Nuestro país, nuestras leyes.

Nuestro país, como cualquier otro país tiene sus leyes y sus normas para que sus ciudadanos no vivamos en una anarquía y tengamos un orden con derechos, de los que somos todos beneficiarios, y obligaciones, a las que estamos todos sujetos.
De repente, pareciera que esto no es así, y que sólo nos regimos por la ley del más fuerte, del más poderoso, por la ley del oeste… y que todos podemos apropiarnos de lo que se nos da la gana, ¡impunemente!, sin que nada ni nadie nos retenga… o nos castigue, obligándonos a restituir lo robado, como si se tratara de una ficción… una gran obra de teatro o una película, donde nada es real. Los villanos son actores y la sangre es sólo jugo de tomate.