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San Alfonso María de Ligorio - Certidumbre de la Muerte (4) Preparación para la Muerte - Consideración 4: Certidumbre de la Muerte - Radio Cristiandad - Militia in VeritateMás
San Alfonso María de Ligorio - Certidumbre de la Muerte (4)

Preparación para la Muerte - Consideración 4: Certidumbre de la Muerte - Radio Cristiandad - Militia in Veritate
Gesù è con noi
ORACIÓN
¡Oh Dios, que condenándonos a muerte nos has ocultado el momento y la hora: haz que pasando todos los días de mi vida en la santidad y en la justicia, merezca salir de este mundo en tu santo amor! Por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en unión del Espíritu Santo. Así sea.
la verdad prevalece
ORACIÓN SALESIANA DE LA BUENA MUERTE
Misericordioso Señor Jesús, por tu agonía y sudor de sangre y por tu muerte líbrame de la muerte repentina e imprevista. No permitas que pase de esta vida a la eternidad sin haber recibido los Santos Sacramentos. Concédeme un tránsito feliz y en tu gracia, para que pueda amarte y alabarte.
¡Oh, Jesús, Señor mío, Dios de bondad, Padre de misericordia, yo me …Más
ORACIÓN SALESIANA DE LA BUENA MUERTE
Misericordioso Señor Jesús, por tu agonía y sudor de sangre y por tu muerte líbrame de la muerte repentina e imprevista. No permitas que pase de esta vida a la eternidad sin haber recibido los Santos Sacramentos. Concédeme un tránsito feliz y en tu gracia, para que pueda amarte y alabarte.
¡Oh, Jesús, Señor mío, Dios de bondad, Padre de misericordia, yo me arrepiento ante Ti con el corazón humillado y te encomiendo mi última hora y lo que después de ella me espera!
Cuando mis pies ya inmóviles me adviertan que mi carrera en este mundo esta próxima a su fin,
Jesús misericordioso, ten piedad de mí.
Cuando mis manos trémulas y entorpecidas no puedan ya estrecharte, ¡oh bien mío crucificado!, y en contra de mi voluntad te dejen caer sobre el lecho de mi dolor,
Jesús misericordioso, ten piedad de mí
Cuando mis ojos, llenos de tinieblas y desencajados ante el horror de la cercana muerte fijen en ti sus miradas lánguidas y moribundas,
Jesús misericordioso, ten piedad de mí
Cuando mis labios fríos y temblorosos pronuncien por última vez tu adorable nombre,
Jesús misericordioso, ten piedad de mí
Cuando mis mejillas pálidas y amoratadas inspiren lástima y terror a los que me rodeen; y mis cabellos húmedos con el sudor de la muerte, erizándose en la cabeza, anuncien mi próximo fin,
Jesús misericordioso, ten piedad de mí
Cuando mis oídos, próximos a cerrarse para siempre a las conversaciones de los hombres, se abran para oír tu voz al pronunciar la sentencia irrevocable que fijará mi suerte por toda la eternidad,
Jesús misericordioso, ten piedad de mí.
Cuando mi imaginación agitada por horrendos y, espantosos fantasmas, quede sumergida en congojas de muerte, y mi espíritu, turbado con la visión de mis iniquidades y el temor de tu justicia, luche contra el ángel de las tinieblas, que tratara de arrancarme el recuerdo consolador de tus misericordias y precipitarme en el abismo de la desesperación,
Jesús misericordioso, ten piedad de mí
Cuando, oprimido mi débil corazón con los dolores de la enfermedad, se vea asaltado por el horror de la muerte y desfallecido por. los esfuerzos realizados contra los enemigos de mi eterna salvación,
Jesús misericordioso, ten piedad de mí.
Cuando derrame las últimas lágrimas reveladoras de mi destrucción, recíbelas, ¡oh Jesús mío!, como sacrificio de expiación, para que muera como víctima de penitencia, y en aquel momento terrible,
Jesús misericordioso, ten piedad de mí.
Cuando mis parientes y amigos, apretados alrededor de mi lecho, se compadezcan de mi lastimoso estado y te invoquen en mi favor,
Jesús misericordioso, ten piedad de mí
Cuando, perdido ya el uso de todos los sentidos, el mundo entero haya desaparecido de mi vista y gima en el estertor de la última agonía y en las congojas de la muerte,
Jesús misericordioso, ten piedad de mí
Cuado los últimos alientos del corazón obliguen a mi alma a salir del cuerpo, acéptalos como. actos de una santa impaciencia de ir a Ti y Tú,
Jesús misericordioso, ten piedad de mí.
Cuando mi alma salga de los labios entreabiertos, despidiéndose para siempre de este mundo, y deje este cuerpo pálido, frío y sin vida, acepta la destrucción de mi ser como un homenaje que yo ofrezco a tu divina Majestad, y entonces,
Jesús misericordioso, ten piedad de mí.
Finalmente, cuando mi alma comparezca ante ti, y vea por primera vez el resplandor inmortal de Tu Majestad, no la rechaces de tu presencia; dígnate recibirme en el seno amoroso de tu misericordia, para que eternamente cante tus alabanzas,
Jesús misericordioso, ten piedad de mí.
ORACIÓN
¡Oh Dios, que condenándonos a muerte nos has ocultado el momento y la hora: haz que pasando todos los días de mi vida en la santidad y en la justicia, merezca salir de este mundo en tu santo amor! Por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en unión del Espíritu Santo. Así sea...