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1847

Los griegos no eran sodomitas. Supuestas parejas homosexuales (5-8)

Los griegos no eran sodomitas. Supuestas parejas homosexuales (5-8)

Javier Olivera Ravasi, el 1.07.17 a las 1:21 PM
7. Supuestas parejas homosexuales en la mitología e historia de Grecia

La mitología no es “historia” propiamente dicha; es más bien tipo de ella y es el modo en que en Grecia se catequizaba a las multitudes. Puesto que se han querido ver ejemplos homosexuales en ellos, repasemos sólo algunos en relación al tema que nos ocupa.

a. El caso de Aquiles y Patroclo

Aquiles vendando a Patroclo (500 a. C.), Staatliche Museen (Berlín)

Para ciertos adalides de la literatura griega sodomítica, Aquiles y Patroclo resulta la “pareja homosexual” más conocida del mundo griego. ¿Qué dice, en verdad, la literatura clásica al respecto?

Por empezar, la misma Ilíada, nos narra la cólera de Aquiles contra Agamenón, por haberle robado a Briseida, su esclava favorita (por cierto una cólera poco “homosexual”).En la misma obra de Homero (canto IX) se nos narra que el héroe aqueo durmió en lo más retirado de la sólida tienda con una mujer traída de Lesbos (Diomeda, hija de Forbante) mientras que su amigo Patroclo se acostaba junto a la pared opuesta, teniendo a su lado a Ifis, la de bella cintura, regalo de su propio amigo[1]. Ahora, ¿cómo podría defenderse así la supuesta homosexualidad de Aquiles y Patroclo? Si ambos eran amantes, ¿por qué se acostarían en el lado opuesto de la tienda y… con una mujer cada uno?

Hay más. El comportamiento de Aquiles en toda la saga de Troya es el de un hombre hecho y derecho: se precia de haber tomado, arrasado y saqueado numerosas ciudades, de matar a infinidad de hombres y de esclavizar y poseer a sus mujeres y a sus hijas. Cuando los aqueos quieren que Aquiles vuelva a la lucha, no le tientan con jóvenes efebos (cosa que sería lo normal para un hombre que “se casa para procrear pero se lía con hombres para divertirse”, como reclaman los homosexuales), sino con infinidad de esclavas hermosas, vírgenes y “expertas en intachables labores”. Patroclo, mayor y más prudente que él, es meramente su maestro y su iniciador además de su amigo; nada más.

b. Zeus y Ganimedes

Según ciertos círculos, Zeus y Ganímedes son otra de las “parejas homosexuales por excelencia” del panorama olímpico; veamos el mito detenidamente.

Ganimedes era un príncipe troyano que, recién salido de la adolescencia, vivía una transitoria etapa de cazador-recolector en un entorno salvaje, cosa común en la Grecia tradicional (Esparta también tenía esta costumbre) como ritual de tránsito para marcar la llegada de la hombría. Impresionado por su porte, Zeus en forma de águila, terminará raptándolo para llevarlo al Olimpo para ser el copero.

Ganimedes con el águila de Zeus, Bertel Thorvaldsen (1817),

Ahora, ¿qué significa “copero”?. Como su propio lo indica, significa el que sirve las copas. Sólo a un malintencionado o a un iluso se le podría ocurrir que se trataba de un stripperavant la lèttre dedicado a hacer shows eróticos… Que los dioses buscasen a un “camarero” físicamente bello es bastante comprensible en un pueblo en el que el patrón de belleza estaba dado por el físico masculino, según vimos. Los autores que le colocan rápidamente la etiqueta de homosexual al mito de Ganímedes incurren en juzgar un mito que tiene milenios de antigüedad con sus patrones psicológicos modernos.

Veamos, por si acaso, qué dice el mismo Homero sobre Ganimedes:

“…y éste dio el ser a tres hijos irreprensibles: Ilo, Asáraco y el deiforme Ganímedes, el más hermoso de los hombres, a quien arrebataron los dioses a causa de su belleza para que sirviera el néctar a Zeus y viviera con los inmortales[2].

¡Si hasta el mismo Platón, en “Las Leyes”, criticaba una interpretación invertida!:

“Todo el mundo acusa a los cretenses de haber inventado la fábula de Ganimedes. Pasando Júpiter por el autor de sus leyes, ellos han imaginado esta fábula aplicándosela a él, a fin de poder disfrutar este placer a ejemplo de su dios; pero abandonemos esta ficción”[3].

Pues bien: debido a esto, y a pesar de la apabullante falta de evidencia literaria de que Zeus abusara de Ganimedes, una búsqueda rápida por internet revelará decenas de páginas donde señalan la “homosexualidad” y el “mito pederástico” en el Olimpo, olvidando que Zeus es un dios que raptaba y violaba docenas (por no decir cientos de miles) de diosas y mujeres luego de convertirse en toro, cisne, lluvia, rayo de sol, etc…, todo lo cual acarreaba los celos y la ira de Hera, su esposa y diosa del matrimonio monogámico, que no sabía cómo contener al poligámico y “pro-life” pater hominumque deumque (“padre de los dioses y de los hombres”),“extremadamente heterosexual”.

c. Apolo y Jacinto

“Apolo y Jacinto”, Alexander Kiselev (1838-1911)

En la mitología griega, Jacinto era un bello y fuerte príncipe espartano al que el dios Apolo había tomado bajo su protección. Según Filóstrato, Apolo enseñó a Jacinto a tirar con arco, a tocar la lira, a moverse y sobrevivir en bosques y montañas, y a destacarse en las diversas disciplinas deportivas y gimnásticas. Queda claro entonces su papel de maestro e iniciador, no sólo de Jacinto, sino de toda Esparta (el príncipe Jacinto fue transmitiendo los conocimientos adquiridos del dios a sus compatriotas).

¿Cómo es la historia? Durante una de estas prácticas, el dios y el muchacho estaban turnándose en el lanzamiento de disco. En un momento dado, Apolo lanzándolo con demasiada fuerza, hizo que, por accidente, el disco diera en la cabeza de su discípulo matándolo en el acto. Afligido, el dios no permitió que Hades reclamase al joven y con su sangre, creó una flor en honor de su discípulo: la flor de Jacinto. Pues bien: ¿alguien ha visto homosexualidad explícita en el mito? ¿Hay alguna intervención de Eros o de Cupido? ¿Hay algo que sugiera que entre Jacinto y Apolo mediaba otra cosa que el amor que puedan profesarse dos buenos hermanos o compañeros de fatigas? Después de leer lo que tienen que decir al respecto de Jacinto autores como Heródoto (“Historias”), Pausanias (“Descripción de Grecia”), Luciano (“Diálogos de los dioses”), Filóstrato (“Imágenes”) y algunos otros, no se puede encontrar absolutamente nada que dé a entender un amor erótico.

Pero para algunos que promueven la homosexualidad en la antigua Grecia, el mito de Jacinto no sólo demuestra irrefutablemente la homosexualidad pederástica y relaciones sexuales anales, sino también que toda Esparta practicaba la pedofilia homosexual… ¡sólo porque la festividad de Jacinto era importante en Esparta! Como ya hemos visto, Esparta estaba lejos de ser un paraíso gay. Mucho menos puede tildarse al dios Apolo de pro-sodomítico ¡justamente él! que había aplicado su maldición a Layo, según vimos.

Así y todo hay quienes se esfuerzan en ver aquí una relación invertida.

d. El caso de Alejandro Magno

Alejandro Magno es otra de las tantas figuras manipuladas hasta extremos inverosímiles. Cuando la película homónima de Oliver Stone vio la luz en 2004, un grupo de 25 abogados griegos amenazaron con denunciar a la Warner Bross y a su director por distorsionar la historia, al punto que el film en Grecia sólo estuvo en taquilla 4 días, siendo un completo fracaso.

Todas las fuentes coinciden en describir a Alejandro Magno como un hombre muy contenido sexualmente, y en modo alguno promiscuo. De hecho, Plutarco (“Vida de Alejandro”) nos explica cómo el gran general llegó a ofenderse al serle ofrecidos, por parte de un comerciante, jóvenes muchachos:

“Escribióle en una ocasión Filóxeno, general de la armada naval, hallarse a sus órdenes un tarentino llamado Teodoro, que tenía de venta dos mozuelos de una belleza sobresaliente, preguntándole si los compraría. Alejandro se ofendió tanto ante la proposición, que exclamó muchas veces ante sus amigos en tono de pregunta: ‘¿Qué puede haber visto en mí Filóxeno de indecente y deshonesto para hacerse corredor de semejante mercadería?’. E inmediatamente le respondió, con muchas injurias, que mandase al mercader tarentino al diablo, y su mercancía con él. Del mismo modo arremetió con severidad contra un joven llamado Hagnón, que le había escrito que quería comprar un muchacho llamado Cróbulo, famoso en la ciudad de Corinto por su belleza”[4].

En cuanto al supuesto affaire con su amigo Hefestión, de nuevo, no se encuentra absolutamente ninguna evidencia que haga suponer que los amigos de la infancia eran una pareja sodomítica; de hecho no existe historiador serio que afirme rotundamente que eran amantes. Es más: de regreso a Susa, capital del Imperio persa, Alejandro dio a Hefestión por esposa a la princesa Dripetis, y él mismo desposó a Estatira, la hija mayor de Darío y hermana de Dripetis. También mantuvo relaciones con Barsine (quien le dio un hijo, Heracles) y con Roxana (“la mujer más bella de Asia”), con quien tuvo descendencia.

Por lo que hace al famoso beso al eunuco Bagoas, que a menudo es citado como si constituyese una prueba de homosexualidad, de nuevo, nos encontramos con lo que pasa cuando se juzga una costumbre antigua con una vara moderna: malentendido asegurado.

Plutarco nos describe cómo Bagoas ganó un concurso de danza y baile, y cómo las tropas macedonias aclamaron pidiendo que Alejandro besase al muchacho (en la mejilla), a lo que el emperador accedió. Lo más importante es el significado del beso: en la antigua Persia, donde se encontraba Alejandro Magno, los hombres de rango similar se daban un beso en los labios, mientras que si había una diferencia de rango, el beso era en la mejilla. Por lo demás, para sonsacar una relación sexual de un simple beso en la mejilla, ni hace falta comentarlo.

[1] Homero, Ilíada, vv. 657-668.

[2] Homero, Ilíada, c. XX, vv 199 y ss.

[3] Platón, Las Leyes, 636c.

[4] Plutarco, Vidas paralelas, “Vida de Alejandro”, XXII.
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