Kevin Angel
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Evangelio según San Juan 5, 31-47. (10/03/2016) Jesús dijo a los judíos: Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría. Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio …Más
Evangelio según San Juan 5, 31-47. (10/03/2016)
Jesús dijo a los judíos:
Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría.
Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero.
Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad.
No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes.
Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió. Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para …
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Kevin Angel
Cuando alguno de nosotros afirma que Jesús es el Señor lo hace como resultado directo de la obra reveladora del Espíritu Santo que desea convencerlo de esta verdad.
No se debe a que seamos buenos ni sumamente inteligentes ni a que creamos mucho en Cristo; por el contrario, creemos porque Dios ha actuado en nosotros y ha vivificado la fe en nuestro corazón. Esto es lo que significa lo que Jesús …
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Cuando alguno de nosotros afirma que Jesús es el Señor lo hace como resultado directo de la obra reveladora del Espíritu Santo que desea convencerlo de esta verdad.

No se debe a que seamos buenos ni sumamente inteligentes ni a que creamos mucho en Cristo; por el contrario, creemos porque Dios ha actuado en nosotros y ha vivificado la fe en nuestro corazón. Esto es lo que significa lo que Jesús dijo: “El Padre, que me ha enviado, da pruebas a mi favor.” De hecho, Dios no ha dejado jamás de dar testimonio de la majestad de Jesús ni de la redención que él ganó para nosotros.

¿Cómo es que Dios da testimonio de Cristo y nos lleva a creer en él? No tiene que ser mediante manifestaciones espectaculares. Ninguno de nosotros ha visto el cielo abierto ni a Jesús en forma física, al menos eso pensamos, pero de todas maneras creemos. ¿Por qué? Porque hemos experimentado la presencia del Señor en situaciones ordinarias pero de un modo evidente e innegable.

Día tras día, Dios nos manifiesta su presencia dulce y poderosa de maneras sencillas y sutiles, pero, si no ponemos atención, las podemos pasar por alto. Sin embargo, mientras más nos acostumbremos a dedicar tiempo al Señor —en la oración privada, en Misa, frente al Santísimo o leyendo la Sagrada Escritura— mejor podremos percibir las mociones del Espíritu Santo; comenzaremos a detectar su amor en el servicio que prestan los sacerdotes, que trabajan incansablemente en nuestras parroquias muchas veces sin que nadie les agradezca, escucharemos la voz suave y casi imperceptible del Señor en las palabras consoladoras y reconfortantes de algún amigo en tiempos de adversidad; reconoceremos la mano de Dios cuando nos sintamos inspirados a orar por algún enfermo o hablarle a alguien que obviamente no conoce al Señor.

En muchas circunstancias del diario vivir, Dios trabaja dando testimonio de su Hijo y nos ofrece sus bendiciones y su amor. Si usted no cree haberlo experimentado conscientemente, pídale al Señor que le abra los ojos hoy para que vea las numerosas personas y situaciones que dan testimonio de la salvación que Jesús obtuvo para usted en la cruz.


“Jesús, Señor mío, abre mis ojos para que yo reconozca las muchas maneras en que prodigas tu amor sobre mí y los míos; luego, abre mis labios, te lo ruego, para alabarte y darte gracias.”