Exactamente, muy bien dicho por parte de san Juan Pablo II y ratificado por el actual Papa Francisco, muy probablemente santo también y futuro canonizado. ¿Verdad que entendemos perfectamente que nuestra querida España es una unidad hecha de diversidades, y que la riqueza de que a cada pocos kilómetros cambie el paisaje, el carácter y las costumbres no es obstáculo para que todos formemos parte de España? ¿No entendemos bien acaso que a pesar de que la personalidad del papá, la mamá y cada uno de los hijos es muy diferente, ello no quita para que la familia sea una? ¿No comprendemos quizá que el que nuestra mano sea distinta de nuestro pie, de nuestro vientre y de nuestra cabeza, no indica que seamos varias personas sino una sola? Pues con un poco de voluntad se puede comprender también que la legítima diversidad dentro de la Iglesia no se opone en ningún modo a su unidad. Y si no lo entendemos pidamos luces al Espíritu Santo, que a lo mejor lo que nos hace falta, en vez de pedir tanto que se arregle la Iglesia, es pedir luz para nosotros. Gracias a nuestros papas por explicarnos las cosas tan claramente, pues solo hay que leerlas con atención y humildad para entenderlas.