SAN LUIS GONZAGA UNA GLORIA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

21 DE JUNIO: SAN LUIS GONZAGA, CONFESOR – Sensus Fidelium

EL AÑO LITÚRGICO – Dom Prospero Gueranger, Abad de Solesmes
— ¡”Cuán grande es la gloria de Luis, hijo de Ignacio! Nunca lo hubiera creído si Jesús no me lo hubiese mostrado. Nunca pude imaginar que tuviese tanta gloria en el cielo”. Así se expresaba Santa Magdalena de Pazzis en uno de sus admirables éxtasis.

UNA GLORIA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS. — “La prudencia equivale en el hombre a las canas, dice el Sabio; la vejez digna de veneración no se aprecia por el número de los años”. Por eso, oh Luis, ocupas un sitio honroso entre los antepasados de tu pueblo. Gloria de la Compañía en donde en breve tiempo llenaste el curso de una larga existencia, alcanza el que siga guardando esmeradamente para sí y para los demás el ejemplo que irradia de tu vida llena de Inocencia y de amor.

LA ORACIÓN Y LA SANTIDAD. — Al fin de la jornada de esta vida el verdadero éxito del hombre es la santidad; ésta se adquiere interiormente; las obras externas no cuentan para Dios sino en la medida de la pureza y del ardor interno que las inspira; si falta la ocasión para estas acciones, el hombre puede suplirla acercándose absorto en innenarrables delicias, vino a hacer tu mérito semejante al de los mártires. ¡De qué precio fué a tus ojos este tesoro celestial de la oración, siempre tan a nuestro alcance como lo estuvo al tuyo! Pero para encontrar en ella, como tú, compendiado el camino de toda perfección, según tus propias palabras, es necesaria la perseverancia y el cuidado de alejar del alma, por medio de generosa mortificación de la naturaleza, toda moción que no sea de Dios. ¿Cómo podría reproducir el agua turbia o agitada por el viento, la imagen del que está a su orilla? Así el alma impura y la que, sin ser esclava de sus pasiones, no es señora de toda agitación que provenga del mundo, no puede llegar a reproducir en sí la imagen tranquila de Dios, que es el fin de la oración.