¿Qué es la Eucaristía?

¿Cuándo sucede la transubstanciación?​ ¿De qué manera está presente Jesús en la Eucaristía? Respuesta a algunas de las preguntas más habituales sobre la presencia de Jesucristo en la Eucaristía.

Respuestas a las preguntas más habituales sobre la Eucaristía. Foto: Ismael Martínez Sánchez

Sumario
1. ¿Qué es la Eucarístía?
2. ¿Cómo se produce esa transformación? ¿Cuándo sucede la transubstanciación?
3. ¿Cómo está presente Jesús en la Eucaristía?
4. ¿Cómo se puede estar convencido de que Dios mismo está presente bajo las especies del pan y el vino?
5. ¿Cómo se manifiesta la fe en Jesús sacramentado?
6. ¿Qué es la Visita al Santísimo Sacramento?


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1. ¿Qué es la Eucarístía?

Jesús, antes de su Pasión y Muerte, al celebrar con los sus apóstoles la Pascua, les dijo: "Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios" [...] Y tomó pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: "Esto es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío". De igual modo, después de cenar, tomó el cáliz, diciendo: "Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre, que va a ser derramada por vosotros". Son varios los relatos evangélicos que recogen esta verdad central de nuestra fe: San Lucas 22,7-20; San Mateo 26,17-29; San Marcos 14,12-25; 1 y San Pablo en la epístola a los Corintios 11,23-26).

Cada vez que el sacerdote en la Santa Misa reza las palabras de la Consagración, se realiza el milagro de la Eucaristía; lo que antes era pan y vino ahora, bajo esa apariencia, está en Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Como enseña el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, "Jesucristo está presente en la Eucaristía de modo único e incomparable. Está presente, en efecto, de modo verdadero, real y sustancial: con su Cuerpo y con su Sangre, con su alma y su divinidad. Cristo, todo entero, Dios y hombre, está presente en ella de manera sacramental, es decir, bajo las especies eucarísticas del pan y del vino" (n. 282).

Textos de san Josemaría para meditar

El Creador se ha desbordado en cariño por sus criaturas. Nuestro Señor Jesucristo, como si aún no fueran suficientes todas las otras pruebas de su misericordia, instituye la Eucaristía para que podamos tenerle siempre cerca y —en lo que nos es posible entender— porque, movido por su Amor, quien no necesita nada, no quiere prescindir de nosotros. Es Cristo que pasa, 84

Por amor y para enseñarnos a amar, vino Jesús a la tierra y se quedó entre nosotros en la Eucaristía. Es Cristo que pasa, 151

2. ¿Cómo se produce esa transformación? ¿Cuándo sucede la transubstanciación?

Mediante la transubstanciación, es decir por la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este sacramento. San Ambrosio dice respecto a esta conversión: «Estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la naturaleza ha producido, sino lo que la bendición ha consagrado, y de que la fuerza de la bendición supera a la de la naturaleza, porque por la bendición la naturaleza misma resulta cambiada.

La presencia eucarística de Cristo comienza en el momento de la consagración y dura todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas. Cristo está todo entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo (cf Concilio de Trento: DS 1641). Catecismo de la Iglesia Católica, 1375-1377

Textos de san Josemaría para meditar

Lo que nosotros no podemos, lo puede el Señor. Jesucristo, perfecto Dios y perfecto Hombre, no deja un símbolo, sino la realidad: se queda El mismo. Irá al Padre, pero permanecerá con los hombres. No nos legará un simple regalo que nos haga evocar su memoria, una imagen que tienda a desdibujarse con el tiempo, como la fotografía que pronto aparece desvaída, amarillenta y sin sentido para los que no fueron protagonistas de aquel amoroso momento. Bajo las especies del pan y del vino está El, realmente presente: con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad. Es Cristo que pasa, 83

3. ¿Cómo está presente Jesús en la Eucaristía?

Jesucristo está realmente presente en la Eucaristía. En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía están contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero. Esta presencia se denomina "real", no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen "reales", sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente.

San Juan en su Evangelio recoge otras palabras de Jesús : "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre El que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida eterna permanece en mí y yo en él" (Jn 6, 51.54.56).

El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella "como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos. Catecismo de la Iglesia Católica, 1374

Textos de san Josemaría para meditar

El amor de la Trinidad a los hombres hace que, de la presencia de Cristo en la Eucaristía, nazcan para la Iglesia y para la humanidad todas las gracias. Este es el sacrificio que profetizó Malaquías: desde la salida del sol hasta el ocaso es grande mi nombre entre las gentes; y en todo lugar se ofrece a mi nombre un sacrificio humeante y una oblación pura. Es el Sacrificio de Cristo, ofrecido al Padre con la cooperación del Espíritu Santo: oblación de valor infinito, que eterniza en nosotros la Redención, que no podían alcanzar los sacrificios de la Antigua Ley. Es Cristo que pasa, 86

Él se abaja a todo, admite todo, se expone a todo —a sacrilegios, a blasfemias, a la frialdad de la indiferencia de tantos—, con tal de ofrecer, aunque sea a un hombre solo, la posibilidad de descubrir los latidos de un Corazón que salta en su pecho llagado. Homilía Sacerdote para la eternidad, 13-IV-1973

4. ¿Cómo se puede estar convencido de que Dios mismo está presente bajo las especies del pan y el vino?

La presencia del verdadero Cuerpo de Cristo y de la verdadera Sangre de Cristo en este sacramento, "no se conoce por los sentidos, sino sólo por la fe, la cual se apoya en la autoridad de Dios: Es grandemente admirable que Cristo haya querido hacerse presente en su Iglesia de esta singular manera.

Puesto que Cristo iba a dejar a los suyos bajo su forma visible, quiso darnos su presencia sacramental; puesto que iba a ofrecerse en la cruz por muestra salvación, quiso que tuviéramos el memorial del amor con que nos había amado "hasta el fin", como dice San Juan en el capítulo 13,1 de su Evangelio, hasta el don de su vida.

En efecto, en su presencia eucarística permanece misteriosamente en medio de nosotros como quien nos amó y se entregó por nosotros, y se queda bajo los signos que expresan y comunican este amor. Catecismo de la Iglesia Católica, 1380-1381

Textos de san Josemaría para meditar

“Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias. A Ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte. Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto; pero basta el oído para creer con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que esta Palabra de verdad. En la Cruz se escondía sólo la Divinidad, pero aquí se esconde también la Humanidad; sin embargo, creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido. No veo las llagas como las vió Tomás pero confieso que eres mi Dios: haz que yo crea más y más en Ti, que en Ti espere y que te ame. ¡Memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que das vida al hombre: concede a mi alma que de Ti viva y que siempre saboree tu dulzura. Señor Jesús, Pelícano bueno, límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero. Jesús, a quien ahora veo oculto, te ruego, que se cumpla lo que tanto ansío: que al mirar tu rostro cara a cara, sea yo feliz viendo tu gloria. Amén”. Oración de Santo Tomás recogida en el Catecimo de la Iglesia 1381

Es toda nuestra fe la que se pone en acto cuando creemos en Jesús, en su presencia real bajo los accidentes del pan y del vino. Es Cristo que pasa, 153

Señor, yo creo firmemente. ¡Gracias por habernos concedido la fe! Creo en Ti, en esa maravilla de amor que es tu Presencia Real bajo las especies eucarísticas, después de la consagración, en el altar y en los Sagrarios donde estás reservado. Creo más que si te escuchara con mis oídos, más que si te viera con mis ojos, más que si te tocara con mis manos. San Josemaría, Carta 28-III-1973, n. 7. Recogido en la Carta del Prelado del Opus Dei sobre el Año de la Eucaristía, 6-X-2004.

5. ¿Cómo se manifiesta la fe en Jesús sacramentado?

En la liturgia de la misa expresamos nuestra fe en la presencia real de Cristo bajo las especies de pan y de vino, entre otras maneras, arrodillándonos o inclinándonos profundamente en señal de adoración al Señor.

Pero además La Iglesia católica ha dado y continúa dando este culto de adoración que se debe al sacramento de la Eucaristía no solamente durante la misa, sino también fuera de su celebración: conservando con el mayor cuidado las hostias consagradas, presentándolas a los fieles para que las veneren con solemnidad, llevándolas en procesión en medio de la alegría del pueblo.

El sagrario (tabernáculo) estaba primeramente destinado a guardar dignamente la Eucaristía para que pudiera ser llevada a los enfermos y ausentes fuera de la misa. Por la profundización de la fe en la presencia real de Cristo en su Eucaristía, la Iglesia tomó conciencia del sentido de la adoración silenciosa del Señor presente bajo las especies eucarísticas. Por eso, el sagrario debe estar colocado en un lugar particularmente digno de la iglesia; debe estar construido de tal forma que subraye y manifieste la verdad de la presencia real de Cristo en el santísimo sacramento. Catecismo de la Iglesia Católica, 1378-1379

Textos de san Josemaría para meditar

Nuestro Dios ha decidido permanecer en el Sagrario para alimentarnos, para fortalecernos, para divinizarnos, para dar eficacia a nuestra tarea y a nuestro esfuerzo. Es Cristo que pasa, 151

¡Qué prisa tienen todos ahora para tratar a Dios! (...). Tú no tengas prisa. No hagas, en lugar de una genuflexión piadosa, una contorsión del cuerpo, que es una burla (...). Haz la genuflexión así, despacio, con piedad, bien hecha. Y mientras adoras a Jesús sacramentado, dile en tu corazón: Adoro te devote, latens deitas. Te adoro, mi Dios escondido.
San Josemaría, Apuntes tomados en una tertulia, octubre 1972. Recogido en la Carta del Prelado del Opus Dei sobre el Año de la Eucaristía, 6-X-2004.

¿Cómo es posible que se desprecie ese milagro perpetuo de la presencia real de Cristo en el Sagrario? Se ha quedado para que lo tratemos, para que lo adoremos, para que, prenda de la gloria futura, nos decidamos a seguir sus huellas. El fin sobrenatural de la Iglesia, 12

6. ¿Qué es la Visita al Santísimo Sacramento?

Ya que Cristo mismo está presente en el Sacramento del Altar es preciso honrarlo con culto de adoración. "La visita al Santísimo Sacramento es una prueba de gratitud, un signo de amor y un deber de adoración hacia Cristo, nuestro Señor". Catecismo de la Iglesia Católica, 1418

Textos de san Josemaría para meditar

No dejes la Visita al Santísimo. —Luego de la oración vocal que acostumbres, di a Jesús, realmente presente en el Sagrario, las preocupaciones de la jornada. —Y tendrás luces y ánimo para tu vida de cristiano. Camino, 554