Traditionis Custodes: El problema no es el cerdo, sino los que le dan de comer

Más que mirar la perfidia de Francisco, deberíamos mirar a los que le dejan salirse con la suya, “no sea que culpemos al cerdo y no a quien lo alimentó”.
A Eck no le sorprende que el asno tonto rebuzne con fuerza, sino que muchos digan que canta como un ruiseñor y que es digno del Teatro Colón de Buenos Aires.
La ideología de la “obediencia” hace que los seguidores de Francisco vean cada una de sus palabras y actos como “la moción del Espíritu Santo, aunque objetivamente sean contrarios a Dios”, mientras que TC está “plagado de mentiras tan descaradas que dañan los ojos e insultan la inteligencia”.
Francisco desprecia la justicia y es acusador, juez y verdugo. Esto le recuerda a Eck al emperador Caracalla, quien pidió a Papiniano que justificara la ejecución de Geta, el hermano de Caracalla. Papiniano respondió: “Es mucho más fácil cometer un parricidio que justificarlo”.
Eck observa que los seguidores de Francisco no tienen esos problemas, mientras la sentencia lleve los sellos adecuados: “El positivismo jurídico y el legalismo han reemplazado al Evangelio”.
Los seguidores de Francisco en cómodos puestos eclesiásticos invitan a las víctimas de TC “a beber del cáliz de la obediencia, a comer del pan de la sumisión y a vigilarlos para ver si violan la más mínima coma del decreto evacuado desde el Vaticano, lo que sería un crimen y una herejía mayor que faltar a la Verdad y a la Justicia”.
Para Eck, esta aceptación de la crueldad bajo la apariencia de caridad es lo más grave que ha sacado a la luz TC.
Imagen: © Mazur/catholicnews.org.uk, CC BY-NC-ND, #newsKllnhcvhdv
