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Nuestra Señora del Coronavirus (II)

Hagamos conocer y amar a María

El segundo título puede ser menos conocido para los católicos fuera de Roma. Madre del Divino Amor o Madonna del Divino Amore, esta asociado con una iglesia rural a unos 20 km del centro histórico de Roma. Divino Amore registra su primer milagro en el siglo XVIII, mucho después que el icono Salus populi romani. Un peregrino fue atacado por perros salvajes mientras se dirigía a la Basílica de San Pedro y clamó a una antigua pintura de la Virgen y el Niño que estaba en una torre cercana. Los perros se alejaron y el peregrino atribuyó a

Nuestra Señora el haber podido escapar del peligro. Cuando el hecho se divulgó, la devoción a la Madre del Divino Amor creció y, finalmente, se construyó un santuario en su honor.

La imagen cobró una gran importancia para toda la ciudad durante la parte más dura de la Segunda Guerra Mundial.

Temiendo que la guerra llegara a la ciudad, los romanos pidieron a los sacerdotes y al Papa que llevaran la imagen desde su santuario hasta la Iglesia de San Ignacio en el centro de Roma. Cuando los Aliados liberaron la ciudad el 4 de junio de 1944, el papa Pío XII declaró a la Madre del Divino Amor salvadora de Roma.

Hoy en día, los católicos de Roma siguen invocando a la Madonna del Divino Amore cuando tienen problemas.

Prácticamente todas las superficies del antiguo santuario, el jardín que lo rodea e incluso la tienda de regalos, están cubiertas con grazie, esto es, pequeñas ofrendas votivas de los devotos peregrinos. Estas grazie son fotos, objetos sencillos y pequeñas historias que explican cómo Nuestra Señora del Divino amor salvó a un ser querido del cáncer, de diversas lesiones o de otras enfermedades. Y todos los sábados, desde Pascua hasta octubre, algunos cientos de peregrinos recorren, por la noche, los 20 km desde Roma hasta el Santuario. Las peregrinaciones nocturnas, que comienzan a media noche y terminan con la misa de 5:00 a. m. en el santuario, a menudo no aparecen en las guías turísticas o en las listas de "Cosas que hacer en Roma".

Es fácil leer la oración del papa Francisco y no captar estas referencias a la relación especial de Roma con la Madre de Dios. Por un lado, el Papa está cumpliendo con su papel como obispo de Roma al hacer alusión a los dos centros marianos más importantes de la ciudad; por otro, creo que también está invitando a todo el mundo a la intimidad de Roma con la Virgen María. En un tiempo de distanciamiento social, de angustia creciente y de incertidumbre mundial, el papa Francisco no está apelando solamente a la devoción católica: nos llama a ver a María no como a una ayuda abstracta, sino como una madre que cuenta con un historial comprobado de intercesora, que protege y cuida a su pueblo.

Angelo Jesús Canta

22 de marzo de 2020

Adaptado de la revista America