El Papa en el Ángelus, 14-7-19: «la misericordia hacia una vida humana en estado de necesidad es el verdadero rostro del amor con el que se llega a ser verdadero discípulo de Jesús»

* «Si no sientes compasión frente a una persona necesitada, si tu corazón no se conmueve, significa que algo anda mal. ¡Está atento, estemos atentos! No nos dejemos llevar por la insensibilidad egoísta. La capacidad de compasión se ha convertido en la piedra de comparación del cristiano, ante la enseñanza de Jesús. Jesús mismo es la compasión del Padre por nosotros. Si vas por la calle y ves a un sin techo tirado allí, y pasas sin siquiera mirarlo tal vez, o si piensas: «Bueno, es el efecto del vino, es un borracho», pregúntate a ti mismo no si ese hombre está borracho, pregúntate si tu corazón no se ha endurecido, si tu corazón no se ha convertido en hielo»

Video completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «Una vez más, quisiera expresar mi cercanía al amado pueblo venezolano, particularmente extenuado por la prolongada crisis. Pidamos al Señor que inspire e ilumine a las partes en causa, para que puedan llegar lo antes posible a un acuerdo que ponga fin al sufrimiento de la gente por el bien del país y de toda la región»

14 de julio de 2019.- (Camino Católico)  “La misericordia hacia una vida humana en estado de necesidad es el verdadero rostro del amor”. Por eso, como Dios, «seamos capaces de tener compasión». Es la clave del buen cristiano, según el Papa Francisco, pues, «si no sientes compasión frente a una persona necesitada, si tu corazón no se conmueve, significa que algo anda mal». La calurosa jornada romana no impidió a muchísimos fieles rezar junto con el Pontífice en la Plaza de San Pedro a la Madre de Dios. La famosa parábola del “buen samaritano” que presenta el Evangelio del día, fue el tema de la catequesis del Papa, y la pregunta planteada a Jesús por parte de un doctor de la ley, su punto de partida.

El Papa notó que sin embargo, había diferentes interpretaciones de quién debía ser entendido como “prójimo”. De hecho, ese hombre todavía pregunta: “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús responde con la parábola del Buen Samaritano. Escogiendo a un extranjero, explicó el Santo Padre, Jesús quiere superar el prejuicio, demostrando que “incluso uno que no conoce al verdadero Dios y no frecuenta su templo, es capaz de comportarse según su voluntad, sintiendo compasión por el hermano necesitado y socorriéndolo con todos los medios a su alcance”.

El Papa recordó luego que por ese mismo camino, antes que el samaritano, habían pasado un sacerdote y un levita sin detenerse, probablemente para «no contaminarse con su sangre”. La reacción de estas personas, “dedicadas a la adoración de Dios”, fue de anteponer “una regla humana ligada al culto”, a saber, el no contaminarse con la sangre, al “gran mandamiento de Dios”, que, sobre todo, “quiere la misericordia”. 

«Ser capaces de tener compasión: esa es la clave. Esta es nuestra clave. Si no sientes compasión frente a una persona necesitada, si tu corazón no se conmueve, significa que algo anda mal. ¡Está atento, estemos atentos! No nos dejemos llevar por la insensibilidad egoísta. La capacidad de compasión se ha convertido en la piedra de comparación del cristiano, ante la enseñanza de Jesús. Jesús mismo es la compasión del Padre por nosotros. Si vas por la calle y ves a un sin techo tirado allí, y pasas sin siquiera mirarlo tal vez, o si piensas: «Bueno, es el efecto del vino, es un borracho», pregúntate a ti mismo no si ese hombre está borracho, pregúntate si tu corazón no se ha endurecido, si tu corazón no se ha convertido en hielo». 

«Esta conclusión indica que la misericordia hacia una vida humana en estado de necesidad es el verdadero rostro del amor. Así se llega a ser verdadero discípulo de Jesús y se manifiesta el rostro del Padre: “Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6,36)».

En el final de su alocución, el Obispo de Roma elevó su oración al cielo, pidiendo que “la Virgen María nos ayude a comprender y sobre todo a vivir cada vez más el vínculo inseparable que existe entre el amor a Dios nuestro, que es Padre, y el amor concreto y generoso a nuestros hermanos, y nos de la gracia de tener y crecer en la compasión».

Tras el rezo mariano, un nuevo llamamiento del Papa por Venezuela, para que se ponga fin al sufrimiento del pueblo, extenuado por la crisis que continúa. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy el Evangelio presenta la famosa parábola del “buen samaritano” (cf. Lc 10,25-37).
Interrogado por un doctor de la ley sobre lo que es necesario para heredar la vida eterna, Jesús le invita a encontrar la respuesta en las Escrituras: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo”  (v. 27). Había sin embargo, diferentes interpretaciones de quién debía ser entenddido como “prójimo”. De hecho ese hombre sigue preguntando, “¿Quién es mi prójimo?” (v. 29). En este punto Jesús responde con la parábola, esta hermosa parábola: Os invito a todos a tomar el Evangelio hoy, el Evangelio de Lucas, capítulo diez, versículo 25. Es una de las parábolas más bellas del Evangelio. Y esta parábola se ha convertido en paradigmática de la vida cristiana. Se ha convertido en el modelo de cómo debe actuar un cristiano. Gracias al evangelista Lucas, tenemos este tesoro.

El protagonista de la breve narración es un samaritano que a lo largo del camino encuentra a un hombre robado y golpeado por ladrones y cuida de él. Sabemos que los judíos trataban a los samaritanos con desprecio, considerándolos extraños al pueblo elegido. No es, pues, una coincidencia que Jesús escogiera precisamente a un samaritano como personaje positivo de la parábola. De esta manera quiere superar el prejuicio, demostrando que incluso un extraño, incluso uno que no conoce al verdadero Dios y no frecuenta su templo, es capaz de comportarse según su voluntad, sintiendo compasión por el hermano necesitado y socorriéndolo con todos los medios a su alcance.

Por aquel camino, antes que el samaritano, ya habían pasado un sacerdote y un levita, es decir, personas dedicadas a la adoración de Dios. Sin embargo, al ver al pobre hombre en el suelo, habían pasado de largo sin detenerse, probablemente para no contaminarse con su sangre. Habían antepuesto  una regla humana ligada al culto para no contaminarse con la sangre, una regla humana ligada al culto, ligada al gran mandamiento de Dios, que quiere sobre todo la misericordia.

Jesús, pues, propone como modelo al samaritano, precisamente uno que no tenía fe. También nosotros pensamos en tanta gente que conocemos, quizás agnóstica, que hace el bien. Jesús escoge como modelo uno que no era un hombre de fe. Y este hombre, que ama a su hermano como a sí mismo, muestra que ama a Dios con todo su corazón y con todas sus fuerzas – ¡el Dios que no conocía! – y al mismo tiempo expresa la verdadera religiosidad y la plena humanidad.

Después de contar esta bella parábola, Jesús se volvió una vez más hacia el doctor que le había preguntado: “¿Quién es mi prójimo?. Y le dice: “¿Cuál de estos tres te parece que ha sido un prójimo del que cayó en manos de ladrones?” (v. 36). De este modo, invierte la pregunta de su interlocutor, y también la lógica de todos nosotros. Nos hace entender que no somos nosotros los que, sobre la base de nuestros criterios, definimos quién es el prójimo y quién no, sino es la persona necesitada que debe ser capaz de reconocer quién es su prójimo, es decir, “quién tuvo compasión de él.” (v. 37). Ser capaces de tener compasión: esa es la clave. Esta es nuestra clave. Si no sientes compasión frente a una persona necesitada, si tu corazón no se conmueve, significa que algo anda mal. ¡Está atento, estemos atentos! No nos dejemos llevar por la insensibilidad egoísta. La capacidad de compasión se ha convertido en la piedra de comparación del cristiano, ante la enseñanza de Jesús. Jesús mismo es la compasión del Padre por nosotros. Si vas por la calle y ves a un sin techo tirado allí, y pasas sin siquiera mirarlo tal vez, o si piensas: «Bueno, es el efecto del vino, es un borracho», pregúntate a ti mismo no si ese hombre está borracho, pregúntate si tu corazón no se ha endurecido, si tu corazón no se ha convertido en hielo. Esta conclusión indica que la misericordia hacia una vida humana en estado de necesidad es el verdadero rostro del amor. Así se llega a ser verdadero discípulo de Jesús y se manifiesta el rostro del Padre: “Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6,36). Y Dios, nuestro Padre, es misericordioso, porque tiene compasión; es capaz de tener esta compasión, de acercarse a nuestro dolor, a nuestro pecado, a nuestros vicios, a nuestras miserias.

Que la Virgen María nos ayude a comprender y sobre todo a vivir cada vez más el vínculo inseparable que hay entre el amor a Dios nuestro Padre y el amor concreto y generoso por nuestro hermanos, y que nos de la gracia de tener y de crecer en la compasión.

Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

Una vez más, quisiera expresar mi cercanía al amado pueblo venezolano, particularmente extenuado por la prolongada crisis. Pidamos al Señor que inspire e ilumine a las partes en causa, para que puedan llegar lo antes posible a un acuerdo que ponga fin al sufrimiento de la gente por el bien del país y de toda la región.

Os saludo cordialmente a todos, romanos y peregrinos de Italia y de varias partes del mundo: familias, grupos parroquiales, asociaciones.

En particular, saludo a los jóvenes de la diócesis de Pamplona y Tudela, a los del curso para formadores promovidos por «Regnum Christi», a las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret que celebran el Capítulo General y a los niños de la Confirmación de Bolgare (Bérgamo).

Envío un cordial saludo a los fieles polacos, [indica los fieles en la plaza] y a los que participan en la Peregrinación anual de Radio María al Santuario de Czestochowa. Saludo a todos los polacos peregrinos.

Os deseo a todos un buen domingo. Por favor, no os olvidéis orar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

Francisco

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