jueves, 26 de agosto de 2021

DIA PRIMERO DE MES A LA DIVINA PROVIDENCIA


DÍA PRIMERO DE CADA MES DEDICADO A LA DIVINA PROVIDENCIA

 

Impreso en Negrón Impresos, Calle 9 No. 1000.  Río Piedras, Puerto Rico.

Año 1937.

Con licencia eclesiástica

 

Puesto de rodillas ante una imagen de la Santísima Trinidad, hecha la señal de la cruz y el acto de contrición, Señor mío Jesucristo, etc., se dará principio con la siguiente:

 

ORACIÓN

¡Oh Dios y Señor nuestro! Uno en la esencia, trino en la persona, cuya potencia, sabiduría y santidad no son como las del hombre, débil, ciego y arrastrado de sus pasiones, ¡cuán grande sois, en todos vuestros atributos, y cuán admirable es, sobre todo el de vuestra Divina Providencia!, ella se extiende a todo lo que existe en el universo porque todo él, así como las criaturas todas están a Vos sujetas y dependen de vuestra Santísima mano. Sí Padre amantísimo, nuestro Creador de nuestras almas, y de nuestros cuerpos, Autor de la religión que profesamos y de la sociedad en que vivimos: nosotros reconocemos y confesamos con toda la sinceridad de nuestro corazón que vuestra providencia vela sin cesar sobre nosotros y que en vuestras paternales manos están perpetuamente nuestras suertes. Ella se apodera de nosotros, oye todas nuestras palabras, mira todos nuestros movimientos, está presente a todos nuestros proyectos y observa hasta nuestros deseos. Un cabello no cae de nuestra cabeza sin vuestra voluntad, así como de ella el más mínimo grano de arena no rueda a la orilla del mar. ¿A quién pues, debemos acudir en todas nuestras necesidades, aflicciones y peligros sino a Vos Señor infinitamente sabio, bueno y poderoso? ¿En qué otro sino en el de Vuestra paternal Providencia descansará el hombre combatido por las tentaciones, afligido por el dolor, atribulado por la desgracia, oprimido de la miseria, abandonado de sus semejantes y aún moribundo que pisa ya las sombras de la eternidad? ¿A quién recurrirá por remedio, por consuelo, por seguridad, si no a esa sabiduría infinita que todo lo gobierna, esa bondad suprema que todo lo dirige, a esa omnipotencia sin límite que todo lo obra? A esa Divina Providencia que rige y lleva todas las cosas a su fin, recurrimos humildes y confiados, porque reconocemos que no hay criatura alguna que no lo esté sujeta, ya lo quiera y ya lo temiera y locamente se resista. A ella recurrimos, porque solo descansando con humildad y confianza en sus sabias disposiciones, no será posible hallar la tranquilidad en medio de las tempestuosas olas del mar agitado de este mundo que por todas partes nos asaltan y combaten. Creyendo como creemos que la Providencia vela sobre las necesidades de nuestra alma y de nuestro cuerpo, nos acogemos a ella por los auxilios que nos son indispensables para nuestro provecho espiritual y sustento corporal integrados igualmente en el bien de la Iglesia nuestra y en la felicidad del estado a que pertenecemos, imploramos también vuestra protección, porque respecto de la primera tenemos por garantía la promesa del que ofreció estar en su compañía hasta la consumación de los siglos y porque a pesar de la incredulidad e irreligión convencidos estamos de que la política del cielo es la que dirige a sus altos fines los sucesos de las naciones, los errores o aciertos de los gobiernos. Firmes por lo tanto en esta creencia consoladora y que cual suave bálsamo cura todas nuestras llagas, reanima nuestra abatidas fuerzas y tranquiliza nuestras aflicciones y congojas, confesamos oh Dios y Señor nuestro, vuestra infinita, santísima y poderosa Providencia y con dulces lágrimas animadas de una viva fe, de una firme esperanza, del más ardiente amor y humilde reconocimiento a los innumerables beneficios hasta ahora recibidos de vuestra liberalísima mano que actualmente recibimos y que esperamos recibir toda la eternidad, entonamos como muestra de nuestra gratitud, aquel cántico del real profeta que desea nuestra fe sea siempre la mediación de nuestras almas y la perpetua oración de nuestros labios. Mientras yo me deje gobernar por mi supremo Señor nada me faltará. Los desiertos más áridos serán para mi amenísimos y muy fecundos pastos; la sombra terrible de la muerte me verá constante e intrépido si yo tengo a mi lado esta amable Providencia, sea vara con la que me guíe o bastón con que me hiera el pensar solo en ella dejará siempre en mí la misma alegría de mi espíritu. Porque estoy seguro que de un momento a otro su misericordia me asista y dirija mis pasos al camino de la gloria. Amén.

 

-Se rezan tres Credos gloriados con la siguiente:

 

 

ORACIÓN

¡Oh Dios cuya Providencia nunca se engaña ni yerra en sus disposiciones!, humildemente te pedimos aparte de nosotros todo lo que pueda perjudicar y nos des cuanto nos sea provechoso. Por Jesucristo, Señor nuestro. Amén.

 

 

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA

¡Oh Madre augusta de la Divina Providencia, la más ilustre y santa, la más accesible y tierna! Nosotros colocamos en vuestro maternal corazón nuestras tibias oraciones para que se inflamen con sus purísimas llamas, alcanzadnos, Señora, que nuestra humilde confianza en esa sabia, poderosa y vigente Providencia adquiera en terreno tan precioso y fecundo una belleza incorruptible, colores agradables, aromas delicados, virtudes divinas y un precio merecedor de eternos bienes de dicha feliz y perpetua de inmortales honores. Alcanzadnos de un tributo tan adorable y excelso que os hizo el brillante ornamento de la naturaleza humana y la luz más pura y esplendorosa del Empíreo, todos aquellos bienes así temporales como espirituales, sin cuyo goce no podemos hacer tranquilamente por este valle de lágrimas nuestra peregrinación a la bienaventuranza. A vuestra poderosa súplica deben los pastores de la Iglesia santa sabiduría, prudencia y celo, los magistrados la feliz dirección de los negocios públicos, los militares la clemencia que corona plausiblemente los triunfos, los pecadores su pronta sabiduría y saludable enmienda, los justos preciosos aumentos de la virtud y gracia, los labradores cosechas abundantes y la industria fecundos arbitrios y útiles progresos. En fin, hija inmortal y memorable de la Divina Providencia, cubridnos con su augusto manto para que comencemos desde este mundo, con nuestros cristianos procederes una felicidad que se consume algún día de un modo sorprendente y celestial, en los tabernáculos eternos. Amén.

 

-Se rezan tres Ave Marías saludando a la Santísima Virgen hija del Padre, madre del Hijo, esposa del Espíritu Santo, templo purísimo de la beatísima Trinidad y se ofrecerán en la siguiente:

 

 

ORACIÓN

Suplicámoste, Señor, que por la intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, te dignes defender a esta familia de toda adversidad y protegerla propicio de las asechanzas de los enemigos, como te lo ruega postrada de todo corazón ante tu divina presencia. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

 

 

ORACIÓN A LOS SANTOS

Oh ilustres moradores de la patria bienaventurada, Santos y Santas de la corte del Cielo, felicísimos hermanos nuestros, especialmente los que en el presente mes habéis logrado la incomparable fortuna de trocar la morada terrestre por la celestial el país de tentaciones, de dolores y peligros por la estancia gloriosa de premios, de goces y tranquilidad. Vosotros cubiertos con el escudo impenetrable de la Providencia divina, os mantuvisteis impávidos en medio de las más ejecutivas necesidades, de las más graves penas y de los mayores y más eminentes riesgos. Como nosotros habéis pasado en este valle de lágrimas días de lujo, días de quebrantos y de miseria, pero contemplando que todo cuanto os acontecía, ya en lo personal y ya en lo público, ahora fuese dulce, ahora amargo, todo venía ordenado por la inefable Providencia del Señor para vuestro bien en este mundo y vuestra dicha perpetua en la gloria, os supisteis conformar con sus adorables disposiciones , bendecirla y darle gracias por todo, recibirlo y aceptarlo como los más preciosos dones singularísimos beneficios. Alcanzadnos Señor que fiados en la Maternal Providencia que vela incesantemente sobre nosotros, nuestras más grandes tribulaciones espirituales y urgencias corporales  las miremos como amorosas pruebas y joyas futuras de nuestra corona, las calamidades públicas como medios de atraer así nuestros corazones y separarlos del amor a las enfermedades como salud y la muerte como principio de vida feliz e interminable para que purificados de esta manera como el oro en crisol, merezcamos haceros compañía en la bienaventuranza entonando cánticos que jamás tendrán fin, reservado tan sólo a los que peleando generosamente en este mundo se hagan dignos de la inmortal corona de gloria. Amén.

 

-Se rezan tres Padre Nuestros y Ave María gloriados y después se dirá la siguiente:

 

 

ORACIÓN

Concédenos, Dios Omnipotente, que la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios y la de todos los santos apóstoles, mártires, confesores, vírgenes y demás escogidos tuyos, nos llene perpetuamente de alegría para que al mismo tiempo que recordemos sus virtudes, experimentemos sus patrocinios. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

 

 

 

HIMNO DE SAN AMBROSIO Y SAN AGUSTIN: TE DEUM.

A ti Dios infinito te alabamos

A ti confesamos Señor nuestro

A ti toda la tierra venera

Por Padre Universal Santo y Eterno.

 

A ti todos los Ángeles postrados

A ti todos los ámbitos del Cielo

A ti las potestades que criaste

En la vasta región del Universo.

 

El querubín y el Serafín rendidos

Con incesante voz y acorde acento

Por Santo, Santo te proclaman

Y Dios de los ejércitos supremos.

 

El dilatado espacio de los cielos

El admirable giro de la tierra

De tu infinita majestad y gloria

Cumplida y felizmente se ven llenos

 

El gran coro de los Apóstoles gloriosos

Con el loable número profético

Y el ejército cándido de mártires

Te alaban a una voz y en un aliento.

 

A ti por todo el orbe de la tierra

La Iglesia universal como a su centro

En la fe de que debe, te confiesa

Con inmutable espíritu y afecto.

 

Por Padre de un inmenso poderío

Por Hijo venerado y verdadero

Por Espíritu Santo que procede

Del amor de los dos divinos pechos.

 

Tú eres Rey de la gloria Jesucristo

Tú eres Hijo del Padre sempiterno

Que por librar al hombre de la  culpa,

No rehusaste ya virgíneo seno.

 

Tú, venciendo las armas de la muerte,

Abriste a todo fiel creyente pueblo

De los antiguos padres y profetas

El esperado reino de los cielos.

 

Tú allá en la gloria de tu inmenso Padre

Posees a la diestra de su Imperio

Sobre todos los justos venturosos

El eterno feliz, glorioso asiento.

 

En el último día de los siglos,

Con alta Majestad en trono regio,

Creemos que vendrá, como lo ha dicho

A juzgar a los hombres juez severo.

 

Pedímoste, Señor, que a tus esclavos,

A aquellos infelices que tú mismo

Con tu preciosa Sangre redimiste,

Socorras a sus males y en sus riesgos.

 

Haz que entre el santo número de justos

Por la preciosa vida que sangriento

En la cruz nuestros pecados,

Felices en tu gloria nos contemos.

 

Por tu suma piedad y por tu gloria,

Soberano Señor, salva a tu pueblo,

Y sobre la heredad que es solo tuya

Eche la bendición tu brazo inmenso.

 

Gobierna, pues, Señor, a los vasallos

Dirige sus acciones y sucesos

Y ensalza su poder eternamente

En los dichosos siglos venideros.

 

Todos aquellos días sucesivos

Que numera la serie de los tiempos

A ti te bendecimos justamente

Y tus obras, Señor, por tu respeto.

 

Alabamos también tu Santo Nombre

Aquel a quien se humilla el orbe entero

Ensalzando sus timbras y blasones

Por los siglos de los siglos sempiternos.

 

Dígnate, gran Señor, que en este día

Tu gracia puntual en socorrernos

Nos guarde caer infelizmente

En infames ofensas y defectos.

 

Tú Señor, que penetras los incultos

Tú que ves la maldad de nuestros yerros

Ten piedad de nosotros y perdona

La culpa que tan ingratos te ofendemos.

 

Sea tal tu piedad entre nosotros

Cual es nuestra pena y nuestro anhelo

Por la fe de promesas infalibles

La esperanza, Señor que en ti tenemos.

 

Con esa inalterable confianza

En tu misericordia solo espero

Creyendo firmemente, que por ella

No seré confundido en el infierno.

 

 

 

CANTICO DE LOS TRES NIÑOS

Bendecid al Señor sus obras todas

Loadlo y ensalzadlo en las futuras

Edades que por los siglos se prolongan

Bendecid, Señor, oh luminosas,

Esfera del celeste firmamento

Bendecid al Señor ángeles suyos

Aguas que sobre el cielo suspendidas

De su mano y poder pendéis gustosas

Huestes que del Señor en las banderas

Militáis, al Señor rendid devotas

Bendiciones a un Sol dorado.

Cándida Luna, bendición y gloria

Dad al Señor, estrellas que en el cielo

Resplandecéis en noche tenebrosa,

Bendecid al Señor. Lluvias, rocíos,

Bendecid todos al Señor ahora

Vientos de Dios, vosotros también todos

Bendecid al Señor. Tú que devoras

Fuego, tu ardor que abrasa bendecido

Frío y calor, bendecidlo, copiosas

Rociadas y escarchas que en las flores

Brillar hacéis vuestro menudo aljófar

Bendecid al Señor duras heladas,

Intensos fríos, que en las altas rocas

Reináis, dad al Señor mil bendiciones

Hielos y nieves, plateadas alfombras,

Del campo, bendecid al Señor, días

Y noches, bendecidlo. Luz hermosa,

Horrorosas tinieblas, bendecidlo,

Rayos y nubes, bendecidlo, todas.

La tierra hoy al señor bendiga y loe

Y ensalce siglos mil. Majestuosas

Montañas y collados, bendiciones

Le tributad. Cuanto en la tierra brota

Bendición de al Señor. Vos, cristalinas

Fuentes, lo bendecid. En altas olas,

Mares y ríos, al Señor excelso

Bendecid. Tú, ¡oh ballena!, y cuanto more

En el agua, al Señor bendecid todos.

Aves del cielo, bendecid vosotros

Al Señor; Bestias todas y ganados

Bendecid al Señor; vos numerosa

Prole de los humanos bendecidlo

Bendígalo Israel y en las remotas

Edades lo celebre y glorifique

Del Señor sacerdotes, vuestras bocas

Bendigan al Señor: ¡Oh siervos tuyos!

Bendecid al Señor; Almas devotas

De lo justo, con vida y con aliento

Bendecid al Señor, Satos en obras

Y en espíritu, humildes bendecidlo

Ananías, Azarías a Vos os toca

Y a Misael en altas bendiciones

Al Señor ensalzar y honrar ahora

Al Padre demos con el Hijo gloria

Y por los siglos de los siglos. Todos

Y al Espíritu Santo y alabemos

Y ensalcemos su alteza misteriosa

Una Triana por siglos eternales

Bendito eres Señor en la lumbrosa

Esfera del celeste firmamento

Y digno de alabanza y honra

Y para tu loor ensalzamiento

Los siglos son de duración muy corta.

 

 

 

LETANIAS DE LOS SANTOS

Kyrie eleison

Criste eleison

Kyrie eleison

 

Cristo óyenos

Cristo escúchanos

 

Dios Padre Celestial.               Ten misericordia de nosotros

Dios Hijo Redentor del Mundo

Dios Espíritu Santo

Santa Trinidad, un solo Dios

 

Santa María          Ruega por nosotros

Santa Madre de Dios

Santa Virgen de las Vírgenes

 

San Miguel                                                         

San Gabriel

San Rafael.

Todos los santos ángeles y arcángeles                  

Todos los santos coros de los bienaventurados espíritus 

San Pedro

San Pablo

San Mateo

San Simón

Santiago

San Tadeo

San Juan

San Matías

Santo Tomás

San Bernabé

San Felipe

San Lucas

San Bartolomé

San Marcos Evangelista

 

Todos los santos apóstoles y evangelistas                      

Todos los santos discípulos del Señor

Todos los santos inocentes                                           

 

San Esteban

San Lorenzo

San Vicente

Santos Fabián y Sebastián

Santos Cosme y Damián

Santos Juan y Pablo

Santos Gervasio y Protasio

Todos los Santos mártires                                   

San Silvestre

San Gregorio

San Ambrosio

San Jerónimo

San Martín

San Nicolás

 

Todos los santos pontífices y confesores              

Que te dignes escucharnos Hijo de Dios Escúchanos, Señor.

 

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, óyenos Señor

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros.

 

Que libres de la eterna condenación a nuestras almas y a las de nuestros hermanos, parientes y amigos.

 

Kyrie eleison

Criste eleison

Kyrie eleison

Amén.

 

 -Colaboracion de Carlos Villaman 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...