la Radio Vaticana, donde respondió con franqueza a preguntas personales sobre su apariencia física y, en relación a los comentarios sobre su belleza, bromeó: "Fingía no escuchar esas cosas y con el tiempo me he acostumbrado". También explicó que siempre había mantenido "una relación serena y muy natural con las mujeres", y admitió que durante su juventud "hubo chicas con las que me encontré a gusto y otras con las que muy a gusto".

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Un año más tarde, Gänswein retomaba el tema en una conversación con el diario Süddeutsche Zeitung. Comenzó confesando una cierta irritación por la imagen de ídolo de las mujeres que los medios de comunicación transmitían sobre él. Reclamaba que "no se detuvieran en la apariencia exterior, sino que tomaran conciencia de la sustancia que se encuentra bajo el envoltorio". Pero luego agregaba: "No es algo malo, de hecho me halaga. Después de todo, no es un pecado". Y al final, terminaba por absolver a los periódicos: "Lo hacen con buenas intenciones y, de esta forma, tal vez se rompen algunos clichés sobre los sacerdotes". En aquella ocasión, incluso confesó recibir "de vez en cuando cartas de amor", pero desmintió haber tenido una novia antes de ingresar en el seminario: ** "Sólo fueron pequeñas amistades románticas de juventud".**

Hijo de un herrero y un ama de casa, el secretario del Papa y actual arzobispo nació en 1956 en un pequeño pueblo de la región alemana de la Selva Negra. Es el mayor de cinco hermanos y se define a sí mismo como "fiable, decidido y sincero", aunque "con poca paciencia". Ha contado que de niño llevaba “el pelo largo y rizado”, lo cual no complacía a su padre, que le pedía en vano que se lo cortara. Entre los 15 y los 18 años escuchaba música de Cat Stevens, Pink Floyd y los Beatles. Tocaba el clarinete en la banda del pueblo y le apasionaba la historia del arte. Antes de entrar en el seminario pensó en convertirse en corredor de bolsa. Jugó al fútbol y fue instructor de esquí, una pasión que no ha abandonado, ni siquiera ahora que vive en el Vaticano. De hecho, más de un martes —el día que, por lo general, suele tomarse libre— se va a ** esquiar a la estación de Terminillo** con algunos amigos.

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En enero Gänswein fue ascendido a arzobispo por Benedicto XVI, que demostró así que seguía gozando de su plena confianza pese a los escándalos de los Vatileaks . Muchos apuntaron que el clima de envidias y celos que se vivía en el séquito del Pontífice tenía mucho que ver con la estrecha relación que este mantiene con su secretario. Hace meses definía así su tarea: "Concibo mi servicio al Papa como el cristal de una ventana. Cuanto más limpio, mejor cumple su cometido. He de dejar que entre el sol y, cuanto menos se note el vidrio, mejor. Si no se ve en absoluto quiere decir que hace bien su trabajo". Ahora que el Papa ha renunciado al Pontificado, dicen que ** Georg aparecerá cada vez menos, pero contará cada vez más.**

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