La fe podría estar en peligro de extinción en algunas partes del mundo o al menos esto es lo que aseguró ayer Benedicto XVI en Roma. "Siempre habrá pueblos dispuestos a acoger la fe a pesar de que en otras regiones, ésta se debilite hasta el punto de llegar a extinguirse, tal y como está sucediendo hoy en día en algunas naciones que en otros tiempos fueron ricas de fe y de vocaciones", señaló el Pontífice durante la Misa de apertura de la XII asamblea general ordinaria del Sínodo de Obispos, que tendrá lugar en el Vaticano hasta el próximo 26 de octubre.

Durante la homilía, el Papa abordó la crisis que está viviendo la fe católica en algunas naciones como consecuencia de la "influencia deletérea y destructiva de una cierta cultura moderna". "Si contemplamos la historia, estamos obligados a registrar, no en pocas ocasiones, la frialdad y rebelión de cristianos incoherentes", afirmó. De hecho, algunas de las primeras comunidades cristianas que eran "inicialmente florecientes han posteriormente desaparecido y actualmente sólo se las recuerda en los libros de historia". "¿No podría suceder lo mismo en nuestra época?", se preguntó el Papa.

"Hay quien, habiendo decidido que Dios ha muerto se declara dios a sí mismo, considerándose el único artífice del propio destino y el propietario absoluto del mundo. Así, desembarazándose de Dios, el hombre cree que puede hacer lo que quiera y puede proponerse a sí mismo como la única medida del propio actuar", explicó.

Sin embargo, el Papa advirtió de que cuando el hombre "elimina a Dios de su horizonte" y se convierte en "propietario absoluto de sí mismo y único patrón de la creación se expanden el arbitrio del poder, los intereses egoístas, la injusticia y la explotación así como la violencia en todas sus expresiones, tal y como demuestran ampliamente los crímenes que cada día reportan los medios de comunicación". "Al final, el punto de llegada es que el hombre se encuentra a sí mismo más solo y la sociedad más dividida y confundida", aseguró.

Aun con todo, Benedicto XVI señaló que las Sagradas Escrituras recogen el "mensaje consolador de que el mal y la muerte no tienen la última palabra, sino que el que vence, al final es Jesús. ¡Siempre!", exclamó, asegurando que éste será el anuncio que la Iglesia "renovará de modo significativo" durante la celebración del Sínodo.

Esta reunión se centrará en el papel que actualmente tienen las Sagradas Escrituras en la vida y misión de la Iglesia. A este respecto, el Papa recordó que el "deber primario y fundamental" de la Iglesia es "nutrirse de la Palabra de Dios".

"Es indispensable que la Iglesia conozca y viva lo que anuncia, para lograr que su predicación sea creíble, a pesar de las debilidades y la pobreza de los hombres que la conforman", señaló.

El Papa también repasó la situación en que se encuentra el anuncio del Evangelio, explicando que así como "muchos no lo han encontrado todavía y están esperando su primer anuncio", otros, "aun habiendo recibido una formación cristiana, han debilitado su entusiasmo" y su contacto con la palabra de Dios es "superficial". Otros "se han alejado de la práctica de la fe y precisan otra evangelización".