MES DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO-DIA VEINTICINCO (antigua devocion 1863) DIA VEINTICINCO. Rezo del Santo Rosario por los difuntos MEDITACION. Otras razones particulares que nos obligan a socorrer á …Más
MES DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO-DIA VEINTICINCO (antigua devocion 1863)

DIA VEINTICINCO.

Rezo del Santo Rosario por los difuntos

MEDITACION. Otras razones particulares que nos obligan a socorrer á las almas del Purgatorio.

PUNTO PRIMERO.

El parentesco, la amistad y la gratitud, son títulos tan sagrados, que no se puede ni se deben olvidar nunca. La voz de la sangre habla siempre al corazón, y se hace oir en este mundo no menos que en el otro. Todos tenemos parientes aquí y allá: aquí están los vivos, allá los muertos; y a unos y a otros somos deudores de cierta caridad especial que la sangre reclama. Quien no cuida de los suyos, decía san Pablo, es un bárbaro, un irracional ingrato, peor que los salvajes moradores de las selvas. Ahora bien; ¿qué almas pueblan el Purgatorio? Escudriñémoslo con los ojos del entendimiento. ¿No son las de nuestros antepasados, que tanto se afanaron por dejarnos riquezas; las de nuestros padres, que tan solícitos vivieron de nuestro bienestar y felicidad; las de nuestras madres, que emplearon en nosotros toda su ternura; las de nuestros hermanos y las de nuestras amorosas esposas? ¿No son aquellas mismas con las cuales estábamos unidos con los vínculos más estrechos, y que con nosotros formaban una misma familia? ¿Y será posible que cerremos los ojos para no ver su desdicha, y que no nos mueva a compasión su doloroso estado?

PUNTO II.

No es raro que se anteponga la amistad al parentesco, porque aquella suele adaptarse mas a nuestra índole, y es hija de nuestra propia elección. El parentesco dice relacion al cuerpo, y la amistad estrecha las almas y las conglutina de tal modo, que se hacen indivisibles. La muerte no pue de ni debe apartarlas; cambia las relaciones de la amistad, pero no las destruye, pues si los amigos se hablaban en vida y se comunicaban de una manera material favoreciéndose mutuamente, separados por la tumba deben continuar los recíprocos oficios de su sincero cariño por medio de una memoria indeleble y fecunda en emplear los arbitrios de la Religión para conseguir la eterna bienaventuranza. Quien abandona a sus amigos en la miseria es un desnaturalizado, es un impío. Amaba yo en vida con verdadera ternura a Teodosio, decía san Ambrosio, y él me correspondía con igual afecto; si la muerte me lo ha arrebatado, no por eso dejará mi amor de seguirle al otro mundo, ni le abandonará nunca mi activa piedad hasta que con mi llanto y oraciones le alcance la vida eterna. Hé aquí oh amigos! un ejemplo que habeis de imitar.

PUNTO III.

No solo por nuestros parientes y amigos, tambien por nuestros bienhechores debemos hacer especiales sufragios. Los beneficios deben imprimir en nuestro ánimo un sentimiento de eterna gratitud, pues merecer el renombre de ingrato es un ominoso oprobio cuando hasta las bestias se muestran agradecidas a sus bienhechores, y el ingrato se hace de peor condición que ellas degradándose de sobremanera. Y ¿quién hay que pueda vanagloriarse de no haber recibido beneficio alguno de los difuntos? La conservación de nuestra vida, el alimento que nos sostuvo, la educación que cultivó nuestro entendimiento y corazón, los honores que ostentamos y las riquezas con que contamos para lo venidero, ¿no son otros tantos beneficios de los que nos han precedido en el camino de la eternidad? Y ¿quién sabe si por haber hecho demasiado por nosotros están expiando en el fuego el desordenado amor que nos tuvieron? Sería, pues, una ingratitud muy negra y muy cruel olvidar a los que nos amaron hasta el punto de merecer las penas del Purgatorio por el desarreglado bien que nos hicieron.

ORACION.

Dulcísimo Señor nuestro, ¡oh cuántos títulos nos mueven y obligan a compadecernos de los difuntos! Oblíganos la sangre con sus vínculos, la amistad con sus afectos, los beneficios con su correspondiente gratitud; y no hay en nuestro corazón sentimiento que no respire piedad y amor para con ellos. Por tanto, con todo el anhelo de nuestros corazones os suplicamos que tengáis piedad de nuestros difuntos, y los saqueis de la cárcel de sus tormentos por aquella ternura con que en vida nos amaron, y los llameis a vuestra bienaventuranza a recibir el premio de su benéfico amor.

EJEMPLO

Habiendo perdido a su padre la venerable Catalina Paluzzi, por espacio de ocho días se ocupó únicamente en hacer sufragios por su alma. Innumerables fueron sus penitencias; su oración continua de dia y de noche; su mayor empeño el ganar todas las indulgencias que le fue posible; dando fin a tantas obras de piedad con multitud de misas a que ella misma asistía con suma devoción. Lisonjeábase con la halagüeña idea de haber puesto a su padre en posesión de la felicidad eterna. Mas ¡cuál no fue su sorpresa cuando, arrebatada en espíritu al Purgatorio por el Salvador y su especial abogada santa Catalina de Sena, vió el abismo de dolores en que yacía el alma de su padre! No acababa de dar crédito a sus propios ojos, pero penetró sus oídos y llegó á su corazón con un dardo de dolor la voz de su padre, que llamándola por su propio nombre con profundos gemidos, la suplicaba que le socorriese. Quería responderle la piadosa hija, pero impaciente por auxiliarle, bañado su rostro en lágrimas, postrose a los pies de su celestial esposo Jesús, rogándole por su divina sangre que sacase a su padre de tan infeliz estado. Se volvió luego a santa Catalina pidiéndole que interpusiese todo su valimiento. Y, en fin, para satisfacer a la divina justicia, yo, añadió, ¡oh gran Dios! yo tomo sobre mí las culpas de mi padre, yo las expiaré con los padecimientos que fueren de vuestro agrado, mas ¡sálvese mi padre, sálvese mi padre! Con tan heróica resolución consiguió sacarle del Purgatorio y hacerle eternamente dichoso. Nunca será demasiado lo que hagamos por nuestros padres. Si ellos nos dieron la vida, debemos nosotros procurar anticiparles la gloria, no perdonando por nuestra parte medio alguno, é interponiendo para lograrlo la mediación de los Santos, que a ello nos obliga el amor filial, la naturaleza y la misma sangre que corre por nuestras venas. (Fr. Dominic. Maria Marchesius, in Dia rio Dominic. 19 octobr., invita Ven. Catherinae Paluzzi.)

Rezaremos cinco Padrenuestros, Ave Marías y Requiem en memoria de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo en sufragio de los fieles difuntos, suplicando al Eterno Padre se apiade de sus almas por la sangre que derramó su Divino Hijo, diciendo cinco veces

JACULATORIA. Eterno Padre , por la preciosísima Sangre de Jesus, misericordia.

Padre nuestro, Ave María y Requiem.

SUFRAGIO.

Panem tuum super sepulturam justi constitue. (Tobiae, Iv, 18.)

Demos a los muertos alguna porción de nuestro alimento, dando de comer al pobre.

Entre los antiguos hebreos y los primitivos cristianos era costumbre celebrar banquetes de caridad sobre las tumbas de los difuntos, convidando a los sacerdotes, a los parientes y a los pobres, para que antes y después de la comida rogasen por las almas de aquellos a quienes se consagraban los Agapes mortuorios. Aunque estos se abolieron en lo sucesivo por los abusos que en ellos se iban introduciendo, sin embargo aconsejaban los Prelados que en vez de aquellos se hiciesen gastos particulares en beneficio de los pobres, para que con más fervor rogaran a Dios por los muertos, teniendo presente que en consideración a ellos se les alimentaba y consolaba con caritativas limosnas.

Tomemos nosotros este consejo, y para corresponder a los lastimeros gritos de nuestros parientes, amigos y bienhechores, démosles algo de nuestra mesa por medio de los pobres, a quienes el Soberano Juez oye como a hijos queridos cuando le piden misericordia para con aquellas almas cuyos parientes ó allegados han saciado su hambre. (Estius, in cap. Iv, 18, Tobia.)

Añadiremos un Padrenuestro y Ave María por los propagadores de esta devoción.

EL JUICIO

Bajará al infierno el vicio,

Irá al cielo la virtud,

Vive con Solicitud

Preparado para el juicio.

¡Oh qué terrible suplicio

Para el que muera en pecado!

Mas para el que se ha lavado

En la sangre del Cordero,

Ya feliz le considero

A la gloria sentenciado.

De allí mira su patria suspirada

Y el no poder subir es su tormento.

SALMO 129.

De profundis clamavi ad te, Domine:

‘Domine, exaudi vocem meam.

Fiant aures tuæ intendentes

in vocem deprecationis meæ.

Si iniquitates observaveris, Domine:

‘Domine, quis sustinebit?

Quia apud te propitiatio est :

tuam sustinui te, Domine.

Sustinuit anima mea in verbo ejus:

speravit anima mea in Domino.

A custodia matutina usque ad noctem

speret Israel in Domino.

Quia apud Dominum misericordia,

et copiosa apud eum redemptio.

Et ipse redimet Israel

ex omnibus iniquitatibus ejus.

Requiem aeternam dona eis, Domine.

Et lux perpetua luceat eis.

A porta inferi. Erue, Domine, animas eorum.

Requiescant in pace. Amen.

Domine, exaudi orationem meam.

Et clamor meus ad te veniat.


Cuando se quieran hacer sufragios particulares por el alma de algún difunto, se dirá:

POR UN SOLO DIFUNTO

Inclina, Domine, aurem tuam ad preces nostras, quibus misericordiam tuam supplices deprecamur, ut animam famuli tui N. N., quam de hoc saeculo migrare jussisti, in pacis ac lucis regione constituas, et Sanctorum tuorum jubeas esse con Sortem

POR UNA SOLA DIFUNTA

Quaesumus, Domine, pro tua pietate miserere animae famulae tuae N. N., et à contagiis morta litatis exutam, in aeternae salvationis partem restitue.

ORACION POR UN SACERDOTE U OBISPO

Deus, qui inter Apostolicos sacerdotes famulos tuos, pontificali, seu sacerdotali, fecisti dignitate vigere: præsta, quæsumus, ut eorum quoque per petuo aggregentur consortio.

POR DOS O MAS DIFUNTOS

Deus, cuiproprium est misereri semper et par cere, propitiare animabus famulorum famularum que tuarum, et omnia eorum peccata dimitte ut mortalitatis vinculis absolutae, transire mereantur ad vitam

OREMUS.

Fidelium, Deus omnium Conditor et Redemptor, animabus famulorum famularumque tuarum remissionem cunctorum tribue peccatorum, ut indulgentiam, quam semper optaverunt, piis supplicationibus consequantur. Qui vivis et regnas in saecula …