adeste fideles
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SACERDOTES. Primera parte. María Valtorta

El tema de “Sacerdotes”, 1ª parte, comprende:
Episodios y dictados extraídos de la Obra magna
«El Evangelio como me ha sido revelado»
(«El Hombre-Dios»)
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1-31-161 (1-52-173).- (San) José, protector también de los consagrados.

* “Por ahora consuelo tu corazón, mostrándote la santidad de José, que era hombre, esto es, que no tenía otra ayuda para su corazón que su santidad. Yo tenía todos los dones de Dios en mi condición de Inmaculada”.- ■ Dice la Virgen: “Sé que comprendes mi llanto (1). De todas formas, me verás llorar, todavía mucho más. Por ahora consuelo tu corazón, mostrándote la santidad de José, que era hombre, esto es, que no tenía otra ayuda para su corazón que su santidad. Yo tenía todos los dones de Dios en mi condición de Inmaculada. No sabía que lo era pero éstos en mi alma estaban activos y me daban fuerzas espirituales. Pero él no era inmaculado. Lo humano estaba en él con toda su pesantez, y él debía levantarse hacia la perfección con todo ese peso, a costa de una continua fatiga de todas sus facultades para querer llegar a la perfección y ser grato a Dios. ■ ¡Oh mi santo esposo! Santo en todo, incluso en las cosas más humildes de la vida. Santo por su castidad de ángel. Santo por su honradez de hombre. Santo por su paciencia, laboriosidad, serenidad inmutable, modestia; por todo. Esa santidad brilla también en este episodio. Un sacerdote le dice: «Está bien que te radiques aquí en Belén», y él, pese a que sabe lo que le va a costar, responde: «Por mí no es nada. Pienso en el sufrimiento de María. Si no fuera por esto, no me afligiría. Basta con que sea útil para Jesús». Jesús, María: sus únicos amores. No amó otra cosa sobre la Tierra, mi santo esposo. Y se hizo siervo de este amor. ■ Le han hecho protector de las familias cristianas y de los trabajadores y de otras clases. Pero se le debería hacer no sólo de los agonizantes, de los trabajadores, de los esposos, sino también de los consagrados. Entre los consagrados de este mundo al servicio de Dios, quienquiera que sea, ¿habrá alguno que se haya ofrecido como él al servicio de su Dios, aceptando todo, renunciando a todo, soportando todo, cumpliendo todo con prontitud, con espíritu alegre, siempre con buen humor, como él? No, no ha habido nadie”.

* Zacarías es sacerdote. José no. Pero observa, con todo, que el que no lo es, tiene su corazón en el Cielo más que el sacerdote”.Virgen: “Y quiero que observes una cosa, mejor dicho dos. Zacarías es sacerdote. José no. Pero observa, con todo, que el que no lo es, tiene su corazón en el Cielo más que el sacerdote. Zacarías piensa humanamente, y humanamente interpreta las Escrituras porque no es la primera vez que lo haga. Se deja guiar fácilmente de su sentido común. Se le castigó, pero reincide, aunque con mucho menor gravedad. Cuando se trató del nacimiento de Juan, dijo: «¿Cómo puede suceder esto si ya soy viejo y mi mujer es estéril?». Ahora dice: «Para allanarse el camino, el Mesías debe crecer aquí» y con ese tufillo de orgullo que persiste aun en los mejores, piensa que podrá ser útil, él, a Jesús. No útil, como José quiere serlo, sino útil, haciéndose su maestro… Dios le perdonó su buena intención ¿pero tenía necesidad el «Maestro» de tener maestros? Traté de hacerle ver la luz en las profecías; pero él se creía más docto que yo, y empleaba esta preponderancia a su modo. ■ Podía haber insistido y vencerle, pero —he aquí la segunda observación que quiero hacerte— respeté al sacerdote por su dignidad, no por su saber”.

* “Al sacerdote generalmente Dios le ilumina. He dicho «generalmente». Es iluminado cuando es un verdadero sacerdote. No es el hábito lo que consagra; consagra el alma. Para juzgar si uno es verdadero sacerdote, debe juzgarse lo que sale de su alma”.- ■ Virgen: “Al sacerdote generalmente Dios le ilumina. He dicho «generalmente». Es iluminado cuando es un verdadero sacerdote. No es el hábito lo que consagra; consagra el alma. Para juzgar si uno es verdadero sacerdote, debe juzgarse lo que sale de su alma. Como ha dicho Jesús: «del corazón salen las cosas que santifican o que manchan» (2), las que informan todo el modo de obrar de un individuo. Así, pues: cuando alguien es un verdadero sacerdote, generalmente es inspirado por Dios. ■ De los que no son verdaderos sacerdotes, conviene tener una caridad sobrenatural y rogar por ellos. Pero mi Hijo te ha puesto ya al servicio de esta redención y no digo más. Alégrate de sufrir para que aumenten los verdaderos sacerdotes. Tú fíate de la palabra que te guía. Cree y obedece su consejo”.

* El obedecer siempre salva”.- ■ Virgen: “El obedecer siempre salva. Aunque no sea, en todo, perfecto el consejo que se recibe (3). Ves. Obedecimos. Y estuvo bien. Es verdad que Herodes hizo matar a los niños de Belén y de sus alrededores ¿pero Satanás no habría podido incitar y propagar estas ondas de odio más allá de Belén, y persuadir a un semejante crimen a todos los poderosos de Palestina para matar al futuro Rey de los judíos? Sí, habría podido. Y esto habría sucedido en los primeros años del Mesías, cuando la repetición de los prodigios ya había despertado la atención de las multitudes y de los poderosos. Y, si ello hubiera sucedido, ¿cómo habríamos podido atravesar toda Palestina para ir, desde la lejana Nazaret, a Egipto, tierra hospitalaria a los hebreos perseguidos, y, además con un Niño pequeño, y mientras la persecución arreciaba? Más fácil era huir de Belén, aunque también fue doloroso. ■ La obediencia siempre salva. Recuérdalo. El respeto al sacerdote siempre es señal de formación cristiana”.
* “¡Ay de los sacerdotes que pierden su llama apostólica! Pero ¡ay también del que cree que tiene derecho de despreciarlos! Porque ellos consagran y distribuyen el Pan verdadero. Salvar un alma sacerdotal (hacer que se santifique) es salvar un gran número de almas, porque cada sacerdote santo es una red que atrapa almas para Dios.- ■ Virgen: “¡Ay de los sacerdotes, Jesús lo dijo (4), que pierden su llama apostólica! Pero ¡ay también del que cree que tiene derecho de despreciarlos! Porque ellos consagran y distribuyen el Pan verdadero que del Cielo desciende. Y ese contacto los hace santos como un cáliz consagrado, aun cuando no lo sean. Responderán ante Dios. Tenedlos por tales y no os preocupéis de otra cosa. No seáis intransigentes. No lo es Jesús, el cual, ante su imperativo, deja el Cielo y desciende para ser elevado por sus manos. Aprended de Él. Si están ciegos, si están sordos, si tienen un alma paralítica y un modo de pensar enfermo, si son leprosos de culpas muy en contradicción con lo que son, si son otros Lázaros en un sepulcro, llamad a Jesús con vuestras oraciones, para que los resucite. ■ ¡Llamadle con vuestras oraciones y sacrificios, almas víctimas! Salvar un alma sacerdotal es salvar un gran número de almas, porque cada sacerdote santo es una red que atrapa almas para Dios. Y salvar a un sacerdote, o sea, hacer que se santifique, es lo mismo que fabricar esta mística red. Cada una de sus capturas es un rayo de luz que se añade a vuestra eterna corona. Que la paz sea contigo”. (Escrito el 8 de Junio de 1944).
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1 Nota : María y José, una vez nacido Jesús, decidieron quedarse a vivir en Belén siguiendo los consejos del sacerdote Zacarías, esposo de Isabel, pues el Profeta había dicho: “Tú Belén Efratá, serás la más grande porque de ti saldrá el Salvador”. Al no hablar de Nazaret, Zacarías interpreta que la profecía señalaba a Belén como la tierra del Mesías. Esa decisión causó un profundo dolor en María que soñaba con volver a Nazaret, a su casa, después del nacimiento de Jesús. 2 Nota : Cfr. Mt. 15,11 y 15, 17-18; Mc. 7,15. 3 Nota : “El obedecer siempre salva”.- Difícilmente Dios deja sin luces a un sacerdote, a un cuando sus luces se tiñan del modo de pensar humano. Queda en el fondo algo de luz verdadera y por esto pueden seguirse sus consejos. Los dos esposos, María y José, obedecieron por este fondo de luz sobrenatural que había en los consejos humanos de Zacarías. 4 Nota : Cfr. Una cosa semejante cfr. Mt. 5,13-16; Lc. 12, 49.
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(el siguiente relato pertenece al episodio de los mercaderes expulsados del templo cuando Jesús armado de un látigo de sogas con que los ganaderos sujetaban a los animales, ha puesto en fuga a mercaderes y prestamistas.)

1-53-294 (1-16-322).- Llamada a los sacerdotes, cuya única herencia debe ser Dios.
* En esta tierra no deben tener más que el vestido de lino y una diadema de oro incorruptible: pureza y caridad, y que el cuerpo sea siervo del espíritu que es siervo del Dios verdadero, y no sea el cuerpo señor del espíritu, y contra Dios”.- ■ Acuden sacerdotes, rabíes y fariseos. Jesús está todavía en medio del patio, de vuelta de su persecución. El látigo está todavía en su mano. Los sacerdotes le preguntan: “¿Quién eres? ¿Cómo te permites hacer esto, turbando las ceremonias prescritas? ¿De qué escuela provienes? Nosotros no te conocemos, ni sabemos quién eres”. Jesús: “Yo soy Él que puede. Todo lo puedo. Destruid este Templo real y Yo lo levantaré de nuevo para dar gloria a Dios. No turbo la santidad de la Casa de Dios y de las ceremonias, sois vosotros los que la turbáis permitiendo que su morada se transforme en sede de usureros y mercaderes. Mi escuela es la escuela de Dios. La misma que tuvo todo Israel por boca del Eterno que habló a Moisés. ¿No me conocéis? Me conoceréis. ¿No sabéis de dónde vengo? Lo sabréis”. ■ Y, Jesús, volviéndose hacia el pueblo, sin preocuparse ya más de los sacerdotes, alto, vestido de blanco, el manto abierto y cayendo tras los hombros, con los brazos abiertos como un orador en lo más vivo de su discurso, dice: “¡Oíd, vosotros de Israel! En el Deuteronomio (1) está escrito: «Establecerás jueces y magistrados en todas las puertas… y ellos juzgarán al pueblo con justicia, sin inclinarse a parte alguna. No tendrás acepción de personas, no aceptarás donativos, porque los donativos ciegan los ojos de los sabios y alteran las palabras de los justos. Con justicia seguirás lo que es justo para vivir y poseer la tierra que el Señor tu Dios te dé». ■ ¡Oíd, vosotros de Israel! Dice el Deuteronomio (2): «Los sacerdotes y los levitas y todos los de la tribu de Leví no tendrán parte ni herencia con el resto de Israel, porque deben vivir con los sacrificios del Señor y con las ofrendas hechas a Él; nada tendrán entre las posesiones de sus hermanos, porque el Señor es su herencia». ■ ¡Oíd, oh vosotros de Israel! Dice el Deuteronomio (3): «No prestarás con interés a tu hermano ni dinero ni trigo ni cualquier otra cosa. Podrás prestar con interés al extranjero; mas a tu hermano le prestarás, sin interés, aquello de que tenga necesidad». Esto ha dicho el Señor. Ahora bien, vosotros mismos veis qué injusticia para con el pobre se comete en Israel. No triunfa el justo, sino el fuerte; y ser pobre, ser pueblo, quiere decir ser oprimido. ¿Cómo puede el pueblo decir: «Quien nos juzga es justo» si ve que sólo a los poderosos se los respeta y escucha, mientras que el pobre no tiene quien le escuche? ¿Cómo puede el pueblo respetar al Señor si ve que no le respetan los que más deberían hacerlo? ¿Es respeto al Señor la violación de su mandamiento? ■ ¿Y por qué entonces los sacerdotes en Israel tienen posesiones y aceptan donativos de publicanos y pecadores, los cuales actúan así para tener de su parte a los sacerdotes, de la misma forma que éstos actúan así para tener mayor riqueza? Dios es la herencia de sus sacerdotes. Para ellos, Él, el Padre de Israel, es, como en ningún caso, Padre, y les provee de comida como es justo; pero no más de lo que sea justo. No ha prometido a sus servidores del Santuario dinero y posesiones. En la eternidad, por ser justos, tendrán el Cielo, como lo tendrán Moisés y Elías y Jacob y Abraham, pero en esta tierra no deben tener más que el vestido de lino y una diadema de oro incorruptible: pureza y caridad, y que el cuerpo sea siervo del espíritu que es siervo del Dios verdadero, y no sea el cuerpo señor del espíritu, y contra Dios. ■ Se me ha preguntado con qué autoridad hago esto. ¿Y ellos?, ¿con qué autoridad profanan el mandamiento de Dios y a la sombra de los sagrados muros permiten usura contra los hermanos de Israel, que han venido para cumplir el mandato divino? Se me ha preguntado de qué escuela provengo, y he respondido: «De la escuela de Dios». Sí, Israel. Yo vengo y te llevo de nuevo a esta escuela santa e inmutable. Quien quiera conocer la Luz, la Verdad, la Vida, quien quiera volver a oír la Voz de Dios que habla a su pueblo, venga a Mí. Seguisteis a Moisés a través de los desiertos, ¡oh, vosotros de Israel! Seguidme; que Yo os conduzco, a través de un desierto, sin duda, más dificultoso, hacia la verdadera Tierra prometida. Por el mar abierto de los Mandamientos de Dios os llevo a ella. Alzando mi Señal, os curo de todo mal. Ha llegado la hora de la Gracia. La esperaron los Patriarcas, murieron esperándola. La predijeron los Profetas y murieron con esta esperanza. La soñaron los justos y murieron confortados por este sueño. Ha venido ahora. Venid. «El Señor va a juzgar de un momento a otro a su pueblo y será misericordioso para con sus siervos» (4), como prometió por boca de Moisés”. ■ La gente, agolpada en torno a Jesús, le ha escuchado con la boca abierta. Luego comenta las palabras del nuevo Rabí y hace preguntas a sus compañeros. Jesús se dirige hacia otro patio, separado de éste por un pórtico. Los amigos le siguen. (Escrito el 24 de Octubre de 1944).
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1 Nota : Cfr. Dt. 16,18-20. 2 Nota : Cfr. Dt. 18,1-2. 3 Nota : Cfr. Dt. 23,19-20. 4 Nota : Cfr. Tal vez alusión a Ex. 15,13.

Obra completa: El Evangelio Como me Ha Sido Revelado