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      “Rece por mí y por mi familia”, le pidió Obama al papa Francisco

      Mantuvieron un encuentro privado en el Vaticano que se extendió por 50 minutos. “Soy un gran admirador suyo”, le confesó el presidente estadounidense.

      "Rece por mí y por mi familia", le pidió Obama al papa FranciscoCLAIMA20140327_0093 "Soy su gran admirador", con esas palabras el presidente de estados Unidos, Barack Obama, saludó al papa Francisco en el Vaticano. (Reuters)
      Redacción Clarín

      El Papa Francisco recibió esta mañana durante 50 minutos con distante cordialidad y cara seria al presidente norteamericano Barak Obama, que buscó durante el largo diálogo poner de relieve los temas en que ambos tienen grandes coincidencias: la lucha contra la pobreza, la injusticia social y la vida de los más vulnerables. Jorge Bergoglio compartió estas inquietudes pero Obama debió escuchar las discrepancias de la Iglesia con las posiciones proaborto de los demócratas y del mismo presidente, así como en materia de anticonceptivos y bioética.

      “Rece por mí y por mi familia. Están conmigo en este camino”, fue el pedido que le hizo un Barack Obama visiblemente emocionado a Francisco.

      La prensa norteamericana comentó que Obama buscaba “la aureola” del encuentro con el Papa argentino, que es muy popular en Estados Unidos, salvo en los grupos más ultraconservadores. El Instituto “Gallup” asigna a Bergoglio un consenso del 75% en el país gobernado por su interlocutor.

      A su vez Obama necesita fortalecer su alianza con el mundo católico, con el cual mantiene una relación frágil. La Iglesia norteamericana ha sintonizado mucho con los conservadores republicanos de Ronald Reagan y de los presidentes Bush, padre e hijo, hasta consumar sólidas alianzas.

      “Es un honor, soy un gran admirador suyo”, dijo Obama al Papa argentino cuando Bergoglio le dió la mano en la sala del tronito, junto a la biblioteca privada pontificia del Palacio Apostólico, donde tuvo lugar la audiencia.

      “Welcome mister president”, le respondió con una sonrisa Francisco. Después ambos se sentaron en el escritorio del Papa acompañados de una traductora con mantilla en la cabeza, de Obama, y de un intérprete religioso para Jorge Bergoglio. Cada uno habló en su idioma.

      Fue significativo. Por primera vez las Américas se reunieron de igual a igual y tuvieron que usar mediadores entre el inglés y el castellano.

      Antes de llegar a Roma, desde Bruselas, el presidente norteamericano dijo al “Corriere della Sera” de Mián que “el Papa nos desafía y yo vengo a escucharlo. Implora que nos acordemos de la gente, de las familias, de los pobres. Nos invita a detenernos y a reflexionar sobre la dignidad del hombre”.

      “El prensamiento del pontífice latinoamericano es precioso para comprender como podemos ganar el reto de combatir la pobreza extrema y la desiguarldad en la distirbución de los ingresos. Con sus continuas palabras sobre la justifica social el pontífice nos adverte del riesgo de habituarnos a las desigualdades expremas, hasta el punto de aceptarlas como algo normal”, señaló Obama.

      Es seguro que estos fueron los asuntos que el hombre de Washington prefirió porque sabía que las diferencias en los temas del aborto, los anticonceptivos y la bioética impiden lograr las santas alianzas que si consiguieron Ronal Reagan con Juan Pablo II y George W. Bush con Benedicto XVI en tiempos de brutales intervenciones de EE.UU., pero siempre en la línea en los asuntos de moral católica con las posiciones del Vaticano.

      Obama en este plano quiere recuperar popularidad, muy floja entre los blancos conservadores y fuerte entre los latinos católicos. Pero las encuestas le asignan una desaprobación del 59%.

      Al pasar lista a los grandes problemas internacionales, no faltó en el diálogo entre el Papa y Obama el intercambio de ideas sobre la guerra civil siria y la grave crisis de Ucrania.

      Pero los temas más reservados fueron derivados por el Papa al encuentro que mantuvo con Obama, acompañado por el Secreatario de Estado, John Kerry, su homólogo vaticano, el cardenal Piero Parolín. Es costumbre que los jefes de Estado se encuentren con el número dos vaticano tras ver al Papa.

      Para los latinoamericanos, la charla del cardenal Parolín con Obama y Kerry tuvo una importancia especial, cuyos términos son más que reservados. Se trata de Venezuela, donde la crisis se está agudizando y al Papa le llegan continuos llamados y presiones para que acepte formalizar una mediación. Pero Francisco debe moverse en este plano con mucho cuidado para evitar un enchastre que agravaría la situación, sobre todo con los norteamericanos tentados por algún golpe de Estado que ponga fin al chavismo y al presidente Maduro.

      El Secretario de Estado, cardenal Parolín, conoce mejor que nadie la situación venezolana. Fue seis años nuncio en Caracas y de allí lo trajo Bergoglio para promoverlo a ser su brazo derecho. Parolín es un diplomático de primera y lee todos los días las exhortaciones de la Iglesia venezolana a marchar hacia el diálogo y un pacto social, que en algún momento debería ser facilitado por la intervención del pontífice, siempre que estén dadas las garantías del caso, muy difíciles de lograr.

      Se espera que el Papa argentino viaje a Filadelfia en 2015 para presidir la Jornada Mundial de las Familias y que extienda la visita a EE.UU.