MES DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO-DIA VEINTINUEVE (antigua devocion 1863) DIA VEINTINUEVE. Rezo del Santo Rosario por los difuntos MEDITACION Sufragios que pueden esperar en el Purgatorio los Bienhechores …Más
MES DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO-DIA VEINTINUEVE (antigua devocion 1863)

DIA VEINTINUEVE.

Rezo del Santo Rosario por los difuntos

MEDITACION Sufragios que pueden esperar en el Purgatorio los Bienhechores de aquellas benditas almas.

PUNTO PRIMERO

Del mismo modo que hubiéremos tratado a nuestros prójimos, seremos nosotros tratados. En la otra vida halla piedad quien en esta la ha ejercitado con el menesteroso. Es la piedad una dichosa semilla que nos produce misericordia, y el siglo futuro se recoge lo que en este se ha sembrado. Por lo cual si sembráramos sufragios para el Purgatorio, allá los recogeremos abundantes si llegáremos a entrar en aquella región de tormentos. Pero si en nuestro corazón no hay más que dureza y olvido, tristísimo será el fruto que nos produzcan. Experimentaremos la misma dureza y olvido con que ahora nos portamos con los difuntos, lo cual nos será tanto más sensible cuanto que no cabrá duda alguna en que lo tenemos muy merecido con nuestra cruel conducta. Evitemos semejante desgracia, esforzándonos en serpiadosamente generosos con las almas del Purgatorio.

PUNTO II.

A su divino gobierno, que nosotros llamamos Providencia, ha prefijado el Señor ciertas leyes, de las cuales no se aparta, regularmente hablando brilla su sol para malos y buenos, pero para estos tiene un no sé qué de más risueño y benéfico, mientras para los impíos parece que como ministro de la divina justicia se muestra menos sereno y apacible. Lo mismo sucede con las almas del Purgatorio, que según el porte que hubieren tenido en esta vida con las que ya padecían antes que ellas bajaran a aquella cárcel de expiación, así será la parte que les quepa en los sufragios que se hacen por ellas. El que fue misericordioso alcanzará más pronto misericordia, y el que hubiere tenido duras las entrañas verá que el Señor le trata de un modo más severo, haciendo que le toque menos en la distribución de los socorros de la tierra. Tengamos esto muy presente para obrar como en el Purgatorio quisiéramos haber obrado.

PUNTO III.

En todas las edades ha sido el ejemplo un resorte muy poderoso, y su influjo se extiende a larga distancia de unos hombres en otros. Si al pasar por este valle de lágrimas dejamos en él ejemplos de generosa piedad para con los difuntos, no faltarán corazones que los imiten cuando nosotros hayamos bajado a aquella mazmorra de dolor. Pero si, por el contrario, los que formamos la generación presente no volvemos los ojos a nuestros amigos y parientes del Purgatorio, es muy probable que nuestros hijos y allegados tengan para con nosotros la perniciosa indiferencia de que les dimos ejemplo. Está, pues, en nuestra mano el prepararnos frutos de piedad para el otro mundo, el granjearnos el favor divino, y el disponer a los que nos sobrevivan a compasivos sentimientos de caridad para con nuestras propias almas.

ORACION.

No queremos, Señor, privarnos de los auxilios de la piedad de nuestros hermanos ni de los de vuestra inmensa misericordia; por tanto desde ahora nos encomendamos a vuestra infinita clemencia, pidiéndo tener cuando estemos en el Purgatorio una gran parte en las oraciones y sufragios de los vivos. Pero para lograr tan preciosos bienes, el órden de vuestra sabia providencia requiere que nosotros seamos en la tierra tan generosos con los muertos como nosotros cuando hayamos pasado a la eternidad querremos que los vivos lo sean con nuestras almas. Con este fin ponemos en vuestras manos nuestros corazones, para que los hagais sinceramente piadosos y activos en socorrer a las benditas almas del Purgatorio.

EJEMPLO

Una vírgen llamada Gertrudis se acostumbró desde niña a ofrecer todas sus acciones en sufragio de las almas del Purgatorio. Llegó la hora de su muerte, y el infernal enemigo le representó que se hallaba desnuda de todo el mérito de sus buenas obras, por haberse enajenado de ellas en favor de los difuntos. Esta maligna tentación atribuló sobremanera el ánimo de la piadosa virgen, pero su celestial esposo Jesús no la habia de dejar sin consuelo. Acudió, pues, a socorrerla en el peligro, y le aseguró que lejos de haber perdido sus buenas obras cediéndolas a las almas del Purgatorio, había adelantado tanto con semejante cesión, que iba a entrar en la gloria en el momento que exhalase el último suspiro.

Sírvanos de lección lo acaecido con Gertrudis, y no temamos que se disminuya el caudal de nuestros merecimientos porque con ellos contribuyamos al alivio de las benditas almas del Purgatorio.

Rezaremos cinco Padrenuestros, Ave Marías y Requiem en memoria de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo en sufragio de los fieles difuntos ,suplicando al Eterno Padre se apiade de sus almas por la sangre que derramó su divino Hijo, diciendo cinco veces

JACULATORIA.

Eterno Padre, por la preciosísima Sangre de Jesus, misericordia.

Padrenuestro, Ave María y Requiem.

SUFRAGIO

Non desis plorantibus in consolatione et ne te pigeat visitare infirmum. (Eccl. vii, 59.)

La piadosa visita de los encarcelados y enfermos es muy consolatoria para las almas del Purgatorio. No hay en el mundo imágen más expresiva de aquellas benditas ánimas que los enfermos y encarcelados, por sus padecimientos y la privación de su libertad. Por eso muchos devotos de las benditas ánimas han ejercitado su caridad visitando a enfermos y encarcelados. Imitémosles en tan santa obra de piedad, con el fin de aliviar en sus tormentos a nuestros hermanos del Purgatorio. Prodiguemos toda clase de consuelos a los que gimen en las cárceles y en el lecho del dolor; estemos seguros de que no será escasa nuestra recompensa ni infructuoso para nosotros mismos el bien que hagamos a nuestros queridos difuntos.

Añadiremos un Padrenuestro y Ave María por los propagadores de esta devoción.

EL PURGATORIO

Hay también un lugar expiatorio

De pena, llanto y de dolor sin tasa,

Indecible penar allí se pasa,

Su nombre no es Infierno, es Purgatorio;

Es sin embargo muy consolatorio

Saber que no es eterno su elemento:

El amor y el dolor mas violento

Aflige al alma justa allí penada

SALMO 129.

De profundis clamavi ad te, Domine:

‘Domine, exaudi vocem meam.

Fiant aures tuæ intendentes

in vocem deprecationis meæ.

Si iniquitates observaveris, Domine:

‘Domine, quis sustinebit?

Quia apud te propitiatio est :

tuam sustinui te, Domine.

Sustinuit anima mea in verbo ejus:

speravit anima mea in Domino.

A custodia matutina usque ad noctem

speret Israel in Domino.

Quia apud Dominum misericordia,

et copiosa apud eum redemptio.

Et ipse redimet Israel

ex omnibus iniquitatibus ejus.

Requiem aeternam dona eis, Domine.

Et lux perpetua luceat eis.

A porta inferi. Erue, Domine, animas eorum.

Requiescant in pace. Amen.

Domine, exaudi orationem meam.

Et clamor meus ad te veniat.


Cuando se quieran hacer sufragios particulares por el alma de algún difunto, se dirá:

POR UN SOLO DIFUNTO

Inclina, Domine, aurem tuam ad preces nostras, quibus misericordiam tuam supplices deprecamur, ut animam famuli tui N. N., quam de hoc saeculo migrare jussisti, in pacis ac lucis regione constituas, et Sanctorum tuorum jubeas esse con Sortem

POR UNA SOLA DIFUNTA

Quaesumus, Domine, pro tua pietate miserere animae famulae tuae N. N., et à contagiis morta litatis exutam, in aeternae salvationis partem restitue.

ORACION POR UN SACERDOTE U OBISPO

Deus, qui inter Apostolicos sacerdotes famulos tuos, pontificali, seu sacerdotali, fecisti dignitate vigere: præsta, quæsumus, ut eorum quoque per petuo aggregentur consortio.

POR DOS O MAS DIFUNTOS

Deus, cuiproprium est misereri semper et par cere, propitiare animabus famulorum famularum que tuarum, et omnia eorum peccata dimitte ut mortalitatis vinculis absolutae, transire mereantur ad vitam

OREMUS.

Fidelium, Deus omnium Conditor et Redemptor, animabus famulorum famularumque tuarum remissionem cunctorum tribue peccatorum, ut indulgentiam, quam semper optaverunt, piis supplicationibus consequantur. Qui vivis et regnas in saecula saeculorum. Amen.

Requiem aeternam dona eis, Domine. Et lux perpetua luceat eis.