MES DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO-DIA VEINTIDOS (antigua devocion 1863) DIA VEINTIDOS. Rezo del Santo Rosario por los difuntos MEDITACION. El sufragar á las almas del Purgatorio es la obra más excelente …Más
MES DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO-DIA VEINTIDOS (antigua devocion 1863)

DIA VEINTIDOS.

Rezo del Santo Rosario por los difuntos

MEDITACION. El sufragar á las almas del Purgatorio es la obra más excelente de fe.

PUNTO PRIMERO

El pensamiento de sufragar a las almas de los difuntos es santo por el santísimo principio de fe de donde procede. Con los sentidos acompañamos al hombre hasta la tumba; más allí se nos oscurecen, y vemos poco si no acudimos a la fe. La fe es la sola antorcha que disipa las tinieblas del otro mundo, y nos obliga a no abandonar a las almas de los difuntos. Desnorónese en buen hora la fábrica de este cuerpo y redúzcase a cenizas; el alma no queda envuelta en la misma ruina, sino que, incomprensible siempre e inmortal, entra en las regiones de la eternidad para recibir en ella la recompensa. ¡Oh cómo se aviva la fe de la inmortalidad de los espíritus y del porvenir de las buenas obras cuando presentamos abundantes sufragios por las benditas almas del Purgatorio! A la manera que el esforzado Judas Macabeo dió una prueba irrefragable de su religiosa creencia cuando ofreció en el templo de Jerusalén los doce mil dracmas de plata por la expiación de sus hermanos difuntos, así cuando nosotros ofrecemos sufragios por los nuestros demostramos bien a las claras creer nosotros firmemente que no han sido ellos reducidos a la nada , sino que viven, y viven en comunicacion con nosotros; que vendrá el día en que iremos a reunirnos con ellos, y que enviamos por delante provisiones de buenas obras, las cuales al presente serán de provecho a aquellas almas, pero mucho mas a nosotros cuando nos hallemos de nuevo en su compañía. No seamos avaros con ellas, porque tanto más encontraremos para nosotros en el otro mundo, cuanto más abriremos ahora con ellas la mano.

PUNTO II.

Los Reyes de la tierra son Reyes de los que viven, y nada mas. La muerte arranca de su dominio a los hombres, y solo Dios es el soberano de vivos y muertos, delante del cual hasta los muertos viven. Nosotros confesamos esta gran verdad cuando rendidos ofrecemos a Dios sufragios por nuestros difuntos; reconocemos entonces su dominio absoluto sobre todos los ángulos del universo; reconocemos la íntima dependencia que de Él tienen los mortales, ó que viven aun en el mundo, ó que ya dieron el gran paso al otro; damos satisfacción a la divina justicia por los deméritos de que estos se hicieron reos en vida; complacemos a la divina misericordia con librarlos del Purgatorio; nos ejercitamos, en suma, en los actos más meritorios de fe hacia nuestro Dios y Señor. Y si la nobleza y el mérito de las obras es uno de los más poderosos estímulos para practicarlas, ¿cómo podremos dispensarnos ¡oh cristianos! de sufragará las almas del Purgatorio, en cuyo acto se compendian tantos otros y tan excelentes de la fe mas meritoria?

PUNTO III.

Mas si se ofrecen sufragios por las almas, ¿a dónde se envian estas? Se envían al cielo, para ser allí felices con Dios por todos los siglos. Hé aquí otro sublime objeto de fe que con nuestros sufragios ejercitamos. No es un fin terreno y perecedero el que mueve la piedad de los fieles para con los difuntos. La fe no tiene miras tan mezquinas y bajas. Ella desplega un vuelo, sublime de la tierra al cielo, descorre el denso velo que oculta a la Divinidad, y nos muestra en el seno de aquel Supremo Ser, que es todo felicidad por esencia, el término bien ha dado a que llegan las almas socorridas por nuestra piedad. No puede, por tanto, darse un acto de fe más heróico, ni un pensamiento más santo que el de sufragará los fieles difuntos, ó bien se mire al principio de donde procede, ó a los atributos divinos que él engrandece, ó al felicísimo fin a que conduce. Anímenos, pues, este pensamiento de dia y de noche, y cuanto mas le vivifica el espíritu de la fe, tanto le fecundicen mayormente las obras.

ORACION.

¡Oh Dios, autor, objeto y premio de nuestra fe! nosotros no os conocemos en la tierra de otro modo que bajo la sombra de los enigmas, bajo el velo de los misterios; mas para las almas del Purgatorio el velo de la fe está casi del todo rasgado, y por haberos ya experimentado como juez, solo resta que como merced os consigan. Completad, Señor, la obra con este último rasgo de vuestra justicia y bondad. Entregaos a ellas como premio y corona de la vivísima fe que alimentaron en esta tierra, de la firmísima confianza de que se nutren en el Purgatorio, y entonces desaparecerá toda solicitud de su fe y de su esperanza, y triunfará solamente en la feliz posesion de Vos la perfección de aquella caridad, de aquel amor que las vivificó en la tierra, las abrasa en el Purgatorio y las consumirá eternamente en el cielo.

EJEMPLO.

A una madre que por largo tiempo había derramado lágrimas inconsolables por la muerte de un hijo sin socorrerle con los sufragios de la religión, dignose el Señor, para dirigir su ternura a objeto mas provechoso, mostrarle en espíritu una procesión de jovencitos, los cuales engalanados con cándidas vestiduras enriquecidas de varios adornos, se dirigian alegres hacia un magnífico templo. El templo era el cielo, las blancas vestiduras la fe, los varios y preciosos adornos eran las obras de caridad. Aquella desolada madre, que tenía siempre fija la mente y el corazón en su perdida prenda, andaba en busca de él ansiosa y afanada en medio de aquella turba escogida; mas a pesar de la atención con que fijó por todas partes la vista, no le fue posible descubrirle sino allá el último de todos, cubierto de un vestido de color oscuro, humedecido de pies a cabeza, y que apenas podía dar libremente un paso. Derramó a tal vista la madre un copioso torrente de lágrimas, y con voz anhelante é interrumpida por los suspiros, ¿por qué, hijo mío, le dijo, tan diverso de los demás y tan abatido? ¿Por qué te quedas tan atrás en el camino? A lo que el triste jóven, ¿veis, ¡oh madre! respondió, esta vestidura tan lúgubre y tan mojada? Este es el beneficio del luto que conservais por mí y de las lágrimas que derramais de continuo. El llanto y el luto me agravan, y no me permite seguir el paso de mis compañeros. ¡Ah! poned término de una vez al doloroso desahogo de la naturaleza, y si deveras me amais y deseais verme feliz, animad vuestra fe, y con obras de caridad socorredme. Haced por mí piadosos sufragios, como tienen por costumbre las otras madres, no menos tiernas que vos, pero sabias y religiosas, y entonces podré caminar a paso igual con mis compañeros, y llegar así alegre y consolado, al término suspirado de la gloria. En esto desapareció la visión, y quedó la madre tan solícita en procurarle de allí en adelante socorros espirituales, cuanto había sido en lo pasado liberal en derramar por él incesantes lágrimas. Excítese en nosotros el mismo sentimiento de fe hacia nuestros difuntos, y nos haga no tanto sensibles para llorar por ellos cuanto piadosos para socorrerlos con buenas obras. (Thomas Cantimprat, lib. II, Ap., cap. xxxIII, núm. 17.)

Rezaremos cinco Padrenuestros, Ave Marías y Requiem en memoria de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo en sufragio de los fieles difuntos ; pidamos al Eterno Padre se apiade de sus almas por la sangre que derramó su divino Hijo, diciendo cinco veces:

JACULATORIA.

Eterno Padre, por la preciosísima Sangre de Jesus, misericordia.

Padrenuestro, Ave María y Requiem.

SUFRAGIO.

Tu quoque in sanguine Testamentitui emissis ti vinctos tuos de lacu. (Zach., Ix, 11.)
Con la preciosa oblación de la sangre del nuevo Testamento se libran del profundo lago del Purgatorio las almas de los difuntos. El espectáculo más sublime de nuestra fe es el del Calvario, donde Jesucristo derramó sobre el madero de la cruz toda su sangre por las llagas abiertas en sus manos, en sus pies y en su costado para rescatar al linaje humano. No puede la divina justicia resistir a tan tierno espectáculo; y viéndose vencida por la satisfacción de tan grande mérito, perdona a la mísera criatura la deuda de sus pecados, y la constituye de nuevo en el derecho del reino eterno. Si deseamos, por tanto, eficazmente y de veras que sea perdonada la deuda de las almas que penan en la cárcel del Purgatorio, para que entren prontamente en la posesión del feliz reinado que las aguarda, ofrezcamos a menudo a Dios por ellas el precio de la redención desembolsado por su divino Hijo en el Calvario. Así lo hacía la beata Arcángela Panigarola a fin de impetrar la libertad para su padre Gotardo, y en pocos dias la obtuvo. Sea, pues,nuestro ejercicio en este dia el ofrecer cuantas veces podamos a la divina justicia la sangre preciosísima de Jesucristo en sufragio del Purgatorio.

Añadiremos un Padrenuestro y Ave María por los propagadores de esta devoción.

EL JUICIO

Bajará al infierno el vicio,

Irá al cielo la virtud,

Vive con Solicitud

Preparado para el juicio.

¡Oh qué terrible suplicio

Para el que muera en pecado!

Mas para el que se ha lavado

En la sangre del Cordero,

Ya feliz le considero

A la gloria sentenciado.

De allí mira su patria suspirada

Y el no poder subir es su tormento.

SALMO 129.

De profundis clamavi ad te, Domine:

‘Domine, exaudi vocem meam.

Fiant aures tuæ intendentes

in vocem deprecationis meæ.

Si iniquitates observaveris, Domine:

‘Domine, quis sustinebit?

Quia apud te propitiatio est :

tuam sustinui te, Domine.

Sustinuit anima mea in verbo ejus:

speravit anima mea in Domino.

A custodia matutina usque ad noctem

speret Israel in Domino.

Quia apud Dominum misericordia,

et copiosa apud eum redemptio.

Et ipse redimet Israel

ex omnibus iniquitatibus ejus.

Requiem aeternam dona eis, Domine.

Et lux perpetua luceat eis.

A porta inferi. Erue, Domine, animas eorum.

Requiescant in pace. Amen.

Domine, exaudi orationem meam.

Et clamor meus ad te veniat.


Cuando se quieran hacer sufragios particulares por el alma de algún difunto;

POR UN SOLO DIFUNTO

Inclina, Domine, aurem tuam ad preces nostras, quibus misericordiam tuam supplices deprecamur, ut animam famuli tui N. N., quam de hoc saeculo migrare jussisti, in pacis ac lucis regione constituas, et Sanctorum …