02:48
Irapuato
122
Solemnidad de la Asunción de María - el 15 de agosto. MargaritaFoundation fecha: 15 de agosto hagiografía: El Testigo Fiel Elogio: Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María, Madre …Más
Solemnidad de la Asunción de María - el 15 de agosto.

MargaritaFoundation fecha: 15 de agosto

hagiografía: El Testigo Fiel

Elogio:
Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo, que, consumado el curso de su vida en la tierra, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria de los cielos. Esta verdad de fe, recibida de la tradición de la Iglesia, fue definida solemnemente por el papa Pío XII en 1950.

refieren a este santo: Natividad de la bienaventurada Virgen María

Oración: Dios todopoderoso y eterno, que has elevado en cuerpo y alma a los cielos a la inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, te rogamos, que, aspirando siempre a las realidades divinas, lleguemos a participar con ella de su misma gloria en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).


La cuestión de la introducción y evolución de la fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen es extensísima, sin embargo, sirvan como punto de partida para hilvanar el tema estos tres hitos históricos:
-En primer lugar, la construcción de iglesias dedicadas a la Virgen María, la Theotokos (Madre de Dios), trajo inevitablemente consigo la celebración de la dedicación de dichas iglesias. Consta con certeza que en la primera mitad del siglo V había ya en Roma y en Éfeso iglesias dedicadas a Nuestra Señora, y algunos historiadores opinan que ya en el año 370 se celebraba en Antioquía la conmemoración de «la siempre Virgen María, Madre de Dios».
-En segundo lugar, dicha conmemoración de la Santísima Virgen no hacía al principio mención de su salida de este mundo, simplemente se celebraba, como en el caso de los demás santos, su «nacimiento para el cielo» («natalis»); la fiesta recibía indiferentemente los nombres de «nacimiento», «dormición» y «asunción».
-En tercer lugar, según una tradición apócrifa pero muy antigua, la Santísima Virgen murió en el aniversario del nacimiento de su Hijo, es decir, el día de Navidad. Como ese día estaba consagrado a Cristo, hubo de posponerse la celebración de María. En algunos sitios empezó a celebrarse a Nuestra Señora en el invierno. Así, san Gregorio de Tours (c. 580) afirma que en Galia se celebraba a mediados de enero la fiesta de la Virgen. Pero también consta que en Siria la celebración tenía lugar el quinto día del mes de Ab, es decir, hacia agosto. Poco a poco fue extendiéndose esa práctica al Occidente. San Adelmo (c. 690) afirma que en Inglaterra se celebraba el «dies natalis» de Nuestra Señora a mediados de agosto. La costumbre de dedicar iglesias a la Asunción de la Virgen data de la época moderna; en la Edad Media se dedicaban simplemente a Santa María. La advocación particular de cada una de las iglesias dedicadas a la Virgen dependía de varios factores; no menor era la ventaja de que la Asunción no cae durante la cuaresma sino en el verano.

La fiesta de la Asunción es, por excelencia, «la fiesta de María», la más solemne de cuantas la Iglesia celebra en su honor y es también, la fiesta titular de todas las iglesias consagradas a la Santísima Virgen en general. La Asunción es el glorioso coronamiento de todos los otros misterios de la vida de María, es la celebración de su grandeza, de sus privilegios y de sus virtudes, que se conmemoran también, por separado, en otras fiestas. El día de la Asunción ensalzamos a Cristo por todas las gracias que derramó sobre su Madre y, sobre todo, por la gloria con que se dignó coronar esas gracias. Sin embargo, la contemplación de la gloria de María en esta fecha no debe hacernos olvidar la forma en que la alcanzó, para que imitemos sus virtudes. Ciertamente, la maternidad divina de María fue la fuente de su grandeza, pero Dios no coronó precisamente la maternidad de María, sino sus virtudes: su caridad, su humildad, su pureza, su paciencia, su mansedumbre, su perfecto homenaje de adoración a Dios, amor, alabanza y agradecimiento.

La asunción corporal de la Virgen a los cielos tomó carta de ciudadanía en la fe católica de una manera natural, a lo largo de los siglos, y como corolario de una gloria de la Madre de Dios que el Señor había querido manifestar de muchas maneras. Por ello podrá decir SS Pío XII el 1 de noviembre de 1950, al proclamar el dogma de la Asunción:
«La extraordinaria unanimidad con que los obispos y los fieles de la Iglesia católica afirman la Asunción corporal de María al cielo como un dogma de fe, nos hizo ver que el magisterio ordinario de la Iglesia y la opinión de los fieles, dirigida y sostenida por éste, estaban de acuerdo. Ello probaba con infalible certeza que el privilegio de la Asunción era una verdad revelada por Dios y contenida en el divino depósito que Cristo confió a su esposa la Iglesia para que lo guardase fielmente y lo explicase con certeza absoluta»

Y de esa certeza, y para testimonio y guía de las futuras generaciones, la proclamación del dogma:
«Por tanto, después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces e invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para acrecentar la gloria de esta misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, por la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y por la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de revelación divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste.»

La Bibliografía sobre la Virgen es, por supuesto, inabarcable. Abundan sin embargo, sobre todo en las obras que pretenden ser «populares», los panegíricos cuya única fuente es la desbordada imaginación del autor. Al leer y meditar sobre la Virgen, no debería nunca el lector olvidar que no tenemos otra fuente de acceso a la figura de la Madre de Dios que el Nuevo Testamento, muy parco en detalles, y la penetración espiritual con que los grandes teólogos y doctores de la Iglesia han buceado en él. Para el tema de la Asunción, es bueno leer de manera directa la Constitución Apostólica «Munificentissimus Deus», de SS. Pío XII, del 1 de noviembre de 1950, donde el papa, antes de la proclamación del dogma tal como lo acabamos de leer, hace un profundo repaso de la dos veces milenaria fe de la cristiandad en este privilegio de la Virgen. Un momento sustancial de este documento está recogido en la segunda lectura del Oficio del día y el texto completo de la Constitución puede obtenerse en este pdf ilustrado editado por El Testigo Fiel. El presente artículo toma partes literales del artículo correspondientes del Butler-Guinea del 15 de agosto.
Irapuato
Asunción de la Bienaventurada Virgen María (2 coms.) - Solemnidad litúrgica
Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo, que, consumado el curso de su vida en la tierra, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria de los cielos. Esta verdad de fe, recibida de la tradición de la Iglesia, fue definida solemnemente por el papa Pío XII en 1950. …Más
Asunción de la Bienaventurada Virgen María (2 coms.) - Solemnidad litúrgica

Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo, que, consumado el curso de su vida en la tierra, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria de los cielos. Esta verdad de fe, recibida de la tradición de la Iglesia, fue definida solemnemente por el papa Pío XII en 1950.

San Tarsicio, mártir

En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, conmemoración de san Tarsicio, mártir, que al defender la Santísima Eucaristía de Cristo de una furiosa turba de gentiles que intentaban profanarla, prefirió ser apedreado hasta la muerte antes que entregar las sagradas formas a los perros.

Santos Estratón, Felipe y Eutiquiano, mártires

En Nicomedia, de Bitinia, santos Estratón, Felipe y Eutiquiano, mártires.

San Simpliciano de Milán, obispo

En Milán, en la provincia de Liguria, san Simpliciano, obispo, al que san Ambrosio designó como sucesor suyo y a quien san Agustín celebró con grandes elogios.

San Alipio de Tagaste, obispo (2 coms.)

Conmemoración de san Alipio, obispo de Tagaste, en Numidia, que primero fue discípulo de san Agustín, después compañero suyo de conversión, colega en el ministerio pastoral, correligionario en la lucha contra los herejes y, finalmente, copartícipe con él de la gloria celeste.

* San Altfredo de Hildesheim, obispo

En Hildesheim, de Sajonia, Alemania, san Altfredo, obispo, que edificó la iglesia catedralicia y favoreció la construcción de monasterios.

San Esteban de Hungría, rey

En Alba Real (hoy Székesfehérvár), en Panonia, muerte de san Esteban, rey de los húngaros, cuya memoria se celebra mañana.

San Jacinto, religioso presbítero

En Cracovia, en Polonia, san Jacinto, presbítero de la Orden de Predicadores, que fue designado por santo Domingo para propagar la Orden en aquella nación y, teniendo por compañeros al beato Ceslao y a Enrique Germánico, predicó el Evangelio en los territorios de Bohemia y Silesia.

Beato Aymón Taparelli, religioso presbítero

En Saviliano, del Piamonte, beato Aymón Taparelli, presbítero de la Orden de Predicadores, incansable defensor de la verdad.

Beata Juliana de Busto Arsicio, virgen

En Pallanza, cerca de Novara, beata Juliana de Busto Arsicio, virgen de la Orden de San Agustín, insigne por su invencible fortaleza de ánimo, su admirable paciencia y su constante contemplación de los dones celestiales.

San Estanislao de Kostka, religioso

En Roma, san Estanislao de Kostka, el cual, polaco de origen, deseoso de entrar en la Orden de la Compañía de Jesús, escapó de la casa paterna y se dirigió a pie a Roma, donde, admitido en el noviciado por san Francisco de Borja, murió en fama de santidad, alcanzada en breve tiempo, realizando los más humildes servicios.

Beato Isidoro Bakanja, mártir

En la ciudad de Wenga, en las cercanías de Busira, en el Congo Belga, beato Isidoro Bakanja, mártir, que, iniciado en la fe cristiana en su adolescencia, la cultivó diligentemente y con valentía dio testimonio de ella durante su trabajo. Por esto, en odio a la religión cristiana, fue sometido a continuos azotes por parte del director de la compañía colonial, y entregó a Dios su espíritu pocos meses más tarde, perdonando a su verdugo.

Beato Pio Alberto Del Corona, obispo y fundador

En Florencia, beato Alberto del Corona, en religión Pío, religioso dominico, obispo de San Miniato, fundador de la congregación de las Hermanas Dominicas del Espíritu Santo.

Santos Luis Batis Sáinz, Manuel Morales, Salvador Lara Puente y David Roldán Lara, mártires

En la localidad de Chalchihuites, en el territorio de Durango, en México, santos mártires Luis Batis Sáinz, presbítero, Manuel Morales, padre de familia, Salvador Lara Puente y David Roldán Lara, que, por odio al cristianismo, sufrieron la muerte durante la persecución mexicana.

Beatos Luis Masferrer Vila y diecinueve compañeros, mártires

En Barbastro, en la región de Aragón, en España, beatos Luis Masferrer Vila, presbítero, y diecinueve compañeros, mártires de la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, que en el furor de la persecución contra la Iglesia pusieron su vida en manos de Cristo y se unieron en un abrazo con los hermanos que, en otros días y en el mismo lugar, sufrieron la muerte para gloria del Señor. Son sus nombres: Beatos José María Badia Mateu, José Figuero Beltran, Eduardo Ripou Diego, Francisco María Roura Farró y Jesús Agustín Viela Ezcurdia, lectores; José María Amorós Hernández, Juan Baixeras Berenguer, José María Blasco Juan, Rafael Briega Morales, Francisco Castán Messeguer, Luis Escalé Binefa, Ramón Illa Salvia, Luis Lladó Teixidó, Manuel Martínez Jarauta, Miguel Masip González, Faustino Pérez García, Sebastián Riera Coromina, José María Ros Florerisa y Alfonso Sorribas Teixidó, estudiantes.

Beato José María Peris Polo, presbítero y mártir

En Almazora, en la provincia de Castellón, en España, beato José María Peris Polo, presbítero de la Sociedad de Sacerdotes Operarios Diocesanos y mártir, que, muerto en el cementerio, alcanzó la palma del martirio durante la misma persecución.

Beata María del Sagrario de San Luis Gonzaga, virgen y mártir

En Madrid, también en España, beata María del Sagrario de San Luis Gonzaga (Elvira) Moragas Cantarero, virgen de la Orden de Carmelitas Descalzas, mártir también en la mencionada persecución.

Beato Domingo Hurtado Soler, presbítero y mártir

Asimismo en Madrid, en España, beato Domingo (Agustín) Hurtado Soler, presbítero de los Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores y mártir, que fue coronado por su testimonio de Cristo.

Beato Vicente Soler, presbítero y mártir (2 coms.)

En Motril, junto a Granada, en la región de Andalucía, igualmente en España, beato Vicente Soler, presbítero de la Orden de Agustinos Recoletos y mártir, que en la misma persecución fue condenado a muerte junto con otros detenidos, a los que él había preparado piadosamente para morir, y, fusilado ante los muros del cementerio, alcanzó la gloria del triunfo en Cristo.

Beato Carmelo Sastre Sastre, presbítero y mártir

En Palma de Gandía, en la provincia de Valencia, también en España, beato Carmelo Sastre Sastre, presbítero y mártir, que en la misma persecución, siguiendo las huellas de Cristo, alcanzó por su gracia el premio de la vida eterna.

Beato Jaime Bonet Nadal, presbítero y mártir (1 coms.)

En la población de Tárrega, cerca de Barcelona, otra vez en España, beato Jaime Bonet Nadal, presbítero de la Sociedad de San Francisco de Sales y mártir, que, como fiel discípulo, mereció ser redimido con la sangre de Cristo.

Beato Claudio Granzotto, religioso

En Padua, ciudad de Italia, beato Claudio (Ricardo) Granzotto, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que unió el ejercicio de su profesión religiosa con el arte de escultor, y en pocos años consiguió la perfección imitando a Cristo.