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Bottega
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Espíritu Santo. Os digo la verdad: os conviene que Yo me vaya. Porque, si no me fuere, el Paráclito no vendrá a vosotros; pero, si me fuere, os lo enviaré.' Juan 16:7 El Espíritu Santo, Paráclito o …Más
Espíritu Santo.

Os digo la verdad: os conviene que Yo me vaya. Porque, si no me fuere, el Paráclito no vendrá a vosotros; pero, si me fuere, os lo enviaré.' Juan 16:7 El Espíritu Santo, Paráclito o Menahem, -Asistente legal, defensor, abogado, uno que socorre, que consuela- es una expresión bíblica que se refiere a la tercera Persona de la Santísima Trinidad. Es una “realidad espiritual” o una “persona divina”, noción con la que se asume la deidad del Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero. Es portador de dones sobrenaturales muy diversos que pueden transmitirse al hombre por su mediación y transmitirle ciertas disposiciones que le perfeccionan. Estos hábitos se conocen como los «dones del Espíritu Santo». Siete dones siguen tradicionalmente la cita de Isaías. Temor de Dios Sabiduría Entendimiento Consejo Piedad Fortaleza Ciencia A unos Dios les da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de ciencia; a otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros, y por ese mismo Espíritu, dones para sanar enfermos; a otros, el hacer milagros; a otros, profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en diversas lenguas; y a otros, el interpretar lenguas. (1 Co 12:8-10) La coronilla del espíritu santo contempla estos misterios; 1) Jesús fue concebido de María Virgen por obra del Espíritu Santo 2) El Espíritu del Señor posó sobre Jesús 3) Jesús fue conducido por el Espíritu Santo al desierto 4) El Espíritu Santo viene sobre los discípulos 5) El Espíritu Santo en el alma del justo Secuencia Ven Espíritu Divino, manda tu luz desde el cielo, Padre amoroso del pobre; don en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.