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Bottega
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La gruta donde nació Jesús en Belén. Desde antiguo, los cristianos de Belén acuden a rezar a la gruta donde nació Jesús. Con la intención de acabar el cristianismo, el emperador Adriano, el año 135…Más
La gruta donde nació Jesús en Belén.

Desde antiguo, los cristianos de Belén acuden a rezar a la gruta donde nació Jesús. Con la intención de acabar el cristianismo, el emperador Adriano, el año 135, ordenó plantar encima un bosque sagrado en honor de Adonis. Los creyentes locales nunca perdieron memoria del lugar. Recordemos que todos los papas y cristianos que fueran reconocidos como tales, fueron asesinados, hasta el edicto de Milan. Alrededor del año 313 se pudo celebrar abiertamente la navidad. San Justino, a mediados del s. II, confirma la tradición. Orígenes escribe el año 248 que «en Belén se muestra la cueva en la que nació Jesús y, en esta cueva, el pesebre en el que fue depositado». Tal como narra Eusebio de Cesarea, el año 326, santa Elena hizo construir una preciosa basílica, colocando el altar sobre la gruta y conservando un acceso a la misma. Según la profecía de Miqueas, recogida por san Mateo, el Mesías debía nacer en Belén, la ciudad de David (cf. Miq 5,1; Mt 2,6). Lo mismo encontramos en Isaías 7,14 nacerá de una virgen grávida, en Belén Efratá. San Mateo habla de la ciudad y san Lucas especifica que María «lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada», esto significa que semejantes personajes no eran dignos de quedarse en aquellas miserables viviendas, por vergüenza, la gente les decía, aquí no hay lugar para vuestras mercedes. Los cruzados, usaron la cueva para las ceremonias de coronación de sus reyes y la adornaron con mosaicos y frescos, de los cuales, algunos aún perduran. En la fachada se pueden observar: el dintel de la gran puerta primitiva, el arco gótico que la sustituyó en época cruzada y la pequeña puerta que se adaptó en siglos posteriores, para que todo el que entrara tuviera que inclinarse. Por eso dirá el poeta «Agranda la puerta, Padre, / porque no puedo pasar; / la hiciste para los niños, / yo he crecido, a mi pesar. / Si no me agrandas la puerta, / achícame, por piedad, / vuélveme a la edad bendita / en que vivir es soñar».