Algunas herejías de Francisco I

Jorge Mario Bergoglio

1- “La fe no es una herencia que recibimos, sino que es una respuesta de amor que construimos diariamente” (Llamada telefónica a los peregrinos de Loreto, 7 de junio de 2014).

Enseñanzas de la Iglesia Católica

San Vicente de Lerins – La fe católica no se construye, sino que se recibe

El depósito de la fe no es fruto de ingenio personal, sino de la doctrina como si fueras su autor, sino como su simple custodio. No eres tu quien lo ha iniciado, sino que eres su discípulo; no te corresponderá dirigirlo, sino que tu deber es seguirlo. Guarda el depósito, dice; es decir, conserva inviolado y sin mancha el talento de la fe católica. Lo que te ha sido confiado es lo que debes custodiar junto a ti y transmitir. Has recibido oro, devuelve, pues, oro. No puedo admitir que sustituyas una cosa por otra. No, tú no puedes desvergonzadamente sustituir el oro por plomo, o tratar de engañar dando bronce en lugar de metal precioso. Quiero oro puro, y no algo que solo tenga su apariencia. (San Vicente de Lerins. Conmonitorio, La Iglesia, custodio fiel del Depósito de la Fe, n. 22)

San Pio X – Para los modernistas los dogmas de fe no pasan de una interpretación de hechos religiosos que la mente humana elaboró con trabajoso esfuerzo

[Doctrina condenada] Los dogmas que la Iglesia presenta como revelados, no son verdades bajadas del cielo, sino una interpretación de hechos religiosos que la mente humana se elaboró con trabajoso esfuerzo. (Denzinger- Hünermann, 3422. Pío X, Decreto del Santo Oficio Lamentabili, n. 22, 3 de julio de 1907)

La fe no es un sentimiento de la religión que se origina en la voluntad

Sostengo con toda certeza y sinceramente profeso que la fe no es un sentimiento ciego de la religión que brota de los escondrijos de la subconsciencia, bajo presión del corazón y la inclinación de la voluntad formada moralmente, sino un verdadero asentimiento del entendimiento a la verdad recibida de fuera por oído, por el que creemos ser verdaderas las cosas que han sido dichas atestiguadas y reveladas por el Dios personal, creador y Señor nuestro, y lo creemos por la autoridad de Dios, sumamente veraz. (Denzinger-Hünermann, 3542. Pío X, Motu proprio Sacrorum antistitum, Juramento antimodernista, n. 5)

El error modernista niega la revelación y afirma: la fe reside en un sentimiento íntimo que ha de hallarse exclusivamente en la vida del hombre…

La religión, como todo hecho, exige una explicación. Pues bien: una vez repudiada la teología natural y cerrado, en consecuencia, todo acceso a la revelación al desechar los motivos de credibilidad; más aún, abolida por completo toda revelación externa, resulta claro que no puede buscarse fuera del hombre la explicación apetecida, y debe hallarse en lo interior del hombre; pero como la religión es una forma de la vida, la explicación ha de hallarse exclusivamente en la vida misma del hombre. Por tal procedimiento se llega a establecer el principio de la inmanencia religiosa. [.] Por esta razón, siendo Dios el objeto de la religión, síguese de lo expuesto que la fe, principio y fundamento de toda religión, reside en un sentimiento íntimo engendrado por la indigencia de lo divino. (Pío X. Encíclica Pascendi dominici gregis, n. 5, 8 de septiembre de 1907)

Los modernistas erigen la conciencia religiosa en regla universal, totalmente igual a la revelación…

Pero no se detiene aquí la filosofía o, por mejor decir, el delirio modernista. Pues en ese sentimiento los modernistas no sólo encuentran la fe, sino que con la fe y en la misma fe, según ellos la entienden, afirman que se verifica la revelación. Y, en efecto, ¿qué más puede pedirse para la revelación? ¿No es ya una revelación, o al menos un principio de ella, ese sentimiento que aparece en la conciencia, y Dios mismo, que en ese preciso sentimiento religioso se manifiesta al alma aunque todavía de un modo confuso? Pero, añaden aún: desde el momento en que Dios es a un tiempo causa y objeto de la fe, tenemos ya que aquella revelación versa sobre Dios y procede de Dios; luego tiene a Dios como revelador y como revelado. De aquí, venerables hermanos, aquella afirmación tan absurda de los modernistas de que toda religión es a la vez natural y sobrenatural, según los diversos puntos de vista. De aquí la indistinta significación de conciencia y revelación. De aquí, por fin, la ley que erige a la conciencia religiosa en regla universal, totalmente igual a la revelación, y a la que todos deben someterse, hasta la autoridad suprema de la Iglesia, ya la doctrinal, ya la preceptiva en lo sagrado y en lo disciplinar. (Pío X. Encíclica Pascendi dominici gregis, n. 6, 8 de septiembre de 1907)

2 – “El Hijo del hombre, que como una serpiente, hecho pecado, viene elevado para salvarnos. Miremos al Crucifijo: un hombre torturado, un Dios, vaciado de la divinidad, manchado por el pecado” (Homilía en Santa Marta, 15 de marzo de 2016).

Enseñanzas de la Iglesia Católica

San Teófilo de Antioquía – La serpiente de Moisés tenía todas las características del animal pero era privada de veneno; Jesús asumió la naturaleza humana, pero sin el pecado

Véase aquí la figura y la realidad. En el primer caso se lee la semejanza de la serpiente con todas sus cualidades de animal, mas privándola del veneno; en el segundo caso Jesucristo, a pesar de estar libre del pecado, asumió la semejanza de la carne del pecado. Y al oír que era exaltado debe entenderse que quiere decir suspendido en lo alto y para que santificase el aire quien había santificado la tierra andando sobre ella. Entiéndase también por exaltación la gloria; porque aquella elevación en la cruz se convirtió en gloria de Jesucristo. Y en lo mismo que quiso juzgar, juzgó al príncipe de este mundo. Adán murió justamente porque pecó; más el Señor, que había sufrido la muerte injustamente, venció a aquél que le había entregado a la muerte. Y fue vencido porque no pudo obligar al Señor, estando en la cruz, a que aborreciese a los que le crucificaban, sino que más les amaba y rogaba por ellos. De este modo la cruz de Jesucristo se convirtió en su exaltación y en su gloria. (San Teófilo de Antioquía citado por Santo Tomás de Aquino. Catena Aurea in Jn 3, 14-15)

San Juan Crisóstomo – Del mismo modo que la serpiente de bronce no tenía veneno, la muerte del Señor estaba libre de pecado

La muerte que mataba contenía pecado, como la serpiente que mordía tenía veneno. En cambio, la muerte del Señor estaba libre de todo pecado, del mismo modo que la serpiente de bronce no tenía veneno. Porque dice la Escritura: El cual no hizo pecado ni se halló dolo en su boca. Es lo que significó Pablo al decir: Y habiendo despojado de sus derechos a los Principados y Potestades, los exhibió públicamente a la vista de todos, formando con ellos un cortejo triunfal. Así como cuando el atleta valeroso toma a su adversario y lo levanta de la tierra y luego lo estrella, es cuando logra la más brillante victoria, así también Cristo, a la vista de todo el orbe echó por tierra a las Potestades adversas; y a los que en la soledad del desierto habían sido heridos. Él, suspendido en la cruz, los libró de todas las fieras. Pero no dijo: Conviene que sea suspendido, sino que sea exaltado, levantado. Es lo que parecía más tolerable en gracia de Nicodemo que lo escuchaba; y lo dijo Cristo acercándose así más a la figura de bronce. (San Juan Crisóstomo. Homilía XXV sobre el Evangelio de San Juan)

León I Magno – Jesús no se manchó por el pecado, sino que elevó las realidades humanas

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14), es decir, en aquella carne que tomó del hombre y que el espíritu de la vida racional animó. Quedando, pues, a salvo la propiedad de una y otra naturaleza y uniéndose ambas en una sola persona, […] la naturaleza inviolable se unió a la naturaleza pasible. […] En naturaleza, pues, íntegra y perfecta de verdadero hombre, nació Dios verdadero, entero en lo suyo, entero en lo nuestro […]. Asumió la forma de siervo sin la mancha del pecado, elevando las realidades humanas, no disminuyendo las divinas, ya que aquel despojamiento, por el cual el invisible se ofreció a sí mismo visible., fue un inclinarse de la misericordia, no una falta de poder. Entra, pues, en estas flaquezas del mundo el Hijo de Dios, bajando de su trono celeste, pero no alejándose de la gloria del Padre. (Denzinger-Hünermann 292-294, León I Magno. Carta Lectis dilectionis tuae, al obispo Flaviano de Constantinopla, 13 de junio de 449)

Honorio I – Cristo no experimentó contagio alguno de la naturaleza pecadora.

De ahí que también confesamos una sola voluntad de Nuestro Señor Jesucristo, pues ciertamente fue asumida por la divinidad nuestra naturaleza, no nuestra culpa; aquella “naturaleza” ciertamente que fue creada antes del pecado, no la que quedo viciada después de la prevaricación. Porque Cristo, sin pecado concebido por obra del Espíritu Santo, sin pecado nació de la santa e inmaculada Virgen Madre de Dios, sin experimentar contagio alguno de la naturaleza viciada. (Denzinger-Hünermann 487. Honorio I, Carta Scripta fraternitatis, al patriarca Sergio de Constantinopla, 634)

Catecismo Romano – Cristo pagó el pecado que no tenía

Por el pecado nos hacemos reos delante de Dios y quedamos sometidos al débito de la pena que hemos de pagar o satisfaciendo o sufriendo. Por esto dijo Cristo de sí mismo por el profeta: “Tengo que pagar lo que nunca tomé” (Ps 68, 5). (Catecismo Romano, II, VI, III, 3)

3 – “Por su ‘aventura’, probablemente también Jesús tuvo que pedir disculpas a sus padres” (Homilía en la misa para las familias, 27 de diciembre de 2015).

Enseñanzas de la Iglesia Católica

Griego, o el Geómetra – Llamar de puerilidad la actitud de Jesús al quedarse en el Templo es diabólico y mal intencionado

Esta es la primera manifestación de la sabiduría y de la virtud del Niño Jesús, porque lo que llaman sus puerilidades, no lo dicen inocentemente como pueril, sino que lo consideramos diabólico y mal intencionado, puesto que pretenden falsear lo que se encuentra en el Evangelio y en las divinas Escrituras. (Griego, o el Geómetra citado por San Tomás de Aquino. Catena Aurea in Lc 2, 42-50)

San Alfonso de Ligorio – María no reprendió a Jesús como dicen los herejes

Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando” (Lc 2, 48). Con estas palabras María no quiso reprender a Jesús, como dijeron ofuscados algunos herejes, sino que quiso manifestarle el dolor que había sentido por su pérdida teniéndole el amor que le tenía. No era reproche, dice Dionisio Cartujano, sino queja de amor. (San Alfonso de Ligorio. Las Glorias de María)

San Elredo de Rieval – “¿Por qué te portaste así con nosotros?” — La pregunta no es un reproche, sino una exclamación de amor

Hijo, ¿por qué te portaste así con nosotros? He aquí que tu padre y yo te venimos buscando con gran dolor” (Lc 2, 48). Una vez más te pregunto, Señora mía: ¿por qué te afligías? Creo que no temías ni al hambre, ni a la sed, ni a la desnudez del Niño, pues sabías que era Dios, sino que te afligías por verte privada, aunque por poco tiempo, de las delicias inefables de su presencia. Porque el Señor Jesús es tan dulce para los que lo gustan, tan bello para los que lo contemplan, tan suave para los que lo abrazan, que su ausencia, aunque brevísima, causa el dolor más agudo. (San Elredo de Rieval. Exposición sobre el pasaje cuando Jesús tenía doce años, n. 8)

4 – “Dios es el Espíritu del mundo y cada uno puede interpretarlo a su manera” (Entrevista con Eugenio Scalfari, 29 de diciembre de 2013)

Enseñanzas de la Iglesia Católica

Pío XI – Dios no es una etiqueta vacía de sentido

Vigilad, venerables hermanos, con cuidado contra el abuso creciente, que se manifiesta en palabras y por escrito, de emplear el nombre tres veces santo de Dios como una etiqueta vacía de sentido para un producto más o menos arbitrario de una especulación o aspiración humana; y procurad que tal aberración halle entre vuestros fieles la vigilante repulsa que merece. Nuestro Dios es el Dios personal, trascendente, omnipotente, infinitamente perfecto, único en la trinidad de las personas y trino en la unidad de la esencia divina, creador del universo, señor, rey y último fin de la historia del mundo, el cual no admite, ni puede admitir, otras divinidades junto a sí. […]

La revelación, que culminó en el Evangelio de Jesucristo, es definitiva y obligatoria para siempre, no admite complementos de origen humano, y mucho menos sucesiones o sustituciones por revelaciones arbitrarias, que algunos corifeos modernos querrían hacer derivar del llamado mito de la sangre y de la raza. (Pío XI. Encíclica Mit brennender sorge, n. 13.20, 14 de marzo de 1937)

5 – “Jesús vino al mundo para aprender a ser hombre” (Homilía en Santa Marta, 15 de septiembre de 2014)

Enseñanzas de la Iglesia Católica

San Ireneo de Lyon – Llevar los hombres a la comunión con Dios por la filiación divina

Porque tal es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: para que el hombre al entrar en comunión con el Verbo y al recibir así la filiación divina, se convirtiera en hijo de Dios. (San Ireneo de Lyon. Contra los herejes, 3, 19, 1)

Santo Tomás de Aquino – Manifestar la verdad y salvar a los pecadores

El género de vida de Cristo debió ser tal que concordase con el fin de la encarnación, por la que vino a este mundo. Y vino al mundo, primero, para manifestar la verdad, como El mismo dijo en Jn 18, 37: “Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad”. Por tal motivo, no debía ocultarse, llevando una vida solitaria, sino manifestarse en público, predicando a la luz del día. De donde, en Lc 4, 42-43, dice a los que trataban de retenerle: “También a otras ciudades tengo que anunciar el evangelio del Reino de Dios, pues para esto he sido enviado.” Segundo, vino para liberar a los hombres del pecado, conforme a lo que se lee en 1 Tm 1, 15: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores. (Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica, III, q. 40, a. 1)

Pío XII – Vino al mundo para glorificar y entregarse como víctima

No tendremos otra cosa que recomendaros, porque vivir de amor reparador y glorificador es vivir de la vida de Aquel que vino al mundo para glorificar al Padre y entregarse a sí mismo como víctima por la salvación del género humano; es vivir la quintaesencia del espíritu cristiano; es vivir la más alta perfección. (Pío XII. Discurso a un Grupo de Peregrino de Bilbao, 15 de mayo de 1956)

6 – “No se puede hablar de ‘verdad absoluta” . (Carta a Scalfari, 4 de septiembre de 2013)

Enseñanzas de la Iglesia Católica

Catecismo Romano – Si existe un solo Dios, sólo existe un Ente absoluto

De todo lo dicho se deduce que hemos de confesar que hay un solo Dios, no muchos dioses. Si atribuimos a Dios la suma bondad y la perfección absoluta, nos resultará evidente la imposibilidad de que lo infinito y absoluto puedan encontrarse en más de un sujeto; a quien faltare el más insignificante detalle de perfección, se convertiría por lo mismo en imperfecto, y en modo alguno podría convenirle la naturaleza divina.

Numerosos textos de la Sagrada Escritura afirman y prueban esta verdad: Oye, Israel: Yave, nuestro Dios, es el solo Yave (Dt 6, 4); No tendrás otro Dios que a mí (Ex 20, 3); Así habla Yave: Yo soy el primero y el último; y no hay otro Dios fuera de mí (Is 44, 6); Sólo un Señor, una fe, un bautismo (Ef 4, 5). (Catecismo Romano, I, III, D)

Gregorio XVI – Sólo hay una fe y la salvación no se obtiene por cualquier lado

Otra causa que ha producido muchos de los males que afligen a la Iglesia es el indiferentismo, o sea, aquella perversa teoría extendida por doquier, merced a los engaños de los impíos, y que enseña que puede conseguirse la vida eterna en cualquier religión, con tal que haya rectitud y honradez en las costumbres. Fácilmente en materia tan clara como evidente, podéis extirpar de vuestra grey error tan execrable. Si dice el Apóstol que hay un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo (Ef 4, 5), entiendan, por lo tanto, los que piensan que por todas partes se va al puerto de salvación, que, según la sentencia del Salvador, están ellos contra Cristo, pues no están con Cristo (Lc 11, 23) y que los que no recolectan con Cristo, esparcen miserablemente, por lo cual es indudable que perecerán eternamente los que no tengan fe católica y no la guardan íntegra y sin mancha (Symb. S. Athanas.); oigan a San Jerónimo que nos cuenta cómo, estando la Iglesia dividida en tres partes por el cisma, cuando alguno intentaba atraerle a su causa, decía siempre con entereza: Si alguno está unido con la Cátedra de Pedro, yo estoy con él (S. Hier. ep. 57). No se hagan ilusiones porque están bautizados; a esto les responde San Agustín que no pierde su forma el sarmiento cuando está separado de la vid; pero, ¿de qué le sirve tal forma, si ya no vive de la raíz? (In ps. contra part. Donat.). (Gregorio XVI. Encíclica Mirari vos, n. 9, 15 de agosto de 1832)

7 – “La divinidad estará en todas las almas y el todo estará en todos” (Entrevista con Eugenio Scalfari, 29 de diciembre de 2013)

Enseñanzas de la Iglesia Católica

Pío IX – Condenación de la afirmación de que Dios se confunde con la naturaleza

[Doctrina condenada:] 1. No existe ser divino alguno, supremo, sapientísimo y providentísimo, distinto de este universo de cosas, y Dios es lo mismo que la naturaleza, y, por tanto, sujeto a cambios y, en realidad, Dios se está haciendo en el hombre y en el mundo, y todo es Dios y tiene la mismísima sustancia de Dios; y una sola y misma cosa son Dios y el mundo y, por ende, el espíritu y la materia, la necesidad y la libertad, lo verdadero y lo falso, el bien y el mal, lo justo y lo injusto. (Denzinger-Hünermann 2901. Pío IX, Syllabus o recopilación de los errores modernos, 8 de diciembre de 1864)

Concilio Vaticano I (XX Ecuménico) – Dios no es un ente universal o indefinido

[Contra el panteísmo] Si alguno dijere que es una sola y la misma la sustancia o esencia de Dios y la de todas las cosas, sea anatema.

[Contra las formas especiales del panteísmo] Si alguno dijere que las cosas finitas, ora corpóreas, ora espirituales, o por lo menos las espirituales, han emanado de la sustancia divina, o que la divina esencia por manifestación o evolución de sí, se hace todas las cosas, o, finalmente, que Dios es el ente universal o indefinido que, determinándose a sí mismo, constituye la universalidad de las cosas, distinguida en géneros, especies e individuos, sea anatema. (Denzinger-Hünermann 3023-3024. Concilio Vaticano I, Sesión III, Constitución dogmática Dei Filius, can. 3-4, 24 de abril de 1870)

Dios es distinto de todo y trasciende a todo

[Sobre Dios uno, vivo y verdadero y su distinción de la universidad de las cosas] La Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana cree y confiesa que hay un solo Dios verdadero y vivo, creador y señor del cielo y de la tierra, omnipotente, eterno, inmenso, incomprensible, infinito en su entendimiento y voluntad y en toda perfección; el cual, siendo una sola sustancia espiritual, singular, absolutamente simple e inmutable, debe ser predicado como distinto del mundo, real y esencialmente, felicísimo en sí y de sí, e inefablemente excelso por encima de todo lo que fuera de El mismo existe o puede ser concebido [can. 1-4]. (Denzinger-Hünermann, 3001. Concilio Vaticano, Sesión III, Constitución dogmática Dei Filius, cap. 1, 24 de abril de 1870)

8 – “Los que son cristianos, con la Biblia, y los que son musulmanes con el Corán, con la fe que recibieron de sus padres. Dios es un solo: el mismo” (Saludo a los refugiados en la parroquia romana del Sagrado Corazón de Jesús, 19 de enero de 2014)

Enseñanzas de la Iglesia Católica

IV Concilio de Letrán (XII Ecuménico) – La Revelación iniciada en el Antiguo Testamento y que alcanzó su cumbre en Jesucristo

Esta santa Trinidad, que según la común esencia es indivisa y, según las propiedades personales, diferente, dio al género humano la doctrina saludable, primero por Moisés y los santos profetas y por otros siervos suyos […], según la ordenadísima disposición de los tiempos.

Y, finalmente, Jesucristo, unigénito Hijo de Dios, encarnado por obra común de toda la Trinidad, concebido de María siempre Virgen, por cooperación del Espíritu Santo, hecho verdadero hombre, compuesto de alma racional y carne humana, una sola persona en dos naturalezas, mostró más claramente el camino de la vida. (Denzinger- Hünermann 800-801. IV Concilio de Letrán, La fe católica, 11-30 de noviembre de 1215)

Santo Tomás de Aquino – Dios es tres personas

La esencia divina no sólo es realmente idéntica a una persona, sino a las tres. Por eso, una persona, dos, tres, puede ser dicho de la esencia. Ejemplo: la esencia es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Y porque la palabra Dios, en cuanto tal, puede sustituir a la esencia, como dijimos (a. 4 ad 3), del mismo modo, así como la expresión: la esencia es tres personas, es verdadera, así también lo es la expresión: Dios es tres personas. (Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica, I, q.39, a.6)

Santo Tomás de Aquino – Los musulmanes escarnecen la Trinidad y juzgan insensatez confesar que hay tres personas en Dios

La fe cristiana consiste principalmente en la confesión de la Santísima Trinidad, y en gloriarse de la cruz de Nuestro Señor Jesucristo. […] Éstas son por tanto las cosas que, como afirmas, son impugnadas y escarnecidas por los infieles. Se burlan pues los sarracenos de que, como dices, afirmamos que Cristo es Hijo de Dios, una vez que Dios no tiene esposa; y nos juzgan insensatos porque confesamos que hay tres personas en Dios, estimando por eso que profesamos tres dioses. (Santo Tomás de Aquino. Tratado sobre las razones de la fe, 1)

Pío XI – Adulteran la verdadera fe los que afirman que todas las religiones nos llevan a Dios

Convencidos de que son rarísimos los hombres privados de todo sentimiento religioso, parecen haber visto en ello esperanza de que no será difícil que los pueblos, aunque disientan unos de otros en materia de religión, convengan fraternalmente en la profesión de algunas doctrinas que sean como fundamento común de la vida espiritual. Con tal fin suelen estos mismos organizar congresos, reuniones y conferencias, con no escaso número de oyentes e invitar a discutir allí promiscuamente a todos, a infieles de todo género, de cristianos y hasta a aquellos que apostataron miserablemente de Cristo o con obstinada pertinacia niegan la divinidad de su Persona o misión.

Tales tentativas no pueden, de ninguna manera obtener la aprobación de los católicos, puesto que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan que todas las religiones son, con poca diferencia, buenas y laudables, pues, aunque de distinto modo, todas nos demuestran y significan igualmente el ingénito y nativo sentimiento con que somos llevados hacia Dios y reconocemos obedientemente su imperio.

Cuantos sustentan esta opinión, no solo yerran y se engañan, sino también rechazan la verdadera religión, adulterando su concepto esencial, y poco a poco vienen a parar al naturalismo y ateísmo; de donde claramente se sigue que, cuantos se adhieren a tales opiniones y tentativas, se apartan totalmente de la religión revelada por Dios. (Pío XI. Encíclica Mortalium animos, n. 2-3, 6 de enero de 1928)

Pío X – Juzgar que todas las experiencias religiosas son verdaderas es tener por verdaderas todas las religiones

Para el modernista creyente, por lo contrario, es firme y cierto que la realidad de lo divino existe en sí misma con entera independencia del creyente. Y si se pregunta en qué se apoya, finalmente, esta certeza del creyente, responden los modernistas: en la experiencia singular de cada hombre. […] Desde luego, es bueno advertir que de esta doctrina de la experiencia, unida a la otra del simbolismo, se infiere la verdad de toda religión, sin exceptuar el paganismo. Pues qué, ¿no se encuentran en todas las religiones experiencias de este género? Muchos lo afirman. Luego ¿con qué derecho los modernistas negarán la verdad de la experiencia que afirma el turco, y atribuirán sólo a los católicos las experiencias verdaderas? Aunque, cierto, no las niegan; más aún, los unos veladamente y los otros sin rebozo, tienen por verdaderas todas las religiones. Y es manifiesto que no pueden opinar de otra suerte, pues establecidos sus principios, ¿por qué causa argüirían de falsedad a una religión cualquiera? (Pío X. Encíclica Pascendi Dominici gregis, n. 12-13, 8 de septiembre de 1907)

San Cirilo de Jerusalén – El Padre no admite el culto de quien no adora al Hijo y se indigna cuando es privado de su honor

El Padre se indigna cuando el Hijo unigénito es privado de su honor. Un rey considera grave que alguien insulte a un simple soldado. Por tanto, si se trata indecorosamente a alguien de las personas más honorables, compañeros o amigos, más se enciende la propia cólera. Y si alguien injuria al Hijo único del Rey, ¿quién aplacará y suavizará al Padre del Hijo unigénito de tal modo conmovido?

Si alguien, por consiguiente, quiere ser piadoso para con Dios, adore al Hijo; de otro modo, el Padre no admitirá su culto. (San Cirilo de Jerusalén. Catequesis X, Un solo Señor, Jesucristo, n. 1-2)

9 – “¿Amamos a la Iglesia sabiendo incluso comprender sus defectos? La Iglesia también tiene defectos” (Audiencia general, 11 de septiembre de 2013)

Enseñanzas de la Iglesia Católica

Gregorio XVI – la Iglesia no está sujeta a defectos u otras imperfecciones

En efecto, constando, según el testimonio de los Padres de Trento, que la Iglesia recibió su doctrina de Cristo Jesús y de sus Apóstoles, que es enseñada por el Espíritu Santo, que sin cesar la sugiere toda verdad, es completamente absurdo e injurioso en alto grado el decir que sea necesaria cierta restauración y regeneración para volverla a su incolumidad primitiva, dándola nueva vigor, como si pudiera ni pensarse siquiera que la Iglesia está sujeta a defecto, a ignorancia o a cualesquier otras imperfecciones. Con cuyo intento pretenden los innovadores echar los fundamentos de una institución humana moderna, para así lograr aquello que tanto horrorizaba a San Cipriano, esto es, que la Iglesia, que es cosa divina, se haga cosa humana. (Gregorio XVI. Encíclica Mirari vos, n. 6, 15 de agosto de 1832

Pío XI – La Santa Madre Iglesia, educadora soberana y perfecta

Éstos son los frutos benéficos de la educación cristiana, precisamente por la virtuosa vida sobrenatural en Cristo que esta educación desarrolla y forma en el hombre; porque Cristo Nuestro Señor, Maestro Divino, es el autor y el dador de esta vida virtuosa y, al mismo tiempo, con su ejemplo, el modelo universal y accesible a todas las condiciones de la vida humana, particularmente de la juventud, en el período de su vida escondida, laboriosa y obediente, adornada de todas las virtudes individuales, domésticas y sociales, delante de Dios y delante de los hombres. Por consiguiente, todo este conjunto de tesoros educativos de infinito valor que hasta ahora hemos ido recordando parcialmente, pertenece de una manera tan íntima a la Iglesia, que viene como a identificarse con su propia naturaleza, por ser la Iglesia el Cuerpo Místico de Cristo, la Esposa Inmaculada de Cristo y, por lo tanto, Madre fecundísima y educadora soberana y perfecta. (Pío XI. Encíclica Divini illius Magistri, n. 85-86, 31 de diciembre de 1929)

Pío XII – La Iglesia no tiene mancha alguna, sin embargo, posee hijos enfermos

Y, ciertamente, esta piadosa Madre brilla sin mancha alguna en los sacramentos, con los que engendra y alimenta a sus hijos; en la fe, que en todo tiempo conserva incontaminada; en las santísimas leyes, con que a todos manda y en los consejos evangélicos, con que amonesta; y, finalmente, en los celestiales dones y carismas con los que, inagotable en su fecundidad, da a luz incontables ejércitos de mártires, vírgenes y confesores. Y no se le puede imputar a ella si algunos de sus miembros yacen postrados, enfermos o heridos, en cuyo nombre pide ella a Dios todos los días: Perdónanos nuestras deudas, y a cuyo cuidado espiritual se aplica sin descanso con ánimo maternal y esforzado. (Pío XII. Encíclica Mystici Corporis Christi, n. 30, 29 de junio de 1942)

10 – “Debemos escuchar los latidos de este tiempo y percibir el ‘olor’ de los hombres de hoy. Escuchar el clamor del pueblo hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama” (Discurso durante el Encuentro para la familia, 4 de octubre de 2014)

Enseñanzas de la Iglesia Católica

San Ireneo de Lyon – Los Apóstoles no buscaron agradar a los hombres, sino manifestar la verdad

Los Apóstoles, enviados a buscar a los errantes, a devolver la vista a los ciegos y a llevar la salud a los enfermos, ciertamente no les hablaban según la opinión del momento, sino manifestando la verdad. Pues si, cuando unos ciegos estuvieran a punto de caer en el precipicio, un hombre cualquiera los indujera a continuar por tan peligroso camino como si fuese el correcto y los llevara hasta su término, ciertamente no obraría con rectitud. ¿Qué médico, si quiere curar al enfermo, le da la medicina que a éste le gusta y no la adecuada para devolverle la salud? Y que el Señor vino como médico de los enfermos, él mismo lo dijo: “No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. No vine a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se arrepientan” (Lc 5, 31-32, Mt 9, 12-13).

¿Cómo se aliviarán estos enfermos? ¿Y cómo se arrepentirán los pecadores? ¿Acaso manteniéndose en su estado? ¿No será más bien por un cambio a fondo y alejándose de su anterior modo de vivir en la transgresión, que provocó en ellos esa grave enfermedad y tantos pecados? (San Ireneo de Lyon. Contra los herejes, III, 5, 2)

11 – “En Argentina trabajábamos mucho juntos con los pastores. En Buenos Aires yo me reunía con un grupo de pastores amigos, y rezábamos juntos. Y eso nos ayudaba a trabajar juntos los que estábamos en la línea seria ¿no? Entonces, ve, la palabra ‘sectas’ se va como diluyendo” (Entrevista a Televisa, con Valentina Alazraki, 13 de marzo de 2015)

Enseñanzas de la Iglesia Católica

Bonifacio VIII – La Iglesia Católica es una y única, es la “túnica inconsútil” del Señor

Por apremio de la fe, estamos obligados a creer y mantener que hay una sola y santa Iglesia Católica y la misma Apostólica, y nosotros firmemente la creemos y simplemente la confesamos, y fuera de ella no hay salvación ni perdón de los pecados. Ella representa un solo Cuerpo Místico, cuya cabeza es Cristo, y la cabeza de Cristo, Dios. En ella hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo (Ef 4, 5). Una sola, en efecto, fue el arca de Noé en tiempo del diluvio, la cual prefiguraba a la única Iglesia, y, con el techo en pendiente de un codo de altura, llevaba un solo rector y gobernador, Noé, y fuera de ella leemos haber sido borrado cuanto existía sobre la tierra.

Mas a la Iglesia la veneramos también como única, pues dice el Señor en el profeta: “Arranca de la espada, oh Dios, a mi alma y del poder de los canes a mi única (Sal 22, 21). Oro, en efecto, juntan ente por su alma, es decir, por si mismo, que es la cabeza, y por su cuerpo, y a este cuerpo llamo su única Iglesia, por razón de la unidad del esposo, la fe, los sacramentos y la caridad de la Iglesia. Esta es aquella “túnica” del Señor, “inconsútil” (Jn 19, 23), que no fue rasgada, sino que se echó a suertes. La Iglesia, pues, que es una y única, tiene un solo cuerpo, una sola cabeza, no dos, como un monstruo, es decir, Cristo y el vicario de Cristo, Pedro, y su sucesor, puesto que dice el Señor al mismo Pedro: “Apacienta a mis ovejas” (Jn 21, 17). (Denzinger-Hünermann 870-872. Bonifácio VIII, Bula Unam sanctam, 18 de noviembre de 1302)

Pío IX – No hay otra Iglesia Católica sino la edificada sobre el único Pedro

La verdadera Iglesia de Jesucristo se constituye y reconoce por autoridad divina con la cuádruple nota que en el símbolo afirmamos debe creerse; y cada una de estas notas, de tal modo está unida con las otras, que no puede ser separada de ellas; de ahí que la que verdaderamente es y se llama Católica, debe juntamente brillar por la prerrogativa de la unidad, la santidad y la sucesión apostólica. Así pues, la Iglesia Católica es una con unidad conspicua y perfecta del orbe de la tierra y de todas las naciones, con aquella unidad por cierto de la que es principio, raíz y origen indefectible la suprema autoridad y “más excelente principalia del bienaventurado Pedro, príncipe de los Apóstoles, y de sus sucesores en la cátedra romana. Y no hay otra Iglesia Católica, sino la que, edificada sobre el único Pedro, se levanta por la unidad de la fe y la caridad en un solo cuerpo conexo y compacto (cf. Ef 4, 16). (Denzinger-Hünermann 2888. Pío IX, Carta del Santo Oficio a los obispos de Inglaterra, 16 de septiembre de 1864)

León XIII – Ningún cristiano puede tener la osadía de contradecir la unicidad de la Iglesia

Sí, ciertamente, la verdadera Iglesia de Jesucristo es una; los testimonios evidentes y multiplicados de las Sagradas Letras han fijado tan bien este punto, que ningún cristiano puede llevar su osadía a contradecirlo. Pero cuando se trata de determinar y establecer la naturaleza de esta unidad, muchos se dejan extraviar por varios errores. (León XIII. Encíclica Satis cognitum, n. 6, 29 de junio de 1896)

Los miembros sólo tienen vida si están unidos a la única cabeza

Para mejor declarar la unidad de su Iglesia, Dios nos la presenta bajo la imagen de un cuerpo animado, cuyos miembros no pueden vivir sino a condición de estar unidos con la cabeza y de tomar sin cesar de ésta su fuerza vital; separados, han de morir necesariamente. “No puede [la Iglesia] ser dividida en pedazos por el desgarramiento de sus miembros y de sus entrañas. Todo lo que se separe del centro de la vida no podrá vivir por sí solo ni respirar”. Ahora bien: ¿en qué se parece un cadáver a un ser vivo? (León XIII. Encíclica Satis cognitum, n. 9, 29 de junio de 1896)

San Ireneo de Lyon – Como se desarrolla una herejía

A partir de éstos de que he hablado, ya se han fabricado muchos engendros de herejías, por este motivo: muchos de ellos, más aún todos ellos, quieren ser maestros y así se separan de la herejía en la que estaban, e insisten en enseñar otros dogmas a partir de otras opiniones, componiendo luego otras nuevas a partir de las otras para poder proclamarse inventores de cualquier opinión que les agrada. (San Ireneo de Lyon. Contra los herejes, I, 28, 1)

Concilio de Florencia (XVII Ecuménico) – Anatemas diversos contra herejías cristológicas

Anatematiza, detesta y condena toda herejía que sienta lo contrario. Y en primer lugar, condena a Ebion, Cerinto, Marcion, Pablo de Samosata, Fotino, y cuantos de modo semejante blasfeman, quienes no pudiendo entender la unión personal de la humanidad con el Verbo, negaron que nuestro Señor Jesucristo sea verdadero Dios, confesándole por puro hombre que, por participación mayor de la gracia divina, que había recibido, por merecimiento de su vida más santa, se llamaría hombre divino. Anatematiza también a Maniqueo con sus secuaces, que con sus sueños de que el Hijo de Dios no había asumido cuerpo verdadero, sino fantástico, destruyeron completamente la verdad de la humanidad en Cristo. (Denzinger-Hünermann, 1339-1340. Concilio de Florencia, Bula Cantate Domino, 4 de febrero de 1442)

12 – “Los Padres reunidos en el Concilio habían percibido la exigencia de hablar de Dios a los hombres de su tiempo en un modo más comprensible. Había llegado el tiempo de anunciar el Evangelio de un modo nuevo” (Bula de convocación del Jubileo extraordinario de la Misericordia, n. 4, 11 de abril de 2015

Enseñanzas de la Iglesia Católica

San Ireneo de Lyon – Los Apóstoles no predicaban según la opinión del momento, sino manifestando la verdad

Los Apóstoles, enviados a buscar a los errantes, a devolver la vista a los ciegos y a llevar la salud a los enfermos, ciertamente no les hablaban según la opinión del momento, sino manifestando la verdad. (San Ireneo de Lyon. Contra los herejes, III, 5, 2)

San Juan Crisóstomo – Colaboran con el diablo los prelados que abren las puertas de la Iglesia al error

Un precipicio y peligro no pequeño se propone aquí a los prelados, a quienes especialmente se ha encomendado el cuidado del campo. […] Porque muchos prelados, habiendo dejado entrar en la Iglesia a malvados herejes, dieron amplio lugar a semejantes asechanzas. Porque ningún trabajo le queda al demonio, una vez que ha introducido a semejantes hombres. […] Una vez que creció la hierba y dio fruto, entonces apareció la cizaña: que es lo que hacen los herejes. Al principio se ocultan: pero una vez que adquieren mayor confianza y facilidad para hablar, entonces derraman su veneno. (San Juan Crisóstomo. Homilía XLVI sobre el Evangelio de San Mateo)

Gregorio XVI – Es injurioso pensar que la Iglesia esté sujeta a defecto o ignorancia

Constando, según el testimonio de los Padres de Trento, que la Iglesia recibió su doctrina de Cristo Jesús y de sus Apóstoles, que es enseñada por el Espíritu Santo, que sin cesar la sugiere toda verdad, es completamente absurdo e injurioso en alto grado el decir que sea necesaria cierta restauración y regeneración para volverla a su incolumidad primitiva, dándola nueva vigor, como si pudiera ni pensarse siquiera que la Iglesia está sujeta a defecto, a ignorancia o a cualesquier otras imperfecciones. Con cuyo intento pretenden los innovadores echar los fundamentos de una institución humana moderna, para así lograr aquello que tanto horrorizaba a San Cipriano, esto es, que la Iglesia, que es cosa divina, se haga cosa humana. (Gregorio XVI. Encíclica Mirari vos, n. 6,

13 – “Las diferencias entre los sacramentos católicos y el culto luterano son ‘las explicaciones, las interpretaciones’. ‘Hacéis lo mismo, tanto en lengua luterana como en lengua católica, pero es lo mismo’” (Visita a la iglesia evangélica luterana de Roma, 15 de noviembre de 2015)

Enseñanzas de la Iglesia Católica

Pío IX – Es engaño decir que el protestantismo es lo mismo que la Iglesia Católica

Pero tampoco ignoráis, Venerables Hermanos, que los principales autores de esta tan abominable intriga, […] han formado ellos el designio de atraer a los pueblos de Italia a sus opiniones y conventículos protestantes en que, engañosamente les dicen una y otra vez para seducirlos que no deben ver en ello más que una forma diferente de la misma Religión cristiana verdadera, en que lo mismo que la Iglesia Católica se puede agradar a Dios. Entre tanto, en modo alguno ignoran que aquel principio básico del protestantismo, a saber, el libre examen e interpretación de la Sagrada Escritura, por el juicio particular de cada uno, en sumo grado aprovecharía su impía causa. (Pío IX. Encíclica Noscitis et nobis- cum, n. 4, 8 de diciembre de 1849)

Pío IX – Condenación de la doctrina que enseña que el protestantismo es apenas una variante de la única Religión verdadera

El protestantismo no es más que una forma distinta de la verdadera religión cristiana; y dentro de aquélla se puede agradar a Dios lo mismo que en la Iglesia católica. (Denzinger-Hünermann 2918. Pío IX, Syllabus o recopilación de los errores modernos, 8 de diciembre de 1864)

Pío XI – Prohibición de todo trato con los que no profesan la verdadera doctrina

Nadie, ciertamente, ignora que San Juan, el Apóstol mismo de la caridad, el cual en su Evangelio parece descubrirnos los secretos del Corazón Santísimo de Jesús, y que solía inculcar continuamente a sus discípulos el nuevo precepto “Amaos unos a los otros”, prohibió absolutamente todo trato y comunicación con aquellos que no profesaran, íntegra y pura, la doctrina de Jesucristo: “Si alguno viene a vosotros y no trae esta doctrina, no le recibáis en casa, y ni siquiera le saludéis’ (2 Jn 10)”. (Pío XI. Encíclica Mortalium animos, n. 9, 6 de enero de 1928)

Gregorio XVI – Los que piensan que por todas las partes se va al Cielo perecerán eternamente

Si dice el Apóstol que hay un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo, entiendan, por lo tanto, los que piensan que por todas partes se va al puerto de salvación, que, según la sentencia del Salvador, están ellos contra Cristo, pues no están con Cristo y que los que no recolectan con Cristo, esparcen miserablemente, por lo cual es indudable que perecerán eternamente los que no tengan fe católica y no la guardan íntegra y sin mancha. (Gregorio XVI. Encíclica Mirari vos, n. 9, 15 de agosto de 1832)

14 – “TODOS NOSOTROS NOS ENCONTRAREMOS ALLÁ ARRIBA, TODOS” (Audiencia general, 26 de noviembre de 2014)

Enseñanzas de la Iglesia Católica

Sínodo de Constantinopla – Quien no cree que existe el castigo eterno, sea anatema

Si alguno dice o siente que el castigo de los demonios o de los hombres impíos es temporal y que en algún momento tendrá fin, o que se dará la reintegración de los demonios o de los hombres impíos, sea anatema. (Denzinger-Hünermann 411. Sínodo de Constantinopla, confirmado por el Papa Vigilio. Cánones contra Orígenes, del emperador Justiniano, 543)

Credo atanasiano Quicumque – Para salvarse es necesaria la fe católica

Todo el que quiera salvarse, ante todo es menester que mantenga la fe católica; y el que no la guardare íntegra e inviolada, sin duda perecerá para siempre (Denzinger-Hünermann 75. Credo pseudo-atanasiano Quicumque).

Clemente VI – Nadie puede salvarse fuera de la obediencia a los Papas

En segundo lugar preguntamos si creéis […] que ningún hombre viador podrá finalmente salvarse fuera de la fe de la misma Iglesia y de la obediencia de los Pontífices Romanos. (Denzinger-Hünermann 1051. Clemente VI, Super quibusdam a Consolador, 29 de septiembre de 1351)

Concilio de Florencia (XVII Ecuménico) – Irán al fuego eterno los que no se unen a la Iglesia

Firmemente cree, profesa y predica que nadie que no esté dentro de la Iglesia Católica, no sólo paganos, sino también judíos o herejes y cismáticos, puede hacerse partícipe de la vida eterna, sino que irá al fuego eterno que está aparejado para el diablo y sus ángeles (Mt 25, 41), a no ser que antes de su muerte se uniere con ella; y que es de tanto precio la unidad en el cuerpo de la Iglesia, que sólo a quienes en él permanecen les aprovechan para su salvación los sacramentos y producen premios eternos los ayunos, limosnas y demás oficios de piedad y ejercicios de la milicia cristiana. Y que nadie, por más limosnas que hiciere, aun cuando derramare su sangre por el nombre de Cristo, puede salvarse, si no permaneciere en el seno y unidad de la Iglesia Católica. (Denzinger-Hünermann 1351. Concilio de Florencia, Bula Cantate Domino, de 4 de febrero de 1442).

San Agustín de Hipona – Para alcanzar el cielo es menester vivir santamente

Sabiendo, pues, que han tomado ocasión más que inicuamente de algunas frases difíciles del apóstol Pablo para no preocuparse de vivir bien, como muy seguros de la salvación que consiste en la fe, [Pedro] recordó que en sus cartas hay pasajes difíciles de entender, que interpretan mal los hombres, como también otras Escrituras, para su propia perdición, diciendo el gran Apóstol lo mismo que los demás apóstoles acerca de la salvación eterna; que no se otorga sino a los que vivan bien. (San Agustín de Hipona. La fe y las obras, XIV, 22).

15 – “DIOS NOS JUZGA AMÁNDONOS. SI ACOJO SU AMOR ESTOY SALVADO, PORQUE DIOS NO CONDENA, ÉL SÓLO AMA Y SALVA” (Palabras en la Vía Crucis del Coliseo, 29 de marzo de 2013).

Enseñanzas de la Iglesia Católica

San Ireneo de Lyon – El mismo Dios premia a los justos y prepara el castigo de los malos

El mismo Padre que preparó para los justos el reino al que su Hijo hace entrar a quienes son dignos, así también preparó el horno de fuego para quienes por mandato del Señor serán arrojados en él por los ángeles que enviará el Hijo del Hombre. (San Ireneo de Lyon. Contra los herejes, 4, 40, 2)

Santo Tomás de Aquino – Aquellos que obran con malicia no merecen la vida futura

Los efectos de los contrarios son contrarios entre sí: A las obras de la virtud se oponen la obras de la malicia y, por consiguiente, la desdicha a que se llega por las obras de la malicia es contraria a la felicidad que merecen las obras virtuosas. Los contrarios son de un mismo género, y como la dicha suprema, que se alcanza por las obras virtuosas, es un bien de la vida futura y no de la vida presente, es necesario que la desdicha suma, a donde conduce la malicia, sea un mal de la vida futura. (Santo Tomás de Aquino. Compendio de Teología, cap. 173)

IV Concilio de Letrán (XII Ecuménico) – Cristo vendrá como juez y ha de dar a cada uno según sus obras, tanto a los réprobos como a los elegidos

[Firmemente creemos y simplemente confesamos que Cristo.] ha de venir al fin del mundo, ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y ha de dar a cada uno según sus obras, tanto a los réprobos como a los elegidos: todos los cuales resucitarán con sus propios cuerpos que ahora llevan, para recibir según sus obras, ora fueren buenas, ora fueren malas; aquéllos, con el diablo, castigo eterno; y éstos, con Cristo, gloria sempiterna. (Denzinger-Hünermann 801. IV Concilio de Letrán, cap. 1, De la fe católica, 11-30 de noviembre de 1215)

Sagradas Escrituras – El Señor no deja impune el delito

Señor, lento a la ira y rico en piedad, que perdona la culpa y el delito, pero no lo deja impune, que castiga la culpa de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación”. (Num 14, 18)

Sagradas Escrituras – El Señor corrige a los que Él ama

Hijo mío, no rechaces la reprensión del Señor, no te enfades cuando él te corrija, porque el Señor corrige a los que ama, como un padre al hijo preferido. (Prov 3, 11-12)

Sagradas Escrituras – No castigar a los hijos es odiarlos

Quien no usa la vara odia a su hijo, quien lo ama lo corrige a tiempo. (Prov 13, 24)

Sagradas Escrituras – Quién es corregido en esta vida se libra del infierno

No escatimes castigos al joven, no va a morir porque lo azotes; si lo azotas con la vara, librarás su vida del abismo. (Prov 23, 13-14)

San Alfonso de Ligorio – Más almas van al infierno por la misericordia que por la justicia de Dios

Dices que el Señor es Dios de misericordia. Aquí se oculta el tercer engaño, comunísimo entre los pecadores, y por el cual no pocos se condenan. Escribe un sabio autor que más almas envía al infierno la misericordia que la justicia de Dios, porque los pecadores, confiando temerariamente en aquélla, no dejan de pecar, y se pierden. El Señor es Dios de misericordia, ¿quién lo niega? Y, sin embargo, ¡a cuántas almas manda Dios cada día a penas eternas! Es, en verdad, misericordioso, pero también es justo; y por ello se ve obligado a castigar a quien le ofende. Usa de misericordia con los que le temen (cf. Sl 102, 11-13). (San Alfonso de Ligorio. Preparación para la muerte, parte III, consideración 23, n. 2)

16 – UNA RELECTURA DEL CREDO: “EN EL JUICIO FINAL JESUCRISTO NO NOS VA A JUZGAR; SINO QUE SERÁ NUESTRO ABOGADO” (Audiencia General, 11 de diciembre de 2013).

Enseñanzas de la Iglesia Católica

Catecismo Romano – Durante esta vida, Cristo es nuestro abogado ante el Padre

Según San Pablo, subió Jesús a los cielos además para comparecer en la presencia de Dios a favor nuestro (Heb 9, 24). Hijitos míos —escribía San Juan—, os escribo esto para que no pequéis. Si alguno peca, Abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo, justo, Él es la propiciación por nuestros pecados (1 Jn 2, 1-2). Nada puede llenar de más alegría y esperanza nuestros corazones como el pensar que Jesucristo —que goza ante el Padre de toda gracia y autoridad— es el defensor de nuestra causa y el intercesor de nuestra salvación. (Catecismo Romano, I, VI, IV, C, 2))

El día del Juicio, el Hijo será nuestro juez

Recordemos, además, que todos los hombres habremos de comparecer dos veces delante del Señor para dar cuenta de todos y cada uno de nuestros pensamientos, palabras y acciones, y para escuchar su sentencia de Juez. […]

El segundo será el universal. En un mismo día y en un mismo lugar compareceremos todos ante el tribunal divino, y todos y cada uno, en presencia de los hombres de todos los siglos, conoceremos nuestra propia y eterna sentencia. Y no será ésta la menor de las penas y tormentos para los impíos y malvados. Los justos, en cambio, recibirán entonces gran premio y alegría, porque entonces aparecerá lo que fue cada uno en esta vida. […] Porque, si bien es cierto que la potestad de juzgar es común a las tres Personas de la Santísima Trinidad, se le atribuye de manera especial al Hijo, como igualmente se le atribuye la sabiduría. (Catecismo Romano, I, VII, III, A.C).

San Agustín de Hipona – El Juzgado se transformará en Juez

[Cristo] Vendrá públicamente para juzgar entre justos e injustos con justicia, Él que primero vino ocultamente para ser juzgado por los injustos sin justicia. Él en persona —repito— vendrá ostensiblemente y no callará; o sea, aparecerá ante todos tomando la palabra de juez (Mt 26, 63). (San Agustín de Hipona. La Ciudad de Dios, XX, XXIV, 2)

San Juan Crisóstomo – El que ahora nos perdona será nuestro Juez

Pensemos continuamente en este tribunal, y así podremos ejercitamos en la virtud. […] El que ahora perdona nuestros pecados, se sentará entonces como Juez. El que murió por nosotros ahí se mostrará juzgando a toda la humana naturaleza.

Porque dice también: Abolido ya el pecado, se manifestará segunda vez para glorificación de los que aguardan su advenimiento. (San Juan Crisóstomo. Homilía 39 sobre el Evangelio de San Juan)

Santo Tomás de Aquino – Todo cae bajo el poder judicial de Cristo

A todo el que se le encarga lo principal, se le encomienda también lo accesorio. Pero todas las cosas humanas se ordenan al fin de la bienaventuranza, que es la salvación eterna, a lo cual los hombres son admitidos o también rechazados por el juicio de Cristo, como es manifiesto por Mt 25, 31ss. Y por tanto resulta evidente que todas las cosas humanas caen bajo el poder judicial de Cristo. (Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica, III, q.59, a.4)