Para determinar si las revelaciones aún no aprobadas por la Iglesia (sin estar
condenadas), son o no verdaderas, se ofrecen las siguientes pautas:
1. Las revelaciones privadas verdaderas, como requisito indispensable, no
contienen errores teológicos, ni doctrinas contrarias a la enseñanza de la Iglesia. Frecuentemente las revelaciones falsas distorsionan la doctrina de la Iglesia,
aprovechándose de aquellos puntos que aún no define formalmente la Iglesia, y que son
de aceptación popular, distorsionando a su favor esta doctrina.
A pesar de que en las revelaciones privadas no se debe esperar, un tratado formal de
teología, los mensajes que contradicen claramente la doctrina de la Iglesia o las verdades
de la fe o la moral son altamente sospechosos y se deben descartar.
2. Las revelaciones privadas verdaderas, a pesar de ser verdaderas, pueden tener
algunas fallas.
Todo lo que Dios hace y dice está libre de falla. Sin embargo, si Dios le da a alguien,
incluso un santo, una revelación privada, puede haber errores en dos aspectos. En
primer lugar, el que recibe la revelación puede haber entendido mal. En segundo lugar, el
que escribe la revelación puede cometer un error. La Sagrada Escritura es inmune a
estos dos tipos de errores, pero la revelación privada no lo es.
Por lo tanto, si uno encuentra pequeñas discrepancias, o algunas declaraciones
torpemente redactadas, o cosas que no están claras, uno no puede concluir que la
revelación es falsa.
3. Hay que tener cuidado con los ataques de personas supuestamente piadosas
contra las revelaciones privadas verdaderas.
Hay muchas revelaciones privadas verdaderas, algunas de los santos y beatos (por
ejemplo, beata Ana Catalina Emmerich); o incluso algunas aprobadas por la Iglesia (por
ejemplo, La Salette), que tienen sus detractores, que exageran y distorsionan con el fin de
atacar la veracidad de estas revelaciones.
4. Hay que tener cuidado con los ataques contra las personas que reciben las
revelaciones privadas.
A veces Dios da revelaciones privadas verdaderas a personas que no son santos, sino
más bien miembros comunes de la Iglesia.
5. Las revelaciones privadas verdaderas no suelen exaltar al que las recibe.
Incluso cuando verdaderos Santos han recibido revelaciones privadas de Dios, la
revelación no fue con el propósito de decir lo importantes que son.
Muchas revelaciones privadas falsas exaltan al que recibe los mensajes.
6. Las revelaciones privadas verdaderas tienen un propósito, y este es a menudo,
mostrar el conocimiento del futuro.
Las revelaciones privadas falsas a menudo se pueden reconocer por el hecho de que en
las conversaciones sobre el futuro no muestran ningún conocimiento certero de los
acontecimientos futuros en absoluto.
El futuro es una certeza para Dios y para los que viven con Dios en el Cielo.
7. Aprobación o desaprobación del obispo local.
La decisión del Obispo local en la aprobación de una revelación privada no debe ser
considerada como el único criterio. Pero si el Obispo la condena y prohíbe, entonces
debe ser rechazada por los fieles, mientras este decreto no cambie.