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Una estrategia para lograr el poder

Una estrategia para lograr el poder

Susana Campo. La Razón, 15 de mayo de 2021.

«La masa» tomó las calles y «una izquierda huérfana aprovechó los resquicios para ocupar puestos». Intelectuales opinan sobre la trascendencia del movimiento.

Hace hoy diez años. Aquel 15 de mayo de 2011 miles de «indignados» salieron a las calles y tomaron las plazas para expresar su hartazgo de la clase política y los poderes económicos. España no parece hoy la misma. Han cambiado muchas cosas, aunque aquella movilización no llegara a ser finalmente la revolución que muchos esperaban. La «masa» –en palabras del filósofo Fernando Savater– tomó las calles. Estaban indignados por elegir gobiernos que estaban al servicio de los bancos y no del pueblo que les había votado; indignados por la corrupción endémica de los partidos; indignados porque no podían llegar a fin de mes. Vitoreando consignas como «no nos representan» o el clásico «esta crisis no la pagamos» que abanderó el movimiento desde su nacimiento, miles de persona acamparon durante semanas y protagonizaron grandes protestas que solo se habían visto en España en manifestaciones contra el terrorismo.

La principal consecuencia política del 15M fue la aparición de Podemos, un movimiento que se convirtió en partido y que aprovechó el clima de indignación para asaltar el Congreso de los Diputados. LA RAZÓN analiza con cuatro intelectuales el alcance del 15 M y sus consecuencias en su décimo aniversario.

Teresa Freixes, jurista española especialista en Derecho Constitucional, asegura que «sabemos en qué derivó», en referencia al clima de crispación que se asentó en el Congreso con la llegada de la nueva política. «Supuso una crítica política que no se hacía solo en España. Yo lo había visto en París, Berlín, Roma, en Londres... Con lo cual, aquello de que el 15M surge en la política española porque no se sabe lo que pasa, es falso. El 15 M responde a una iniciativa internacional. Yo -en aquel entonces realizaba muchos viajes por Europa- recuerdo cómo a muchos grupos me los iba encontrando en distintos lugares. Era una estrategia». Freixes es muy crítica con el 15M. Lo compara, en cierto modo, con otras tendencias o corrientes. «Tenía su lógica. Había caído el muro de Berlín, había desaparecido el referente del comunismo como algo en favor de la igualdad y el progreso. Intelectualmente, la izquierda estaba huérfana», explica. En su opinión, de alguna manera, «sin que podamos considerar que el 15M haya nutrido intelectualmente a la izquierda, sí que ha tenido su influencia en la formación de fuerzas políticas que vieron que podían aprovechar los resquicios para ir ocupando puestos en la vida política, social y económica.

Aquel mes de mayo marcó, de alguna forma, la vida de muchos ciudadanos. Las asambleas y los encuentros entre vecinos que se citaban en la calle para conversar y debatir sirvieron para crear lazos entre completos desconocido. Precisamente, el filósofo Fernando Savater se fija en este aspecto. «Yo creo que algo interesante del 15M –más allá de las utilizaciones interesadas– fue que una serie de gente se quiso reunir libremente. No para hablar de fútbol ni para hablar de ese tipo de cosas, que es para las que habitualmente se reúnen, sino para hablar de otros problemas como los políticos y los económicos», destaca. En su opinión, la gente también se dio cuenta de que hay problemas que son difíciles y para los que no es fácil encontrar una solución. «Pensar en los temas políticos, no simplemente bajo el prisma del blanco y negro y de los buenos y los malos, sino la materia misma de los problemas, yo creo que esa parte, sí que fue interesante en la medida en que a alguna gente le sirvió para reflexionar y para ser unos ciudadanos más conscientes».

En España, el impacto y la transcendencia de las acampadas fueron brutales en comparación con otros países europeos que también experimentaron movilizaciones similares. Medios internacionales como «The Washington Post», «Le Figaro» o «Clarín» lo llevaron en sus portadas. El filósofo asegura que se debió a que «en los países en los que hay poca formación política ciudadana –aquí (en España) la mayoría de la gente no sabe cómo funciona la Democracia; no sabe cómo funciona un Tribunal; no sabe cómo funcionan la mayor parte de las instituciones– son muy dados a creer en milagros». «Eso hizo que mucha gente se apuntara a algo tan evidentemente falso como los programas de Podemos que son una especie de brindis al sol permanente», sentencia.

Y es que durante ese mes de mayo de 2011 se instauró en la sociedad una especie de conciencia política que iba más allá de la institucionalizada. Tras cuatro años de crisis económica, «el populacho» –en palaras del escritor Fernando Sánchez Dragó– quería imaginar otras formas de hacer política. El escritor apunta que «el 15M para la Política, evidentemente, introdujo un cambio que nos ha conducido a que el político más negativo, seguramente de toda la historia de España que es Pablo Iglesias, haya llegado a ser vicepresidente del Gobierno. Las consecuencias han sido nefastas como lo es siempre el asambleísmo porque es fascismo duro».

Por último, el dramaturgo Albert Boadella se detiene en la precariedad de los españoles como detonante de la indignación que se vivió durante aquellas semanas. «Yo creo que triunfó por el momento en el que surgió. Fue el adecuado. La gente empezó a ponerse la mano en el bolsillo y encontrarlo vacío. Y, ahí, sus promotores encontraron la sensibilidad». Sobre si diez años después, los políticos representan a los ciudadanos –como jalearon los manifestantes–, el dramaturgo lo tiene claro: «Ahora tenemos en el poder a las generaciones educadas en el bienestar y la consecuencia es lo que tenemos. Gente endeble que nada tiene que ver con figuras como Churchill. Porque Churchill está formado en un mundo muy distinto, en el del esfuerzo y la excelencia. Y ahora estamos en las generaciones en las que este esfuerzo y esta excelencia desapareció. Es una decepción tremenda desde el punto de vista político y personal. No nos representan».
kaoshispano1
Los niñatos postfranquistas progres de la LOGSE con la mafia masona.