Muere Teresita Castillo, niña de 10 años que amaba tanto a Jesús que se convirtió en misionera y ofrecía su enfermedad a Dios: «Rezo para que muchos niños conozcan a Jesús» 

* «Hola tía, te cuento una cosa muy importante para mí, esta mañana después de recibir la Unción y la comunión, el Vicario de Madrid me ha constituido misionera: ya soy misionera» 

En el vídeo se reproduce el audio de Teresita. Explica qué es para ella ser misionera, cómo ofrece su vida a Dios por las almas. El audio va misionando de telegram a telegram, de whatsapp a whatsapp.

 Camino Católico.- “Yo quiero ser misionera”. le dijo Teresita Castillo de Diego, de 10 años, al P. Ángel Camino, al vicario episcopal de Madrid,  asegurando que esa era su vocación. Lo hizo desde su cama en la UCI del hospital madrileño de La Paz, cuando el 11 de febrero, festividad de la Virgen de Lourdes, el sacerdote acudió a visitarla. La niña, con un tumor cerebral, añadió: “yo rezo para que muchos niños conozcan a Jesús”. Teresa, que ofreció su enfermedad a Dios “por la gente”, ha falleció este domingo 7 de marzo.

Teresa no pudo superar la enfermedad que ha acabado con su vida terrenal pero ha dejado, con solo diez años de edad, un testimonio de amor por Cristo y por las almas, que sin duda causará impacto en muchos.

Una gran cadena de oración por ella dio la vuelta al mundo. Niños, adultos, comunidades religiosas de España y otros muchos países han rezado por ella. Y tras ser constituida misionera, muchos ya hicieron a Teresita «como la protectora para los niños en misión».

El P. Angel Camino, quedó impresionado y sin palabras ante la enorme fe de una niña gravemente enferma. Su testimonio de amor a Jesús en mitad del sufrimiento es un ejemplo para todos, no sólo para los niños.

Tras conocer el fallecimiento de Teresita, esta gran misionera, el padre Ángel Camino, que hizo a Teresita misionera, envió a los sacerdotes de la Vicaría VIII de Madrid, una carta donde contaba el bello testimonio de esta niña y la gran lección de fe que recibió, cuyo texto completo es el siguiente:

Carta del P. Angel Camino Lamela, osa, vicario episcopal de la Vicaría VIII de la archidiócesis de Madrid

Vídeo del P. Ángel Camino, OSA, vicario episcopal de la Vicaría VIII de Madrid, en el cual da testimonio de su encuentro con la pequeña Teresita Castillo y del gran amor que manifestaba por Jesús

Queridos hermanos y amigos,

Esta vez no os escribo para convocaros a ninguna reunión ni para pediros estadísticas o comunicaciones. Esta vez os escribo, simple y llanamente, para notificaros el fallecimiento de una niña que ha repercutido mucho en mi vida personal y como Vicario. Una niña: Teresita; y unos padres: Teresa y Eduardo. ¡Una familia cristiana!…

Os explico brevemente. El pasado 11 de febrero, Jornada del enfermo, este año he ido a celebrar la Eucaristía al Hospital de La Paz. La he celebrado acompañado de los capellanes y de una variada asamblea: médicos, enfermeras, familiares de enfermos, etc. Al concluir la Eucaristía, acostumbro a ir con los capellanes a visitar a algunos enfermos para administrarles la Unción o darles la comunión. Esta vez los capellanes, sabiendo mi costumbre, habían propuesto que fuera a visitar a una niña gravemente enferma, que la operaban de un tumor en la cabeza al día siguiente. Con muchísimo gusto acepté la propuesta. Hemos llegado a la UCI debidamente equipados, he saludado a médicos y enfermeras, y acto seguido me han llevado a la cama de Teresita que estaba junto a su madre Teresa. Un vendaje blanco rodeaba toda su cabeza, pero tenía la cara suficientemente descubierta como para percibir un rostro verdaderamente brillante y excepcional. La he saludado con todo afecto, indicándole que en ese momento venía en nombre del Sr. Cardenal Arzobispo de Madrid para traerle a Jesús.

Teresita Castillo con su cruz de misionera

Ahora os entrecomillo las expresiones de Teresita; me dice: «¿me traes a Jesús verdad?», sí, le respondo, te traigo a Jesús y la fuerza del Espíritu Santo con la Unción. A continuación me dice: «¿Sabes una cosa? Yo quiero mucho a Jesús». Lo oye su madre y dirigiéndose a su hija le dice: «dile a Ángel lo que tú quieres ser». Mira fijamente a su madre y le dice: «¿Se lo digo de verdad?» y la mamá dice: «tú verás». Teresita me dice: «yo quiero ser misionera». Me impacta tanto su respuesta, totalmente inesperada para mí, que cogiendo fuerzas de dónde no tenía, por la emoción que me produjo su respuesta, que le digo: «Teresita, yo te constituyo ahora mismo misionera de la Iglesia, y esta tarde te traeré el documento que lo acredita y la cruz de la misionera». Ella añade: «P. Ángel ¿sabes una cosa?: yo rezo para que muchos niños conozcan a Jesús». A continuación le he administrado el Sacramento de la Unción, le he dado la comunión y la bendición apostólica del Papa Francisco. Ha sido un momento de oración, sumamente sencillo pero profundamente sobrenatural. Se han unido a nosotros algunas enfermeras que espontáneamente nos hicieron unas fotos, para mí totalmente inesperadas, y que quedarán como un recuerdo imborrable. Nos hemos despedido mientras ella con su mamá se quedaba rezando y dando gracias.

Esa mañana tenía una reunión de Arciprestazgo; en cuanto la terminé fui directamente a la Vicaría y ayudado por los secretarios Miguel y Mª Pilar, elaboramos el oficio de misionera bajo un pergamino verdaderamente precioso. Recogí la cruz de la misionera y a las cinco de la tarde regresé de nuevo al Hospital de La Paz. Me estaban esperando los capellanes y fuimos derechos a la UCI nuevamente. En cuanto me ve la mamá dice en voz alta: «Teresita ¡no me lo puedo creer! Viene el Sr. Vicario con el regalo para ti». La niña que estaba medio dormida se despertó de inmediato y cogió entre sus manos el documento y la cruz. La mamá se lo lee en voz alta, mientras ella escucha atentamente y ocurre lo que nos imaginábamos, se emociona hasta que la madre la consuela, y Teresita dice en voz alta: «esa cruz pónmela en la barra para que la vea bien, y mañana la llevo al quirófano. Ya soy misionera». Nos despedimos con estas palabras de Teresitas: «Entonces P. Ángel ¿soy misionera?», y yo respondo «tú eres misionera».

Aquí podría terminar el relato de esta sencilla y profunda experiencia. Lo que yo no me podía imaginar es que a través de los contactos de los padres, este testimonio llegó a oídos del Delegado Nacional de Misiones. Me llama al día siguiente y me hace esta pregunta: «¿tú has constituido en el Hospital de La Paz a una niña misionera?» efectivamente, le digo, «ayer después de darla la unción y la comunión, la constituí misionera con la oración preceptiva y posteriormente le llevé el documento y la cruz de la misionera». A continuación me dice: «este testimonio ha dado la vuelta en todo el mundo misionero de España y ya han puesto a Teresita como una nueva protectora para los niños en misión». Posteriormente los papás me han ido reenviando mensajes de distintas personas impactadas por el testimonio de Teresita.

Hoy domingo, 7 de marzo, a las 9:00 h. Teresita ha partido hacia el cielo. Se la ha velado en el Tanatorio de El Escorial. Estando rezando el Rosario con los papás y el aforo al máximo permitido, me ha llamado el Sr. Cardenal, D. Carlos Osoro, para hacerse presente. Han sido unas palabras llenas de esperanza que han consolado abiertamente a los padres, familiares y niños compañeros de Teresita. Ha concluido D. Carlos dando la bendición a Teresita de cuerpo presente y a todos los acompañantes.

Cuando he creído que estaba todo terminado, la tía de Teresita en voz alta y delante de todos en la sala del Tanatorio me dice: «P. Ángel ¿me permite que le ponga el audio que Teresita me envió el mismo día que usted la constituyó misionera?». Por supuesto, respondí, y textualmente oímos con una voz muy suave, como de alguien que está cansado, pero que saca fuerzas de dónde no las tiene, y dice: «Hola tía, te cuento una cosa muy importante para mí, esta mañana después de recibir la Unción y la comunión, el Vicario de Madrid me ha constituido misionera: ya soy misionera». Como os podéis imaginar quedé sin palabras.

El entierro será mañana día 8 de marzo a la misma hora que la Eucaristía por D. Tomás Juárez. Los padres han comprendido perfectamente que no pueda acompañarles físicamente. Estaré en la Misa de gloria que celebrarán a finales del mes de marzo.

Disculpad la extensión de la carta pero si este testimonio no lo comparto con los sacerdotes, vida consagrada y laicos de la Vicaría VIII ¿con quién lo voy a compartir?.

Os invito, pues, a que recéis por Teresita y, sobre todo, a que os encomendéis a ella porque estoy convencido que va a proteger de un modo especial a toda la Vicaría VIII, en la cual ella fue constituida misionera. Recibid un fuerte y fraterno abrazo.

Ángel Camino Lamela, osa.

Vicario Episcopal. Vicaría VIII


Teresa, la madre de Teresita, que se contagió de Covid como la niña, explica la cruz que ha vivido la pequeña desde 2015:

* «Lo he visto todo muy de Dios, mucha gente ha rezado por mi hija y ha sido tocada por el testimonio de Teresita y Dios me ha dado mucha fuerza»

Teresita Castillo con su madre Teresa de Diego

* «Teresita estaba muy enamorada de Jesús. A su propia abuela le dijo que antes de quererle a ella tenía que querer más a Jesús. En medio de los dolores más fuertes decía casi sin voz: Sagrado Corazón de Jesús en Vos confío… Como ella tenía ofrecidos sus sufrimientos, pensabas que igual Jesús se estaba aprovechando para salvar a más almas y más almas. Todo está pasando porque Dios lo quiere para algo. Al final ya no sabía si Dios quería hacer el milagro o llevársela»

El oficio que constituye misionera a la pequeña Teresita Castillo de Diego

Para la pequeña Teresita ser constituida misionera fue “muy significativo”  y llegó además en un momento de mucho deterioro, porque «ya llevaba dos válvulas que habían fallado y cada vez que le fallaba una válvula y se le obstruía era mucho dolor». Lo cuenta Teresa de Diego, su madre a ArchiMadrid, voz profunda y cálida al otro lado del teléfono, quien aun en medio del dolor ha querido dar a conocer a su niña, que «era muy cariñosa, muy alegre, muy empática, ocurrente; tenía una personalidad muy bonita». Saludaba a todos por la calle, también a los desconocidos, «y yo he visto a alguna señora mayor emocionarse solo de cómo saludaba». «Les hacía sentirse importantes», asegura su madre. «Con 6 años –recuerda– fuimos a ver a sus primos, que vivían en Inglaterra, en avión. Y a mi lado había un señor, y Teresita, preocupada, me dijo: “¿No le vas a preguntar cómo se llama?”.

Incluso a pesar de todos sus sufrimientos de las últimas semanas, Teresita seguía derrochando simpatía. «Pero qué bien habéis hecho la cama», les decía a las enfermeras, o «qué rico el desayuno». «Por la noche me ha sangrado la nariz –le dijo a su madre el 10 de febrero–, pero no importa porque está todo muy bien». A su abuela, una de las veces que acudió aprovechando un traslado de la UCI a hacerle un TAC, le dijo al verla: «Pero abuelita, ¡qué guapa estás con tus rizos!», y le hizo fijarse en su cruz de misionera, que llevaba colgada en la barra de la cama. «Mi madre se emocionó –cuenta Teresa madre– porque le dijera lo de los rizos».

«Era una niña muy niña, solo quería jugar y estar con niños», pero a la vez con una vida espiritual profunda y fuerte. Desde los 3 años –edad a la que llegó a España en adopción, procedente de Siberia–, iba con su madre a Misa todos los días, «y disfrutaba mucho» porque, al ser tan sociable, luego saludaba a todos. Sobre todo, a los sacerdotes, «a cualquier iglesia que íbamos, solía pasar al terminar la Misa a la sacristía a saludar al sacerdote». En su colegio, el Veracruz, de las Hijas de Santa María del Corazón de Jesús (Galapagar), procuraba también ir a Misa siempre que podía, y comulgaba. Un comunión que recibió también en el hospital a diario, excepto cuando estaba intubada.

Teresita Castillo en su primera comunión

Rezaba cada noche, también el rosario entero diario y se confesaba con frecuencia

En otra entrevista en InfoCatólicaTeresa de Diego respecto todo lo que ha sucedido en la enfermedad y en la vida de Teresita asegura que «lo he visto todo muy de Dios, desde la primera operación que tuvo Teresa ha rezado mucha gente por mi hija y ha habido grandes muestras de cariño. Mucha gente ha sido tocada por el testimonio de Teresita y Dios me ha dado mucha fuerza».

Con relación a como era Teresita ratifica que «su personalidad era extraordinaria, tenía mucha empatía con la gente, era muy ocurrente, muy cariñosa, saludaba a todo el mundo, hasta a la gente desconocida. Mucha gente se emocionaba de la manera que la niña le saludaba. Era alguien muy especial, pues ninguna persona le era indiferente, a todas daba su amor. Hablaba a los policías, a los carteros…a todo el mundo. Siempre que había un pobre en la puerta de la Iglesia se paraba a hablar con él. Acabo de saludar a una señora que siempre pide en la Iglesia del Escorial y se ha puesto a llorar porque quería muchísimo a Teresita».

Además de ir a Misa a diario con su madre, Teresita «hacía sus oraciones al acostarse sencillas, pero profundas y lo hacía con mucha devoción. Este año empezamos a rezar el Rosario entero, antes de acostarse en su cama. Se confesaba con frecuencia. Ella quería mucho a su colegio Veracruz, a sus monjitas. Ahora acaba de fallecer también la madre María de Jesús Velarde, fundadora de las Hijas de Santa María del Corazón de Jesús. La fundadora rezaba por Teresita y la niña también rezaba por ella. Ha sido providencial que hayan fallecido prácticamente en las mismas fechas».

Seis años de enfermedad

A Teresita le detectaron el tumor en 2015. En la primera operación se lo redujeron al máximo, le dieron quimioterapia durante un año y medio y «parecía que todo estaba controlado», cuenta Teresa. Pero a finales de 2018, volvió a crecer. A una nueva operación siguió un tratamiento en Suiza con protonterapia –radioterapia con protones–, y vuelta a los controles. A finales de noviembre de 2020, el golpe de un balón le provocó un hematoma por el que quedó ingresada en observación, y se abrió la vía a una nueva operación. El 2 de enero de este año, de nuevo ingresó por un fuerte dolor de cabeza.

Teresita con las estampas de Carlo Acutis, beatificado recientemente en Asís por el Papa Francisco, y la de la venerable Montse Grases

La operación estaba programada para el 11 de enero. Ella ya había comenzado su camino de despojamiento, como lo llama su madre, renunciando a ver a sus primos el día de Reyes. «Fue un sacrificio porque le hacía mucha ilusión». Se encomendó a los jóvenes Carlo Acutis, beatificado recientemente en Asís por el Papa Francisco, y a la venerable Montse Grases, y con toda paz y «muy tranquila» se enfrentó a la operación. «Todo el mundo rezó mucho, y yo lo veía todo muy del plan de Dios, pero luego todo salió mal».

«Parecía una crucificada»

La niña no pudo entrar en quirófano porque le subió la tensión, así que le pusieron un drenaje en la cabeza. «Entonces yo di positivo por COVID, después Teresita», y todo se fue retrasando. Ante la imposibilidad de operarla, los médicos decidieron instalarle una válvula para drenar, ya que tenía hidrocefalia, y pasar directamente al tratamiento de quimio. «Pero se le obstruyó, y esto le provocaba mucho dolor». Febrero fue de subida al Gólgota. Las válvulas fallaban sucesivamente, «íbamos de TAC en TAC y de PCR en PCR, el tumor venga a crecer… Cada vez era más duro».

A su vez, «como ella tenía ofrecidos sus sufrimientos, pensabas que igual Jesús se estaba aprovechando para salvar a más almas y más almas». «Todo está pasando –se decía Teresa madre–, porque Dios lo quiere para algo». Se formó un grupo de oración con el que, «cuando la niña se quedaba adormilada», rezaba online el rosario por las noches; incluyeron en las letanías «Reina de Teresita». «Al final ya no sabía si Dios quería hacer el milagro o llevársela».

«La niña sufrió con mucha entereza los dolores, parecía una crucificada. Ella comulgaba todos los días y rezaba con el sacerdote. He visto en la enfermedad de mi hija un martirio y cada vez que entraba en la habitación de la UCI era como entrar en el Calvario. Ya no podía hablar la niña, pero sabía que mi hija ofrecía todo su sufrimiento. Teresita estaba muy enamorada de Jesús. A su propia abuela le dijo que antes de quererle a ella tenía que querer más a Jesús. En medio de los dolores más fuertes decía casi sin voz: Sagrado Corazón de Jesús en Vos confío. En sus fotos sufrientes me recordaba mucho al Cristo de la Pasión de Mel Gibson que tenía un ojo medio cerrado», explica Teresa de Diego.

Tuvo varios sueños con el cielo

Teresita transparentaba a Dios. Lo corrobora el vicario fijando la mirada en sus fotos: «Esa niña transmite, con esos ojos y esa cara, la presencia de Jesús; dime con quién andas y te diré quién eres», resume, tirando de refranero. «Yo destaco la disponibilidad de esta niña a esa voz del Espíritu Santo dentro de ella que la hace decir: “quiero ser misionera”, es decir, “quiero vivir por Jesús”».

Sorprende en una niña tan pequeña esta certeza, reconoce el vicario, «los niños son niños, y lo que quieren es jugar, esta niña estaría deseando estar con sus amigas», pero es precisamente su apuesta por una vida tan entregada «lo que realmente te cambia». «Que lo diga un adulto, un religioso, pero que lo diga una niña…». Y apunta: «Los niños son sinceros, dicen la verdad, los niños no mienten. Esta niña ha dicho que quería ser misionera y, además, me lo ha explicado: “Yo pido para que muchos niños conozcan a Jesús”». De ahí el «dejad que los niños se acerquen a mí» que parafrasea el padre Ángel Camino: «Jesús sabía perfectamente con quién se juntaba».

La madre de Teresita cuenta que «la niña  empezó a decir que quería ser misionera tras ver una película de la madre Teresa de Calcuta en dibujos animados y que quería construir un hospital para niños. Cuando se lo dijo al Vicario de la diócesis le impresionó mucho. Ella quería ser misionera para que todo el mundo fuese al cielo. Un día me preguntaba el por qué del dolor y yo le explicaba que era porque era muy amiga de Jesús y le daba a participar de su cruz y ella lo entendió perfectamente. Sufría mucho, pero nos mandaba audios muy cariñosos diciendo que estaba muy bien para no preocuparnos. También mandaba mensajes muy cariñosos a su tía. Estaba pendiente de todo el mundo. Tuvo varios sueños con el cielo. En el primero dijo que estaba muy bien y que había visto al abuelito. Y en enero volvió a soñar con el cielo y el abuelito, pero añadió que le había pedido a Dios si podía ver a Carlo Acutis, deseo que le fue concedido. También tenía mucha devoción a Santa Perpetua y providencialmente murió en el día de la santa».

«¡Papá, me voy al cielo!«

El vicario acompañó a los padres, Eduardo y Teresa, durante el velatorio, en el tanatorio de El Escorial. «Detrás de esa niña hay unos padres que son icono de la Sagrada Familia». Allí recibieron la llamada del arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro. «Nos dio el pésame», recuerda la madre de Teresa. Fueron unas palabras «llenas de esperanza», corrobora el vicario, que consolaron «abiertamente a los padres, familiares y niños compañeros de Teresita». Y un grupo de jóvenes de la parroquia cantó una de las canciones favoritas de la niña: «María, mírame […] si tú me miras, Él también me mirará».

Pocos meses antes de fallecer, Teresita  le dijo muy seria a su padre varias veces: «¡Papá, me voy al cielo!«.

Teresita fue enterrada con el oficio que la constituía misionera y la cruz misionera.


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