Dia 5 ¡Ave Llena de Gracia el Señor es contigo! Inmaculado Corazón de Maria DÍA 5 Ave, llena de Gracia, el Señor es contigo". Cómo saludar a la Gloriosa Virgen Quiera el cielo que, para satisfacer …Más
Dia 5 ¡Ave Llena de Gracia el Señor es contigo! Inmaculado Corazón de Maria
DÍA 5 Ave, llena de Gracia, el Señor es contigo". Cómo saludar a la Gloriosa Virgen Quiera el cielo que, para satisfacer mi deseo de honrarte y de saludarte eternamente desde lo profundo del corazón, todos mis miembros se transformen en lenguas y las lenguas en voces de fuego. Madre de Dios, quisiera poder dirigirte este saludo como pura y santa ofrenda de oración, en expiación de todas mis culpas, por las cuales he merecido la ira divina, he entristecido gravemente a tu Hijo, he deshonrado y ofendido muy a menudo a ti y a toda la corte celestial. Dado que mi vida es frágil y caduca a causa de todos mis excesos, de todas mis negligencias, de todos los pensamientos vanos, inmundos y perversos, quiera el cielo que todos los espíritus bienaventurados y las almas de los justos, con purísima devoción y muy ardiente plegaria, te dirijan, Oh Beatísima Virgen María, y repitan cien veces en tu honor el altísimo saludo con que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo fueron los primeros en querer saludarte por medio del ángel. De alguna manera, hallaría así un digno incienso de suave fragancia, ya que en mí nada hay de bueno ni nada que merezca recompensa. Pero ahora me postro ante ti, impulsado por sincera devoción; y totalmente encendido en veneración hacia tu suave nombre, te repito el gozo de aquel saludo nuevo, jamás oído hasta entonces, cuando el arcángel Gabriel, enviado por Dios, entró en la intimidad de tu morada y, doblando reverente las rodillas, te rindió honor al decirte: *"Ave, llena de gracia, el Señor es contigo".* Yo deseo, en consonancia con la preciosa costumbre de los fieles y, en todo lo posible, con labios puros, dirigirte este saludo, como también deseo, desde lo profundo del corazón, que te lo dirijan del mismo modo todas las criaturas: "Ave, María, llena de gracia. El Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es, el fruto de tu vientre, Jesucristo. Amén". Imitación de María, Beato Tomás de Kempis. PRÁCTICA DE AMOR A MARÍA Entre todos los obsequios que podemos ofrecerle, le agrada extraordinariamente a nuestra Madre el que recurramos con frecuencia a su intercesión y le pidamos su ayuda en todas nuestras necesidades particulares, como cuando se trata de recibir o de dar consejos, en los peligros, en las penas y en las tentaciones, especialmente en las que son contra la castidad. La Madre de Dios nos librará ciertamente si recurrimos a ella con confianza, ya sea que acudamos a ella con el rezo de la oración, “bajo tu amparo nos acogemos”, o con el Ave María, o sólo con invocar el santísimo nombre de María, que tiene un poder especial para ahuyentar a los demonios. Las Glorias de María JACULATORIA "Por último, mi queridísima y amadísima Madre, haz que, si es posible, no tenga yo otro espíritu que el tuyo para conocer a Jesucristo y sus divinos designios; que no tenga otra alma que la tuya para alabar y glorificar al Señor; que no tenga otro corazón que el tuyo para amar a Dios con caridad pura y ardiente como Tú" San Luis María Grignion de Montfort
DÍA 5 Ave, llena de Gracia, el Señor es contigo". Cómo saludar a la Gloriosa Virgen Quiera el cielo que, para satisfacer mi deseo de honrarte y de saludarte eternamente desde lo profundo del corazón, todos mis miembros se transformen en lenguas y las lenguas en voces de fuego. Madre de Dios, quisiera poder dirigirte este saludo como pura y santa ofrenda de oración, en expiación de todas mis culpas, por las cuales he merecido la ira divina, he entristecido gravemente a tu Hijo, he deshonrado y ofendido muy a menudo a ti y a toda la corte celestial. Dado que mi vida es frágil y caduca a causa de todos mis excesos, de todas mis negligencias, de todos los pensamientos vanos, inmundos y perversos, quiera el cielo que todos los espíritus bienaventurados y las almas de los justos, con purísima devoción y muy ardiente plegaria, te dirijan, Oh Beatísima Virgen María, y repitan cien veces en tu honor el altísimo saludo con que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo fueron los primeros en querer saludarte por medio del ángel. De alguna manera, hallaría así un digno incienso de suave fragancia, ya que en mí nada hay de bueno ni nada que merezca recompensa. Pero ahora me postro ante ti, impulsado por sincera devoción; y totalmente encendido en veneración hacia tu suave nombre, te repito el gozo de aquel saludo nuevo, jamás oído hasta entonces, cuando el arcángel Gabriel, enviado por Dios, entró en la intimidad de tu morada y, doblando reverente las rodillas, te rindió honor al decirte: *"Ave, llena de gracia, el Señor es contigo".* Yo deseo, en consonancia con la preciosa costumbre de los fieles y, en todo lo posible, con labios puros, dirigirte este saludo, como también deseo, desde lo profundo del corazón, que te lo dirijan del mismo modo todas las criaturas: "Ave, María, llena de gracia. El Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es, el fruto de tu vientre, Jesucristo. Amén". Imitación de María, Beato Tomás de Kempis. PRÁCTICA DE AMOR A MARÍA Entre todos los obsequios que podemos ofrecerle, le agrada extraordinariamente a nuestra Madre el que recurramos con frecuencia a su intercesión y le pidamos su ayuda en todas nuestras necesidades particulares, como cuando se trata de recibir o de dar consejos, en los peligros, en las penas y en las tentaciones, especialmente en las que son contra la castidad. La Madre de Dios nos librará ciertamente si recurrimos a ella con confianza, ya sea que acudamos a ella con el rezo de la oración, “bajo tu amparo nos acogemos”, o con el Ave María, o sólo con invocar el santísimo nombre de María, que tiene un poder especial para ahuyentar a los demonios. Las Glorias de María JACULATORIA "Por último, mi queridísima y amadísima Madre, haz que, si es posible, no tenga yo otro espíritu que el tuyo para conocer a Jesucristo y sus divinos designios; que no tenga otra alma que la tuya para alabar y glorificar al Señor; que no tenga otro corazón que el tuyo para amar a Dios con caridad pura y ardiente como Tú" San Luis María Grignion de Montfort