
“Tonterías, palabras vacías habladas con buenas intenciones que nunca llegaron a mi corazón”, comenta Francisco en su nuevo libro.
La visitante que más lo tocó fue la señora María Dolores Tortolo, quien le había preparado para la Primera Comunión. Ella tomó su mano, le besó y se sentó tranquilamente junto a él. Después le dijo: “Estás imitando a Jesús”.
Después de esta experiencia, él tomó la decisión de hablar lo menos posible cuando visita a un enfermo y simplemente tomar su mano.
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