Adoro te devote

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La Última Cena, pintura de Duccio di Buoninsegna

Adoro te devote es uno de los cinco himnos que Santo Tomás de Aquino compuso en honor de Jesús en el Santísimo Sacramento, a solicitud del Papa Urbano IV, con motivo de haber establecido por primera vez la Fiesta del Corpus Christi en 1264. El himno se encuentra en el Misal Romano como una oración de acción de gracias para después de la Misa. Se concede una indulgencia parcial a los fieles que recen con devoción este himno.

Observa el Padre Rainiero Cantalamesa que existe una laude de Jacopone de Todi, compuesta en torno al año 1300, que contiene una clara alusión a la segunda estrofa del «Adoro te devote»: «Visus, tactus, gustus…» . En ella Jacopone imagina una especie de contienda entre los distintos sentidos humanos a propósito de la Eucaristía: tres de ellos (la vista, el tacto y el gusto) dicen que es solo pan, «solo el oído» se resiste, asegurando que «bajo estas formas visibles está escondido Cristo» [1]. Si ello no basta para afirmar que el himno es de Santo Tomás de Aquino, muestra sin embargo que es más antiguo de lo que se pensaba hasta ahora y, al menos por la fecha, no es incompatible con una atribución al Doctor Angélico. Si Jacopone puede aludir a él como a texto conocido, debía haber sido compuesto al menos una veintena de años antes y gozar ya de cierta popularidad.[1]

Letra[editar]

Latín Castellano
Adoro te devote, latens Deitas,
Quae sub his figuris vere latitas:
Tibi se cor meum totum subiicit,
Quia te contemplans totum deficit.
Visus, tactus, gustus in te fallitur,
Sed auditu solo tuto creditur.
Credo quidquid dixit Dei Filius:
Nil hoc verbo Veritatis verius.
In cruce latebat sola Deitas,
At hic latet simul et humanitas;
Ambo tamen credens atque confitens,
Peto quod petivit latro paenitens.
Plagas, sicut Thomas, non intueor;
Deum tamen meum te confiteor.
Fac me tibi semper magis credere,
In te spem habere, te diligere.
O memoriale mortis Domini!
Panis vivus, vitam praestans homini!
Praesta meae menti de te vivere
Et te illi semper dulce sapere.
Pie pellicane, Iesu Domine,
Me immundum munda tuo sanguine.
Cuius una stilla salvum facere
Totum mundum quit ab omni scelere.
Iesu, quem velatum nunc aspicio,
Oro fiat illud quod tam sitio;
Ut te revelata cernens facie,
Visu sim beatus tuae gloriae.
Amen
Te adoro con devoción, Dios escondido,
oculto verdaderamente bajo estas apariencias.
A Ti se somete mi corazón por completo,
y se rinde totalmente al contemplarte.
Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto;
pero basta el oído para creer con firmeza;
creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios:
nada es más verdadero que esta Palabra de verdad.
En la Cruz se escondía solo la Divinidad,
pero aquí se esconde también la Humanidad;
sin embargo, creo y confieso ambas cosas,
y pido lo que pidió el ladrón arrepentido.
No veo las llagas como las vio Tomás
pero confieso que eres mi Dios:
haz que yo crea más y más en Ti,
que en Ti espere y que te ame.
¡Memorial de la muerte del Señor!
Pan vivo que das vida al hombre:
concede a mi alma que de Ti viva
y que siempre saboree tu dulzura.
Señor Jesús, Pelícano bueno,
límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre,
de la que una sola gota puede liberar
de todos los crímenes al mundo entero.
Jesús, a quien ahora veo oculto,
te ruego que se cumpla lo que tanto ansío:
que al mirar tu rostro cara a cara,:
sea yo feliz viendo tu gloria.

Amén.

Estructura[editar]

El himno consta de 28 versos, con rima pareada. Los primeros 14 versos terminan en consonante y los siguientes 14 en vocal. Los versos son endecasílabos con acento en las sílabas impares.

Referencias[editar]

Véase también[editar]

Bibliografía[editar]

Enlaces externos[editar]