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Rusia se sumerge bajo el hielo por la festividad de la Epifanía. 18 de enero de 2012 RIA Novosti La Epifanía es una de las doce principales festividades ortodoxas y tradicionalmente se celebra el 19 …Más
Rusia se sumerge bajo el hielo por la festividad de la Epifanía.

18 de enero de 2012
RIA Novosti

La Epifanía es una de las doce principales festividades ortodoxas y tradicionalmente se celebra el 19 de enero. Entre los creyentes se mantiene la tradición de bañarse en vísperas de la festividad. Los sacerdotes y feligreses de muchas parroquias se dirigen hacia un río o lago, donde se hace, con antelación, un agujero en el hielo en forma de cruz. Este agujero se llama Jordán, en honor al río sagrado donde fue bautizado Jesús. Los creyentes bajan a los “jordanes” por una escalera de madera, se santiguan en el último peldaño y sumergen tres veces la cabeza en el agua.

En Rusia, las temperaturas suelen bajar bastante durante la Epifanía, de manera que a este tiempo se le llama el de “las heladas de la Epifanía”. Sin embargo, según la creencia popular es imposible enfermar por haberse bañado durante la Epifanía. Más bien al contrario, se piensa que esta tradición curte a las personas y fortalece la salud. “Uno puede bañarse incluso a -40ºC, porque en los 5-6 minutos que dura todo el proceso, a ningún órgano humano le da tiempo a enfriarse. Durante el baño la sangre se redistribuye por el organismo, así que no sólo es seguro, sino también saludable”, afirma Vladímir Grebenkin, presidente de la Asociación Internacional de Maratón de Natación Invernal.

Los sacerdotes dicen que los fieles que por miedo o por alguna otra razón no puedan sumergirse en el agua no tienen que preocuparse, ya que las normas eclesiásticas ortodoxas no imponen la obligación de bañarse. “Es una festividad que, en primer lugar, se celebra en la iglesia, con la sagrada liturgia, así que lo más importante es comulgar y compartir la alegría con los seres queridos, con la familia”, tranquiliza a los ortodoxos el portavoz del Patriarcado de Moscú, el vicedirector del departamento para las relaciones entre la Iglesia y la sociedad, el arcipreste Gueorgui Roshchin.

Este año el Ministerio de Situaciones de Emergencia ha autorizado los baños de Epifanía en cuarenta estanques, lagos y ríos de Moscú. Al lado de cada agujero se ha montado una caseta con calefacción para que la gente pueda cambiarse. Mientras, en pleno centro de la capital, en la Plaza de la Revolución, se instalará una pila bautismal de madera. Se prevé que sólo en Moscú más de 60.000 personas tomarán parte en este sacramento. Aparte de los baños, existe otra tradición: en todos los templos de la ciudad se celebran liturgias y se bendice el agua que posteriormente será conservada en las casas de los creyentes hasta la próxima Epifanía sin mancillar. “Beber todas las mañanas en ayunas un poco de agua bendita, ayuda a mantener la fuerza espiritual de la persona. Sólo hay que creer que este agua es capaz de ayudar y curar tanto el alma como el cuerpo”, afirma Gueorgui Roshchin.

La festividad de la Epifanía fue instituida en memoria del episodio evangélico en el que San Juan Bautista bautiza a Jesús a la edad de treinta años en las aguas del río Jordán. Dios encomendó a San Juan Bautista, que le había ordenado bautizar al pueblo como símbolo de la purificación de sus pecados. Al aceptar el bautismo de San Juan, Jesús confirmó su lealtad y obediencia a los mandamientos divinos, dando ejemplo a los fieles. Además, también instituyó el sacramento del Bautismo, uno de los siete sacramentos eclesiásticos. Sumergirse en agua bendita simboliza la muerte de Cristo, mientras que el hecho de salir de este agua es símbolo de la resurrección. En esencia, el Bautismo significa que la persona ha sido purificada de los pecados y pasa a formar parte de la Iglesia, iniciando, por tanto, una vida más justa.

Según los Evangelios, en el bautismo se manifiestan los tres aspectos de la Trinidad: del cielo resonó la voz de Dios Padre, el Hijo fue bautizado, mientras que el Espíritu Santo, en forma de paloma, descendió sobre el Hijo. Además, este día se llama el día de la Ilustración o la Fiesta de las Luces, debido a la antigua tradición de bautizar en vísperas de la fiesta a las personas que llevaban mucho tiempo preparándose para formar parte de la Iglesia, lo cual, en el fondo, constituye un acto de ilustración espiritual.